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Interesados en comprar AENA advierten: aún tiene mucha deuda y demasiada plantilla

José Manuel Vargas, presidente de AENA

Ana Pastor, ministra de Fomento, anunció esta semana que la privatización de AENA se retrasaba hasta finales del presente ejercicio. La venta del gestor aeroportuario público, que ya dio más de un dolor de cabeza al Ejecutivo liderado por José Luis Rodríguez Zapatero, amenaza con convertirse en algo parecido para el de Mariano Rajoy. Y los problemas no han cambiado, siguen centrados en los números.

Los contactos realizados desde el Ministerio con grupos interesados en el proceso de privatización han arrojado resultados concluyentes. Los potenciales compradores no están dispuestos a hacer grandes esfuerzos por AENA si la compañía no lleva a cabo un saneamiento más profundo.

Dos aspectos preocupan especialmente a los inversores. En primer lugar, el endeudamiento de la compañía. Uno de los principales objetivos de la empresa presidida por José Manuel Vargas era, precisamente con vistas a una futura privatización, el recorte de una deuda que se situaba hace un año en el entorno de los 14.000 millones de euros. Todo parece indicar que la deuda se ha reducido pero no al ritmo deseado por los aspirantes a hacerse con el control de AENA.

De acuerdo con fuentes del sector, el endeudamiento total del gestor aeroportuario se situaría en la actualidad por debajo de los 13.000 millones de euros pero, aun así, seguiría reflejando una ratio deuda/Ebitda de casi nueve veces.

“Estas son cifras de una empresa prácticamente en quiebra”, apuntan a Vozpópuli desde una de las compañías interesadas en el proceso de privatización.

Un ERE insuficiente

Precisamente, una de las maniobras que AENA puso en marcha para reducir costes fue la ejecución de un expediente de regulación de empleo (ERE) al que se han acogido algo más de 1.250 trabajadores de la compañía. Sin embargo, la reducción de plantilla no ha surtido los efectos esperados.

En primer lugar, porque se ha llevado a cabo mediante un sistema de prejubilaciones encubiertas que ha encarecido de forma notable el proceso. Y en segundo lugar, porque el recorte ha sido insuficiente, al menos bajo el criterio de los grupos interesados en la compra del gestor aeroportuario.

El problema es que AENA no ha sido capaz de reestructurar su elevada deuda, que le lleva a pagar grandes cuantías en concepto de intereses. “La deuda debería de haberse refinanciado en busca de mejores condiciones, de esta forma sí se hubiera conseguido recortar”, señalan las citadas fuentes.

Con el recorte de puestos de trabajo no se ha logrado el objetivo. Mientras, la situación de los mercados tampoco invita al optimismo, aunque la presión sobre la prima de riesgo se ha reducido en las últimas semanas. En cualquier caso, ni de lejos se dan las condiciones para llevar a cabo una privatización con garantías de obtener un precio adecuado por un activo como AENA.

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