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Economía

Cada mujer debería tener al menos 9 hijos para que la natalidad salvara las pensiones

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Muchos expertos hablan de la necesidad de fomentar la natalidad en España para solucionar el problema de las pensiones. Y lo cierto es que hoy en día, según las cifras del Instituto Nacional de Estadística (INE), las mujeres no tienen ni dos hijos por cabeza. Y que la población envejece y lo seguirá haciendo a tasas aceleradas en el futuro. ¿Pero es posible solucionar el problema de las pensiones a través de la natalidad? El profesor del IESE Javier Díaz-Gimenez lo tiene claro: no. El sistema está tan quebrado y la crisis demográfica va a ser tan grave, que cada mujer fértil debería tener al menos 9 hijos para que esto fuera posible. 

El economista firma un informe en el que pone en duda las algunas de las soluciones que más se plantean para tapar el agujero de las pensiones y defiende una reforma radical, que cambie de arriba a abajo el sistema actual y dé lugar a uno totalmente nuevo. Este nuevo sistema sería similar al sueco y combinaría el reparto con la capitalización, sería universal, contributivo, solidario, flexible y transparente. Claves que hacen que un sistema de pensiones funcione.

La natalidad y la inmigración como solución a las pensiones son dos de los mitos con los que quiere acabar el autor. Reconoce que hay que fomentar la natalidad en España, pero asegura que tener más hijos solo atenúa el problema, no lo resuelve. A su juicio, los aumentos de la natalidad son pan para hoy y hambre para mañana, como ha demostrado la evolución de la demografía desde 1970. Es cierto que las generaciones más numerosas contribuyen a financiar el sistema, pero también es cierto que cuando llega el momento de que se jubilen, pasan a convertirse en la principal amenaza del mismo.

España necesitaría 36,1 millones de trabajadores para mantener la tasa de dependencia demográfica en el año 2050

Díaz-Giménez pone un ejemplo muy ilustrativo para entender mejor el problema. Asegura que, según las previsiones demográficas del INE, España necesitaría 36,1 millones de trabajadores para mantener la tasa de dependencia demográfica (ratio entre personas en edad de trabajar y personas en edad de jubilarse) que habrá en 2050. Eso implica que cada mujer en edad fértil debería tener 8 hijos más de lo previsto de aquí a ese momento. Es decir, al menos 9 hijos. Y como los niños tardan unos 20 años en incorporarse al mercado de trabajo, hasta 2035 debería tapar el agujero con 17,8 millones de inmigrantes. Cifras absolutamente disparatadas para España.

El profesor hace otras combinaciones con menos hijos y más inmigrantes que resultan igual de exageradas para evidenciar que no se puede pensar solo en la natalidad y en la inmigración para solucionar el problema de las pensiones. Y concluye que para un sistema de reparto, como el español, lo más conveniente es que la tasa de natalidad sea constante e igual a 2,1 hijos por mujer. Una tasa así permitiría reemplazar exactamente a la población y hacer que permanezca estable. En cualquier caso, esa tasa es superior a la española que hay en estos momentos y la que se estima para 2050 (1,56 hijos por mujer).

Tampoco cree que el fomento del empleo pueda asegurar la solución al problema. Y un escenario en el que se fomentaran a la vez estos tres parámetros: natalidad, inmigración y empleo de una forma más razonable para la sociedad española, tampoco salvaría el sistema de pensiones. Y lo mismo asegura de los impuestos, una solución que cada día está más en la boca de los expertos y políticos.

Si no se hace nada y no se piden más esfuerzos a los trabajadores de mañana, la pensión media tendría que bajar a 400 euros

En este sentido hace otro supuesto igualmente sorprendente utilizando solo el IVA, el gran impuesto sobre el consumo, como financiador de las futuras pensiones. Asegura que esta figura debería prácticamente duplicarse de aquí a 2050 para financiar las necesidades de los pensionistas. El tipo general, actualmente en el 21%, tendría que irse al 40%. Algo absolutamente imposible de aplicar en España.

Así que ni la natalidad, ni la inmigración, ni el empleo, ni el crecimiento, ni los impuestos parecen suficientes. Pero si no se hace nada habrá que pedir a los trabajadores en 2050 que multipliquen por 2,5 el esfuerzo que se hace hoy en día para financiar las pensiones. O se podría mantener el mismo nivel de esfuerzo, pero entonces habría que reducir un 60% las pensiones. Es decir, que la prestación media, que hoy en día ronda los 1.000 euros, se quedaría solo en 400 euros.

Una reforma radical

El profesor del IESE lo tiene claro: hace falta una reforma radical que combine el sistema de reparto y la capitalización, puesto que los mejores sistemas se caracterizan por la multiplicidad de sus fuentes de renta. Además, debería ser universal, contributivo, solidario y flexible. Por ejemplo, no haría falta fijar una edad concreta de jubilación y la parte contributiva sería obligatoria y universal. Se organizaría en cuentas nocionales y se complementaría con un sistema de capitalización obligatorio organizado por el sector público.

Los tipos de cotización serían más bajos que los actuales y estarían destopados. En cambio, las pensiones seguirían topadas. Las prestaciones mínimas deberían ser únicas y no contributivas y se tendrían que adjudicar teniendo en cuenta criterios de necesidad y suficiencia. Y se financiarían con cargo a los Presupuestos Generales del Estado y no a través de la Seguridad Social.

Al tratarse de una reforma tan importante, Díaz-Giménez propone empezar por crear una Agencia Estatal de Pensiones separada del resto de la Seguridad Social, cuya única misión sea gestionar las prestaciones. Además, cree que se puede implantar ya el sistema de cuentas nocionales y la capitalización del 1% de las cotizaciones de los nuevos cotizantes en planes que administraría la nueva Agencia Estatal. También se puede subir ya el tope de cotización sin tocar las pensiones máximas y, una cosa muy importante, convencer a los españoles de que ahorrar es una buena idea.

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