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De militantes a activistas y de sedes a redes: claves de Podemos para conectar con la calle

Pablo Iglesias, secretario general de Podemos.

"Que los líderes del PP y del PSOE acusen a Podemos de populista y de desestabilizar la democracia ofende a la inteligencia de la ciudadanía de la que se han cachondeado durante los últimos 30 años blandiendo la bandera de la Transición. El populismo; el simplismo en las propuestas, tomando a la gente por tonta; la unidireccionalidad del mensaje que han repicado como sermón. Y el comportamiento refractario ante el movimiento social que se les venía encima, mirando hacia otro lado y aprovechándose del seguidismo que le hacen los medios tradicionales y sus tertulianos y columnistas, ha acabado por volverse en su contra", dice a Vozpópuli un analista político de esos que no aparecen en el 24 Horas y que, obviamente, no dista mucho de los planteamientos de ese partido al que muchos se apresuran en tildar de filoterrorista.

Este viernes se ha celebrado en Madrid el 12º Seminario de Comunicación Política organizado por Mas Consulting Group para analizar "el futuro de las campañas electorales y el auge de nuevos partidos" y la mayoría de los ponentes, algunos de ellos situados en el entorno del PP y del PSOE, libres de las ataduras a las que les someten las estructuras de sus partidos de referencia, han coincidido en que el "efecto Podemos" es imparable, ya sea para bien o para mal, según ellos.

"Podemos ha llegado no para irse, sino para quedarse, no es un fenómeno temporal ni se va a desinflar", ha señalado María José Canel, catedrática de Comunicación Política de la Complutense de Madrid.

Por su parte, Iñaki Ortega, director de Programa de Deusto Business School, cercano al PP, constata que el "efecto Podemos" ha obligado a todos los partidos a retratarse y a empezar a dar la cara. Después de meses de mirar hacia otro lado y no querer pronunciarse sobre el fenómeno en ciernes heredero del 15-M, los estrategas de los dos partidos mayoritarios han dado órdenes a su gente de que ya es hora de contraprogramar.

"El objetivo es ir a las teles, a las radios y a todos los medios posibles para contrarrestar el efecto de un partido político que ha conectado con la gente, independientemente de a quién voten", añade otro analista presente en el evento organizado por Mas Consulting.

"No tratan al votante como masa, le tratan de forma individual y no con propuestas unidireccionales, sino con preguntas sobre el presente y el futuro", señala un analista en referencia al nuevo movimiento

Mensajes personalizados

Según las claves aportadas por los ponentes del evento, buena parte del éxito de Podemos radica en su estrategia de comunicación. "No tratan al votante como masa, le tratan de forma individual y les enganchan no con respuestas unidireccionales, sino con preguntas sobre el presente y el futuro y la mejor forma de salir de la situación actual", dice un asistente al acto.

Roberto Izurieta, profesor de The George Washington University y asesor de campañas electorales del expresidente George Bush, alerta de que "los partidos tradicionales deben romper su esquema para sobrevivir porque el sistema ya no responde a lo que el ciudadano necesita".

"Los líderes de Podemos llevan años estudiando de forma meticulosa en la Universidad Complutense el censo, las circunscripciones, la procedencia y extracción social de la gente, son doctores en Ciencias Políticas. Y todo ello lo cruzan con las encuestas de intención de voto para lanzar mensajes personalizados, lanzando la pregunta que busca el cambio y no las certezas que ya casi nadie que piense un poco se cree", dice otro politólogo.

En esa línea se mueve Antoni Gutiérrez Rubí, asesor de comunicación en temas políticos, que destaca que "Podemos conoce la capacidad de la tecnopolítica. Mientras algunos se han dedicado a buscar grietas en el modelo de votación de la Asamblea Ciudadana de hace unos días, con el único objetivo de desacreditar el proceso, la mayoría no ha comprendido cómo las nuevas redes son capaces ya de construir proyectos. De militantes a activistas, de sedes a redes. De agrupaciones a círculos. De ejecutivas a nodos. Estamos frente a una tecnología de proximidad, multipantalla y multiformato, capaz de cambiar los modelos de comunicación, organización y creación de contenidos. Lo saben las empresas, pero todavía no algunos grandes partidos. Y todavía hay arrogantes que desprecian la política digital desde una superioridad de plastilina. Es cierto, un tuit no es un voto, pero no hay que ser demasiado espabilado para comprender que sí puede cambiarlo", afirmaba recientemente en El País, un diario nada sospechoso de defender a Podemos y que, día a día, a golpe de editorial, brega por mantener afín a esa progresía conservadora a la que tanto le cuesta abandonar el sofá en el que se le ha venido apoltronando en los años de la Transición.

Los líderes de Podemos no son perroflautas filoterroristas, son doctores en Ciencias Políticas que llevan años 'jugando' con los censos y las intenciones de voto para elaborar sus estrategias de comunicación y canalizar su mensaje

Podemos "ha sabido sintonizar el dial" y "la opinión pública ya no es la opinión publicada o emitida, sino la opinión compartida", afirma Rubí.

Twitter y la televisión

La clave está en Twitter, y sobre todo en la televisión, pero nunca en "los desayunos del Ritz, en las entrevistas en los grandes periódicos, en esos foros a las que los políticos tradicionales se pegan por ir", afirma un experto en comunicación. "Si sales en Salvados o en las tertulias políticas de la tele llegas a la gente con un mensaje lleno de preguntas y pidiendo soluciones, pero no repicando la matraca de la masa. Eso está muy pero que muy pasado de moda", añade otro analista.

Algunos de los ponentes en el evento de este viernes plantearon como elemento positivo-negativo que Podemos no tenga sede. "A Génova y Ferraz se puede acudir a aplaudir o a gritar, pero a la sede de Podemos nadie puede ir porque es un partido que está en la plazas o en los barrios, nadie sabe a dónde acudir, y eso es bueno y malo a la vez porque a la hora de buscar culpables de algo no tienes donde ir a gritar", señala un analista de comunicación.

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