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Economía

El PSOE quiere recaudar 7.000 millones por el Impuesto de Patrimonio, tres veces más que Podemos

Pedro Sánchez junto a Antonio Miguel Carmona y Ángel Gabilondo en la presentación del candidato a la Comunidad de Madrid.

Las elecciones se aproximan. Y en estos tiempos de crisis el terreno de los impuestos es uno de los más abonados para el populismo. A pesar de que el Impuesto de Patrimonio es un tributo en retroceso y prácticamente eliminado en todos los países de nuestro entorno, el PSOE y Podemos quieren emplearlo como un estandarte en su batalla contra los ricos y la desigualdad.

Inspirados por el economista Piketty y su obra El Capital en el Siglo XXI, cualquiera diría que ha comenzado una carrera para ver quién exprime más esta figura tributaria. Y por el momento parece que el PSOE ha adelantado por la izquierda a Podemos. El actual cerebro económico del PSOE, Manuel de la Rocha, declaró hace no mucho que pretendía recaudar por Patrimonio unos 7.000 millones de euros, 6.000 millones más que lo que se ingresa en la actualidad.

Por el contrario, Pablo Iglesias anunció en su Debate del Estado de la Nación alternativo que pretendía recaudar por Patrimonio un 0,23 por ciento del PIB, es decir, unos 2.300 millones de euros, precisamente el récord de recaudación por este impuesto en los años pico de la burbuja.

Sorprende la relativa prudencia de Podemos a la hora de anunciar cuánto podrá ingresar por este impuesto. No en vano, en un alarde de moderación cuando presentó sus propuestas económicas, Iglesias apostilló: "Sabemos que necesitamos a los ricos, pero les vamos a pedir responsabilidad".

En cambio, el extremismo de algunos miembros de la dirección de Pedro Sánchez ha despertado la indignación en las filas socialistas. “Nos estamos pasando de Podemitis. En lugar de tomar el centro que es donde ganaremos las elecciones, estamos compitiendo con Podemos por la parte más izquierdista del espectro ideológico”, comentan algunas fuentes del partido.

Aunque De la Rocha pretende mantener el mínimo exento de este impuesto en los 700.000 euros más los 300.000 de la vivienda habitual, eliminaría su tope máximo, el cual consiste en que la tributación conjunta de renta y patrimonio nunca puede superar el 60 por ciento de la base imponible del IRPF.

“Nos estamos pasando de Podemitis. En lugar de tomar el centro que es donde ganaremos las elecciones, estamos compitiendo con Podemos por la parte más izquierdista del espectro ideológico”, comentan algunas fuentes del Partido Socialista.

De la Rocha también defiende que se impute una renta anual por los fondos de inversión y las sicav que luego se pueda restar de la liquidación. Suprimiría exenciones a las empresas familiares e impediría que Comunidades como Madrid no hagan caja por este impuesto. Los esfuerzos de Taguas y Sebastián por hacer entender al Partido que el Impuesto de Patrimonio grava dos veces lo mismo y penaliza la inversión se están diluyendo como un azucarillo. Bajo estas tesis, el propio Zapatero suprimió el Impuesto de Patrimonio en el 2008.

Pero ahora las tesis de moda son las del francés Thomas Piketty. Y éste sostiene que el rendimiento del capital es superior al crecimiento de la economía. Así que para combatir la desigualdad propone un impuesto sobre la riqueza con un tipo que se vaya aplicando progresivamente hasta el límite del 80 por ciento en el caso de los superricos. Cuando Pedro Sánchez departió con Piketty en Madrid, compartió la necesidad de gravar más la riqueza. Pero nunca hasta los niveles recomendados por el economista galo.

Sin embargo, De la Rocha se ha mostrado bastante más radical. Y él es encargado de diseñar el programa de medidas. El debate en el seno del PSOE ha comenzado. Varias fuentes socialistas insisten en que el diseño del programa no se ha concluido todavía y esperan que esta propuesta se modifique muy sustancialmente.

El Impuesto de Patrimonio es una figuara en desuso en la fiscalidad internacional. La mayoría de los países de la OCDE lo ha suprimido

El Impuesto de Patrimonio es una figura absolutamente en desuso en la fiscalidad internacional. La mayoría de los países de la OCDE lo ha suprimido por diversas razones. En primer lugar, porque recauda poco y el grueso del castigo tributario lo soportan fundamentalmente las clases medias, ya que los ricos son pocos y tienen mucha facilidad para eludir el pago o cambiar de domicilio. O lo que es lo mismo: en contra de lo que pretende Piketty fracasa en su propósito de redistribuir la riqueza. Incluso Piketty reconoce que no sería ni de lejos suficiente para financiar el Estado del Bienestar y que se necesitaría la existencia de controles internacionales que eviten que las grandes fortunas se escapen.

En segundo lugar, penaliza el ahorro y desincentiva la atracción de las grandes fortunas y, por lo tanto, su inversión. Y tercero, se trata de unas bases que normalmente ya se gravan por Renta, por Sucesiones y Donaciones o por IBI. Es decir, en la práctica es un impuesto confiscatorio porque hace tributar dos veces por lo mismo, de modo que resulta más equitativo y eficiente suprimirlo, tal y como de hecho propuso la comisión de expertos de la reforma fiscal.

En España, este tributo está cedido a las Comunidades Autónomas, las cuales fijan las tarifas, los mínimos exentos y las bonificaciones o deducciones. Y lo hacen de manera muy dispar. Hasta el punto de que en Madrid no se paga y en Cataluña el impuesto es muy alto. Con un mínimo exento de 500.000 euros y un tipo máximo del 2,75 por ciento, los catalanes ingresan por Patrimonio mucho más que en ninguna otra Autonomía.

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