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Qatar y Arabia Saudí, ¿caramelos envenenados para las empresas españolas?

Salman, el rey de Arabia Saudí

En los últimos años, Oriente Medio ha sido contemplado por las empresas españolas como una de sus tablas de salvación para afrontar la crisis. Mercados con muchas necesidades por cubrir en materia de infraestructuras y con mucho dinero para invertir, tanto en su propio territorio como en el exterior. Sin embargo, la prolongada caída de los precios del petróleo amenaza con cambiar este panorama. Dos claros ejemplos son Arabia Saudí y Qatar, otrora contemplados como la solución de un problema y que pueden empezar a constituir un problema que necesita solución.

Esta semana, el ministro saudí de Economía ha dejado en suspenso nuevas inversiones, especialmente las referidas a proyectos de gran magnitud, relacionados en su mayor parte con las infraestructuras. El motivo, los estragos que está causando el descenso del crudo en la economía saudí, cuyo déficit se ha disparado por encima del 20%.

La decisión adoptada definitivamente por el Gobierno saudí ya tuvo algunos avances en los últimos meses. Y una empresa española como Talgo pagó consecuencias. Arabia Saudí canceló un pedido de trenes, valorado en unos 200 millones de euros, justo antes de firmar el contrato. Fue un duro golpe para la compañía, que padeció un fuerte castigo en Bolsa a causa no sólo de este hecho (que no tendría repercusiones para la cuenta de resultados, según dijeron los responsables de la compañía a los analistas) sino de lo que podría venir más adelante.

Los focos se volvieron hacia proyectos milmillonarios como la línea de alta velocidad entre La Meca y Medina o el metro de Riad, en los que hay una amplia presencia de compañías españolas. Sin embargo, parece que el recorte de inversiones afectará sobre todo a los proyectos que están a punto de adjudicarse o a los recién firmados. En cualquier caso, una situación de incertidumbre que anteriormente era todo lo contrario.

Qatar y el fiasco de Volkswagen

En el caso de Qatar, a la caída del petróleo se añade el problema surgido con Volkswagen. El fuerte castigo sufrido en Bolsa por el fabricante alemán de automóviles tras confirmarse que falsificó los datos sobre la contaminación producida por sus motores ha golpeado la línea de flotación del estado qatarí como inversor, toda vez que se trata del tercer mayor accionista de la empresa germana.

El agujero generado, que se calcula en unos 4.000 millones de euros, ha provocado inquietud en la comunidad inversora, incrementada por la decisión de Qatar de comenzar a desinvertir en cotizadas, como Hochtief, la filial alemana de ACS. El Estado asiático vendió el 10% de la constructora alemana, por el que ingresó unos 600 millones de euros.

Qatar es uno de los inversores más activos de Oriente Medio en el exterior. Sus fondos soberanos cuentan con múltiples participaciones en grandes compañía tanto europeas como americanas. El pinchazo de una de sus principales apuestas puede desencadenar nuevas desinversiones.

En España, Qatar está presente en compañías como Iberdrola, IAG (a través de Qatar Airways) y Colonial. Las dos últimas son inversiones relativamente recientes mientras que la de la eléctrica es una de sus posiciones más destacadas y de las que más rentabilidad obtiene gracias a los dividendos.

Sin embargo, la amenaza sigue latente. La incertidumbre ha llegado a mercados en los que tradicionalmente, el dinero y la financiación era el menor de los problemas. Pero la principal base para este planteamiento, es decir, el petróleo, amenaza con cambiar el escenario.

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