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Economía

Las tretas de los taxistas para cazarlos consiguen desmoralizar a la tropa de Uber

Un taxi con pintadas en protesta por el intrusismo y la "ilegalidad" de aplicaciones como Uber.

"Mugre" es la palabra que han acuñado los taxistas de Madrid para referirse a Uber, que desde la vuelta del verano está tratando de hacerse camino con su modelo de golpear primero, preguntar después. En las últimas jornadas, la tropa de conductores de Uber se encuentra más desmoralizada, toda vez que los taxistas han llegado a tales niveles de organización que tienen a muchos de ellos fichados, incluso publicando sus modelos de coche y sus matrículas, en una persecución en toda regla que podría atentar contra la ley de protección de datos.

Sólo hace falta darse una vuelta por el perfil de Facebook Élite Taxi para ver como están los ánimos en el gremio: "Tienen que prohibir la puta mugre en todo el planeta", dice uno. "Seguiremos con el cucal en el coche para eliminar cucarachas despistadas", comenta otro. Y así un sinfín de comentarios amenazantes. Cuando encuentran a un coche que piensan o saben que está trabajando en Uber, suben una foto de su vehículo a este perfil para que el resto lo persigan si lo ven.

Aseguran tener una base de datos en la que van incluyendo los coches que están haciendo el servicio.

Muchos taxistas utilizan la aplicación como clientes para captar a los coches sospechosos.

"Ahora mismo podría bajarme del taxi y destrozarte. Quiero que me pidas perdón a mí y a todos los taxistas de Barcelona"

"Ahora mismo podría bajarme del taxi, destrozarte el taxi y destrozarte a ti, pero no lo voy a hacer porque tengo muchos problemas. Suerte que te vas a ir sin que te parta la cara. Quiero que me pidas perdón a mí y a todos los taxistas de Barcelona", le dice un taxista de la Ciudad Condal que se ha montado en Uber y le ha dicho que no le va a pagar después de llevarlo en una carrera de varios kilómetros: "Nosotros pagamos de todo para que vengas tú y tu gente. No te voy a pagar una mierda porque no me sale de los huevos", dice el taxista amenazando al conductor, de origen sudamericano, en otra de las grabaciones que comparten los taxistas en esta página.

Baja la moral

Con todos estos ataques y la petición de un juzgado de lo mercantil de Madrid para parar la actividad, muchos conductores de Uber están echándose atrás. Este mismo lunes, en un edificio del centro de Madrid, acudieron una veintena de personas para pedir a la empresa más ayuda. Para empezar, con una carta por escrito en la que Uber se comprometa a hacerse cargo de las multas que les pudieran poner, algo que los trabajadores de la empresa alegaron que no pueden hacer. Lo que sí ofreció la compañía una vez más es todo el apoyo legal y el asesoramiento para el caso de que las cosas se pusieran feas. Se relataron varios casos de personas denunciadas, la primera multa es de 6.000 pero la segunda puede ser de una cuantía superior. La preocupación, las dudas y los reproches a las caras visibles de la empresa en España fueron la norma.

Según la compañía, situaciones como la española se han dado en todas las ciudades del mundo y se han acabado siempre ganando. "Es desobediencia a las leyes, ellos consideran que las normas están anticuadas y que el público está reclamando un servicio como el suyo. Recurren hasta el final y en la mayoría de legislaciones se les da la razón", opina el profesor del IE Business School, Enrique Dans, que fue el 'pasajero 0' en Madrid hace unos meses y siempre se ha posicionado a favor de aplicaciones como esta: "No son dinero negro, el dinero negro es más fácil de mover con un taxista que con Uber. Aquí a través de la aplicación se puede ver todo, los pagos que se hace, etc.".

Dans califica las actuaciones de los taxistas de "actos mafiosos de grupos que no quieren entender que los sistemas con los que trabajaban ya no funcionan". El experto en internet pide que se regule Uber para que colabore con sus impuestos, lo que redundará en un mejor precio del transporte en ciudades y en "utilizar bienes infrautilizados como son los coches".

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