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Los consumidores se lían con las etiquetas: la mayoría se confunde con la fecha de caducidad

Un lineal con yogures

Muchos consumidores españoles y europeos siguen sin interpretar correctamente las etiquetas de los alimentos especialmente respecto a dos conceptos concretos de los mismos: el consumo preferente y la fecha de caducidad. Y esta confusión influye en el desperdicio alimentario, un problema que preocupa mucho en Bruselas y sobre el que ya se han tomado medidas en parlamentos como el francés. Unos 100 millones de toneladas de alimentos se arrojan a la basura cada año en Europa y parte del problema podría ser esta falta de comprensión de lo que nos dicen las etiquetas.

A pesar de que las cadenas de distribución tienen su parte de responsabilidad en el tema (en España El Corte Inglés, Mercadona o Simply ya explicaron sus técnicas para no tirar basura), la mayor parte del desperdicio procede de los hogares. Un estudio realizado por la consultora Kantar TNS en todos los países de la UE con 26.601 entrevistas (1.007 en España) arroja unos datos claros: algo menos de la mitad de los encuestados tiene claro qué significa 'consumir preferentemente antes de' o 'fecha de caducidad', mientras que la otra mitad mezcla conceptos.

Por otra parte, los consumidores parecen tener bastante claro que son ellos, y no las superficies comerciales, quienes tienen la mayoría de la responsabilidad en el desperdicio alimentario. Tres de cada cuatro encuestados españoles reconocieron que los hogares tienen que mejorar para evitar este dispendio. Sin embargo, aquí sí que hay gran diferencia con los europeos. Mientras que en la UE a 28 se responsabiliza sobre todo al consumidor, seguido de las tiendas y comercios y la restauración/hoteles, en España la tendencia se invierte: el consumidor español responsabiliza más a los restaurantes/hoteles y a las autoridades públicas antes que a sí mismo. Todo un síntoma.

Un 61% de los españoles dijo leer siempre las fechas de caducidad mientras un 3% aseguró que nunca las leía. Pero tampoco los encuestados se muestran exquisitos con la comida no en perfecto estado. Una amplia mayoría utilizaría un paquete de espaguetis hallado en una balda sin saber cuándo se compró. También una mayoría sigue consumiendo el producto una vez pasados los días de consumo que se avisan en la etiqueta.

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