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Economía

La banca española pierde en 11 meses 150.000M en depósitos, casi el 15% del PIB

El anclaje de la prima de riesgo por encima de los 600 puntos ha despertado de nuevo el fantasma del rescate. En la calle, se huele el miedo a una España helenizada a golpe de asistencia financiera y unos recortes que hunden la actividad y alejan la inversión. Y todo ello ya se ha traducido en que los bancos españoles han perdido 150.000 millones en depósitos durante los últimos once meses, una cifra que ronda el 15 por ciento del PIB y que supera de largo la ayuda concedida por Bruselas, según datos de Eurostat.

La pregunta de cualquier ciudadano a quienquiera que sepa un poco de economía se resume ahora en qué hacer con los ahorros si todo se va al traste y acabamos fuera del euro. Y en el sector financiero son muy conscientes de ello. Fuentes de este ámbito reconocen que el rescate completo es sólo cuestión de tiempo. Algunos incluso se atreven a fecharlo en agosto, cuando habrá unos mercados muy poco líquidos y por tanto fácilmente manipulables.

Y el otro hecho que admiten abiertamente es su preocupación por un nuevo conato de gotera en los depósitos de los bancos. Éstos llevan reduciéndose desde mediados de 2011, en parte también por el retroceso de un ahorro muy erosionado durante el último tramo de la crisis.

Entre septiembre de 2011 y mayo de 2012, de acuerdo con los últimos guarismos disponibles en Eurostat, el total de los depósitos ha caído en unos 124.000 millones, casi el 12 por ciento del PIB, desde unos 1,71 billones hasta los 1,59 billones de euros.

Según los números del Banco de España, 29.000 millones de estos capitales retirados se han destinado a la inversión en pagarés, un producto que han impulsado muy agresivamente las entidades para captar liquidez y que recuerda a la triste historia de las preferentes.

Sólo en mayo se desvanecieron 32.000 millones, un 2 por ciento de los depósitos. La sospecha es que este fenómeno puede recrudecerse a partir de ahora igual que sucedió en Grecia, donde los bancos han visto evaporarse un 30 por ciento de sus pasivos y sólo aguantan sostenidos por las muletas del BCE.  

España y Grecia son los únicos países de la eurozona que en los últimos nueve meses han sufrido una rebaja continua de las cantidades albergadas en sus bancos. Los helenos han contemplado la desaparición de 20.000 millones en depósitos. Ni siquiera Portugal o Irlanda han padecido una disminución de fondos durante ese periodo.

Al mismo tiempo, los depósitos en Alemania han aumentado sin parar en unos 140.000 millones, hasta los 3,14 billones de euros. En el resto de países de la zona euro, los registros se han mantenido estables.

Ahora mismo es muy difícil para un español abrir una cuenta en el extranjero. La opción más manida consiste en invertir en activos en dólares o francos suizos, o incluso comprar deuda alemana con una ligera pérdida. Si se llegase al extremo de la ruptura de la moneda única, la nueva divisa española podría desplomarse hasta un 40 por ciento, tal y como ocurrió en Argentina y certifican varios estudios internos de los bancos.

La intervención de Bankia, el recrudecimiento de las tensiones en los mercados y los comentarios sobre el advenimiento de un corralito agitaron en junio los peores espectros. Al final, los indicios de una incipiente corrida bancaria precipitaron el rescate del sistema financiero español. Hasta hace poco, fuentes del Gobierno se congratulaban de que los 100.000 millones del salvamento europeo pararon en seco semejante peligro.

Pero una prima de riesgo disparada y la incertidumbre generada sobre las perspectivas de la economía española nos devuelven a los peores escenarios, entre ellos el de qué hacer con los depósitos. “Cuanto antes se dé la intervención de la economía, mejor. Hay que detener este tipo de círculos viciosos porque muy rápidamente se convierten en imparables”, explica una fuente financiera.

Otra fuente del sector enfatiza que en tanto sigamos en el euro no puede haber corralito, porque el BCE siempre podrá imprimir billetes y dárselos a los bancos.

El miedo a que una corrida bancaria terminase derrumbando una economía y arrastrando al euro obligó a Merkel a aceptar el desarrollo de un fondo de garantía de impositores paneuropeo, un mecanismo que en la actualidad diseña la Comisión y que aún tardará en instaurarse, sobre todo porque antes exige que haya un supervisor único para toda la eurozona. En principio, los acuerdos del último Consejo Europeo trasladarán estos poderes al BCE.  

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