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El Banco de Portugal contrata a dedo al hijo de Durão Barroso, el azote del supervisor español

José Manuel Durão Barroso, en una imagen de archivo.

Sin el concurso previo que estipula la norma en la casa, o por utilizar una expresión más castiza, por el sofisticado método del dedazo, el Banco de Portugal ha incorporado a su plantilla a Luís Durão Barroso, el mayor de los tres hijos del ex primer ministro luso y todavía presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durão Barroso.

El fichaje lo adelantaba esta semana la edición impresa del diario económico Jornal de Negócios, que subrayaba la excepcionalidad de la situación, ya que los casos en los que se exime a los aspirantes a incorporarse al supervisor bancario de pasar por un examen previo tienen carácter “residual” y están reservados a candidatos de “comprobada y reconocida competencia profesional”.

No parece ese el caso de Barroso junior, licenciado en Derecho por la Universidade Nova de Lisboa y máster y doctorado en Derecho en la London School of Economics, que a sus 31 años tiene una experiencia profesional limitada a una estancia como docente en la Universidade Católica de Lisboa (desde 2012) y a prácticas en los bufetes Linklaters y Morais Leitão, Galvão Teles, Soares da Silva & Associados.

El todavía presidente de la Comisión Europea, un antiguo maoísta reconvertido en liberal que, a sus 58 años, agota ya su mandato en la Comisión Europea (que preside desde noviembre de 2004), es señalado en Portugal como probable sucesor del veterano Aníbal Cavaco Silva (75 años) en la presidencia del país. Durão se descolgó en junio pasado con unas sorprendentes declaraciones en Santander en las que eximió a Bruselas de responsabilidad alguna por la crisis de la economía española, pese a sus recetas de férrea austeridad, y apuntó como primer causante del problema al papel desempeñado por el Banco de España, con “errores muy importantes” en la supervisión del sector financiero.

En junio, reclamó "honestidad intelectual" a los líderes políticos: "Debemos garantizar la paternidad de las decisiones que se toman"

“Siempre que preguntábamos cómo estaban la banca y las cajas, la respuesta era que estaba todo perfecto y que el Banco de España era el mejor banco central del mundo”, defendió en presencia de Francisco González, presidente de BBVA.

"Estas respuestas no nos las daba el segundo mejor banco central del mundo, sino el mejor, siempre el mejor, nos decían", enfatizaba el presidente de la Comisión Europa. “¿De quién es la responsabilidad de la crisis en España? ¿Del FMI, de Merkel, de Europa? La verdad es que hubo errores muy importantes de supervisión que tienen que ser asumidos”, criticó en su alocución el portugués, que dijo que es “mentira que la situación se deba al euro".

En su intervención en Santander, que realizó pocas semanas después del demoledor resultado de las elecciones europeas, que reveló el auge del antieuropeísmo, Barroso dijo que, más allá de la búsqueda de culpables en la gestación de la crisis, “lo que está en juego ahora en Europa es saber si podemos lograr un círculo virtuoso de resultados y legitimidad”.

“En España el antieuropeísmo no es muy fuerte pero sí es necesaria una responsabilidad moral para defender Europa”, defendió el luso, que reclamó “honestidad intelectual” a los líderes políticos, a los que acusó de defender una idea en Bruselas y la contraria a nivel nacional. “Hay un problema de responsabilidad. La política europea no es algo exterior, debemos garantizar la paternidad de las decisiones que se toman”, añadió.

Hablando de paternidades, el hijo de Durão Barroso se incorporó hace cerca de un mes al Departamento de Supervisión Prudencial del Banco de Portugal, organismo que ha sido incapaz de detectar signo alguno del súbito desplome del Banco Espirito Santo, la segunda entidad financiera del país vecino.

Los primeros síntomas del derrumbe de la centenaria entidad no afloraron hasta mayo pasado, justo después de la salida de la troika que durante tres años dirigió con mano de hierro el país, formada por el Banco Central Europeo, el Fondo Monetario Internacional y, precisamente, la propia Comisión Europea.

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