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Economía

Crecimiento tímido, ingresos exhaustos, elevado gasto en desempleo, deuda disparada... Claves de los Presupuestos para 2014

El ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro

El ministro de Hacienda rubrica unos Presupuestos continuistas que siguen subiendo el gasto y por lo tanto no reconducen la deuda. Y para compensar los mayores desembolsos del Estado, Montoro recaudará en 2014 unos 32.000 millones más gracias a todas las alzas de impuestos aprobadas desde que tomó las riendas del Ministerio.  

Un crecimiento tímido. El Gobierno fía buena parte del cumplimiento de estos Presupuestos a una mejora del 0,7 por ciento del PIB. Sin embargo, la economía son siempre habas contadas y el exceso de deuda y el elevado desempleo continuarán lastrando la actividad. Por un lado, el aumento previsto del consumo privado desde un desplome del 2,6 por ciento a un repunte del 0,2 no se corresponde con el escaso empleo que se va a crear y la devaluación salarial existente. Estimado en el 1 por ciento, el exiguo incremento de la productividad ya indica que la ocupación que se generará será más bien de baja calidad. Es más, el propio Guindos ha reconocido que en 2014 se destruirá empleo si no se contabilizan los contratos a tiempo parcial.

Por otro lado, la formación bruta de capital abandona sus tasas de caída del entorno del 6 por ciento y el Gobierno la sitúa en un crecimiento del 0,2 por ciento, en buena medida porque la construcción deja de caer al 10 por ciento para retroceder sólo un 1,7 por ciento. ¿Pero acaso alguien ve que el año que viene vaya a mejorar la inversión en construcción? Para colmo, todo lo que crece el ahorro interno lo absorbe la deuda pública y, por lo tanto, no se termina destinando a financiar la inversión.

Por último, las exportaciones todavía no presentan un tamaño tan voluminoso como para tirar ellas solas de la economía al igual que ocurre en Alemania. Estas ventas al exterior se basan más bien en un fuerte ajuste de márgenes y en un escenario de tensiones internacionales que favorecen el turismo. En definitiva, aunque los más optimistas consideran que se infravalora el cambio de ciclo, ¿realmente podemos sostener que hay un cambio de ciclo en tanto en cuanto seguimos soportando cantidades ingentes de deuda pública y privada?

El gasto crece. El ministro Montoro insiste no sin razón en que ha recortado mucho y que el grueso de los ajustes se los ha llevado el gasto. De hecho, Montoro llevó a cabo el año pasado un meritorio recorte de más de 2 puntos del PIB. Y en 2014 congelará los salarios a los funcionarios y sólo revalorizará un 0,25 por ciento las prestaciones a los pensionistas.

En los Presupuestos Generales del Estado de 2014, la Administración seguirá con la tónica de los últimos años: adelgaza la mayor parte de la inversión y los desembolsos de los Ministerios al tiempo que el capítulo de pensiones sigue repuntando, el gasto en prestaciones por desempleo no cede, los intereses de la deuda suben aunque menos y se financia una porción del déficit de tarifa eléctrico. Y ello se traduce en que el Gobierno ha tenido que elevar el gasto no financiero un 2,7 por ciento.

De modo que hay que compensar el incremento del gasto con la obtención de mayores ingresos, logro que sólo se consigue subiendo impuestos o creciendo. Después de un par de años exprimiendo los ingresos a fuerza de elevar la tributación, el ministro afirma que esta vez no va a tocar más los impuestos. Montoro confía, sobre todo, en que el crecimiento del 0,7 por ciento del PIB termine engordando la recaudación.

Sin embargo, esto no es así. Tal y como se reconoce en los Presupuestos, de por sí el crecimiento sólo va a arrojar un aumento del 0,2 por ciento en los ingresos. De un lado, estas cuentas contemplan subidas de las bases de cotización más altas para apuntalar las pensiones. De otro, el truco del ministro ha consistido en que ya había adelantado las alzas de impuestos cuando aprobó en junio un repunte de la fiscalidad verde, las subidas de la tributación del tabaco y las bebidas espirituosas, o la eliminación de deducciones en Sociedades. En total, este paquete anunciado en junio le reportará unos 3.600 millones más a las arcas en 2014.

Pero la cosa no se queda ahí. Montoro mantiene todas las alzas impositivas aprobadas desde que llegó al Ministerio. Y el impacto de estas medidas fiscales alcanzará sólo en 2014 los 32.870 millones. Según sus cuentas, gracias a las subidas de impuestos se estima que el año que viene conseguirá 6.881 millones más por IRPF; 9.819 millones más por Sociedades; 10.087 millones más por IVA; 1.943 millones más por fiscalidad medioambiental; 3.156 millones más por Especiales; 604 por tasas y 380 por otros impuestos indirectos. O dicho de otro modo, el ministro recorta con una mano pero también pasa el platillo y recauda con la otra.

Las desviaciones de unos ingresos exhaustos. Los ingresos ya marchan este año por debajo de lo previsto. En los mismos Presupuestos se admite que se esperaba recaudar unos 176.782 millones, pero al final sólo se obtendrán 174.562 millones según el avance de recaudación, en buena medida porque hay una devaluación salarial que reduce las rentas y el consumo. En lo que llevamos de año hasta agosto, las bases imponibles han caído un 5,5 por ciento. Aunque el calendario no es uniforme y todavía faltan las liquidaciones de IVA y los pagos fraccionados de empresas, entre enero y agosto sólo se recaudaron 259 millones más que el año pasado, cuando el objetivo es ingresar para todo el ejercicio unos 9.299 millones más.

Pero aun así, Montoro busca recaudar más en 2014. Y lo pretende hacer por tercer año consecutivo. Es cierto que la recaudación es muy baja para un país que pretende mantener un sistema del Bienestar, pero también es verdad que no se pueden ordeñar muchos más ingresos de golpe y porrazo. Hacienda ha puesto un parche tras otro según le surgían las necesidades de cuadrar las cuentas, en lugar de desarrollar un plan gradual que incorpore una reforma de los módulos, la supresión de deducciones o la ampliación de bases como por ejemplo en el IVA.

Las inciertas previsiones de la Seguridad Social. El mayor desvío de los Presupuestos quizás puede identificarse en las pensiones. Pese a que se ha enchufado ya casi todo el dinero que corresponde a la Seguridad Social, ésta ya arroja desviaciones en sus cuentas. De acuerdo con la ejecución presupuestaria hasta agosto, las cotizaciones se hunden un 3,2 por ciento al tiempo que las pensiones contributivas se disparan un 4,9 por ciento. Y para 2014 el gasto en pensiones crece en unos 6.000 millones a la vez que se prevé una pérdida de cotizaciones de unos 3.000 millones. Incluso si hay que tener en cuenta que en 2013 el Estado ha abonado unos 1.200 millones de obligaciones retrasadas que no había pagado a la Seguridad Social y que en 2014 no se repetirán, el hecho es que se está presupuestando sobre unos cálculos iniciales de 2013 que no se están cumpliendo y por lo tanto puede reeditarse la desviación, por mucho que en 2014 prácticamente se congelen las prestaciones, se suban las cotizaciones, se luche contra el fraude y además baje el gasto en incapacidad temporal y maternidad.    

Al mismo tiempo, el Gobierno eleva el gasto en prestaciones por desempleo un 10,1 por ciento, dejándolo en los 29.429 millones, hecho que se compadece bastante mal con una mejora de la economía. De nuevo, se estimó mal esta partida al fijarla para 2013 en los 26.993 millones y el Ejecutivo ha tenido que extender un crédito por valor de 5.800 millones para cubrir el desfase.    

Mientras el endeudamiento continúa su senda imparable. La deuda pública ascenderá en 2014 al 96,8 por ciento del PIB. En 2015 se situará en el 99,7 por ciento, y en 2016 alcanzará el 100,6 por ciento del PIB. En los Presupuestos del año pasado, la previsión era en cambio del 85,8 por ciento del PIB para 2013, del 86 para 2014 y del 85,9 para 2015. Con una deuda cada vez mayor pero una prima de riesgo a la baja, la partida de intereses sumará en 2014 los 36.000 millones, algo mejor que los 38.000 millones presupuestados para 2013 pero por encima de los 34.000 millones que probablemente se acaben desembolsando en el presente ejercicio gracias a la relajación de los mercados.

La incapacidad manifiesta a la hora de controlar una deuda disparada nos hace muy susceptibles a cualquier cambio de humor entre los inversores. Incluso después de todos los esfuerzos presupuestarios, aún queda un ajuste de 30.000 millones para lograr el llamado superávit primario, ése que se calcula excluyendo el pago de intereses y que mide la capacidad de un país para hacer frente a su deuda porque se supone que los intereses simplemente se van abonando con los crecimientos nominales del PIB, esto es, el crecimiento combinado con la inflación. Todo ello sugiere la necesidad de un plan B en el caso de que las cuentas vuelvan a descontrolarse, tal y como ya ha ocurrido en 2012 y 2013. En los dos ejercicios, Montoro se ha visto obligado a tomar medidas adicionales para asegurarse el cumplimiento de las cuentas. ¿Y qué hace pensar que en 2014 pueda ser diferente?

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