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Los grandes escándalos corporativos que manchan a la 'Marca Alemania'

Volkswagen se suma a la lista de corporaciones que salpican la imagen de Alemania.

La idea de “un grupo de empleados” de instalar un software en 11 millones de vehículos diésel para esquivar controles medioambientales no solo le va a salir cara a Volkswagen. Que el mayor fabricante de coches del mundo reconozca públicamente haber cometido un fraude es grave para la reputación y el bolsillo de la compañía, pero también para el sello ‘Made in Germany’.

La buena imagen de Alemania, la locomotora europea, se ha visto salpicada por el escándalo de uno de sus buques insignia: el sector automotor. Sin embargo, en la última década, varias son las grandes compañías alemanas que se han dejado llevar por las malas prácticas arrastrando con ello a la 'Marca Alemania'. En honor a las palabras del jefe de Volkswagen en EEUU, Michael Horn, al destaparse el ya conocido como 'Dieselgate', varias son las firmas germanas que la han "cagado por completo".

Siemens, fábrica de sobornos

A finales de 2006, la fiscalía de Múnich acusó a diez altos cargos de la división de Comunicación de Siemens de malversación de fondos. Con ayuda de las justicias suiza e italiana, los investigadores alemanes destaparon un entramado internacional que permitió al gigante tecnológico crear un fondo secreto en Suiza y Liechtenstein desde el cual desviaban dinero a sociedades tapadera en las Islas Vírgenes. El concepto final del fondo no era otro que el de los sobornos, ya que, de esta forma, Siemens lograba hacerse con contratos masivos procedentes de grandes firmas y administraciones públicas extranjeras.

La tendencia a fabricar más sobornos que bienes de equipo se zanjó con el pago de una multa histórica de 1600 millones de dólares por parte de Siemens

Ante la posibilidad de que la autoridad bursátil estadounidense Securities and Exchange Commission (SEC) investigase el fraude, el conglomerado alemán reconoció públicamente que, según controles internos, se efectuaron pagos dudosos por 420 millones de euros entre 1999 y 2006.

Pero la SEC se puso manos a la obra y concluyó que entre marzo de 2001 y septiembre de 2007, el conglomerado alemán hizo más de 400 pagos ilegales para cerrar contratos en Venezuela, México, Argentina, Rusia, Bangladesh, China, Vietnam y Nigeria, entre otros.

El escándalo estaba servido y la tendencia a fabricar más sobornos que bienes de equipo se zanjó con el pago de una multa histórica en lo que a delitos de cohecho se refiere. El 15 de diciembre del 2008 Siemens acordó pagar 1.600 millones de dólares a las autoridades estadounidenses y europeas, además de las millonarias indemnizaciones de nueve de sus ex directivos para librarse de la prisión.

Una de espías...

En 2008,  fiscalía de Bonn investiga si Deutsche Telekom, la mayor compañía de telecomunicaciones de Europa, antiguo monopolio del Estado y actualmente con participación mayoritaria de este, espió a sus propios directivos y a los periodistas que mantenían contacto con ellos. Acto seguido la revista Der Spiegel dedica un amplio reportaje al asunto y el director de la Telekom, René Obermann, se ve empujado a reconocer públicamente que "quizás" entre 2005 y 2006 -periodo en el que él aún no había asumido el cargo- al consorcio se le fue un poco la mano.

El alcance de las prácticas ilegales de espionaje llevó no solo al contrato de empresas informáticas para realizar escuchas y detectar así si las personas "espiadas" informaban a la prensa de los asuntos confidenciales de la empresa, sino que también se contrató a una empresa de detectives para realizar toda una serie de seguimientos.

Dos años después de haberse destapado el escándalo rodó la primera cabeza. La Audiencia Provincial de Bonn condenó a Klaus Trzeschan, entonces director de seguridad del grupo y quien era el principal acusado -ya que había asumido toda la responsabilidad-, a tres años y medio de prisión. Aunque había otros directivos atrapados por la trama de espionaje en Deutsche Telekom, solo Trzeschan salió mal parado.

Además de la teleco, otras conocidas empresas alemanas, como la compañía aérea Lufthansa o la popular cadena de supermercados Lidl se han visto involucradas en casos de espionaje.

El escándalo del Líbor

Desde 2012, el Deutsche Bank se ha visto involucrado en tal oleada de litigios que sus mayores crítcos afirman que si los ventanales del Zwillingstürme -las Torres Gemelas de Fráncfort- tuviesen barrotes, la sede del Deutsche sería la mayor cárcel de Alemania. Al igual que Siemens, solo que esta vez en el sector servicios, la otrora reputada entidad se enfrenta a una multa récord por manipulación de las tasas de referencia del mercado interbancario.

Los supervisores financieros de EEUU y Reino Unido pactaron una multa con Deutsche Bank de 2.500 millones de dólares por manipular tasas de referencia interbancarias

Entre 2005 y 2010, más de dos docenas de empleados del mayor banco alemán operaban manipulando los tipos de interés Líbor, Euríbor y Tíbor desde Nueva York, Londres, Fráncfort y Tokio. Si en 2013, estas malas prácticas se tradujeron en una multa de 725 millones de euros a la Comisión Europea, este mes de abril los supervisores financieros de EEUU y Reino Unido llegaron a un pacto conjunto con Deutsche Bank, por el que el grupo alemán pagará una multa combinada de 2.500 millones de dólares.

La investigación lleva abierta tres años, en los que se han alternado diversos litigios, registros de oficinas y dimisiones de directivos. Los últimos en abandonar el barco han sido quienes precisamente asumieron el cargo de copresidentes del Deutsche Bank en 2012 para emprender un "cambio cultural" tras los excesos cometidos por anteriores dirigentes. De forma inesperada, Jürgen Fitschen y Anshu Jain anunciaron su renuncia este junio por ser duramente criticados por su gestión a nivel interno.

El automóvil que ya no 'marcha sobre ruedas'

El último buque insignia de la industria alemana que se suma a la lista de compañías fraudulentas Made in Germany ha sido nada menos que el mayor fabricante de automóviles a nivel mundial: el Grupo Volkswagen. Apenas una semana después de sacar pecho en el Salón de Fráncfort, el conglomerado alemán se enfrenta a la denuncia de la Agencia Federal de Protección Medioambiental de Estados Unidos (EPA) sobre la manipulación de una serie de modelos diésel de la marca para superar las exigentes normativas medioambientales americanas.

La compañía automotriz ha reconocido haber instalado un software en 11 millones de vehículos en todo el mundo, un dispositivo que, según denuncian los reguladores, al momento de la prueba oficial de emisiones los hacía más limpios de lo que en realidad son.

El impacto económico podría ascender a 18.000 millones de dólares fruto de multiplicar la multa máxima para estos casos, que asciende a 37.500 euros por coche. Sin embargo, la acusación de EEUU y Canadá no solo daña al bolsillo de Volkswagen, sino a su gran reputación a nivel global y a la confianza de sus clientes, destinatarios de múltiples campañas publicitarias donde estos vehículos diésel se presentan como eficientes y respetuosos con el medioambiente.

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