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Economía

¿Peligra la recuperación? Las seis claves de la tercera recesión que anticipa el ministro Luis de Guindos

Recién llegado de las vacaciones, el ministro Luis de Guindos remató su primera intervención pública con una advertencia fatídica: se percibe el riesgo de una tercera recesión en Europa. Con un pie prácticamente fuera del Gobierno, sus palabras resonaron como las de un Pepito Grillo que mentaba la bicha. De golpe y porrazo, la principal baza electoral del Ejecutivo de Mariano Rajoy parecía descuajaringarse sin remedio. Ahora bien, ¿a qué viene semejante advertencia? ¿De verdad está la cosa tan mal? Pues se lo intentamos resumir en seis claves:

La primera, el comportamiento de la economía española no era tan bueno como el que pintaban. Cierto es que durante la primera mitad de año la economía había crecido con más vigor de lo esperado. Pero ese crecimiento estaba dopado. En cuanto los españoles perdieron el miedo a quedarse sin empleo retomaron numerosas compras de bienes duraderos que habían postergado, en especial las de coches impulsadas por las ayudas del plan PIVE. Y otro tanto sucedió con las empresas, las cuales volvieron a invertir con fuerza tan pronto palparon un cambio de perspectivas. Sin embargo, este crecimiento no era sostenible. Es más, el conjunto de las familias llegó a gastar por encima de la renta disponible que había generado. O lo que es lo mismo, se recurrió al desahorro, empeorando de nuevo los desequilibrios con el exterior.

La segunda clave: se vislumbra una moderación del crecimiento pero no la recesión. En las previsiones del segundo semestre de este año se detecta una ralentización del PIB a unos niveles más acordes con la capacidad de una economía muy lastrada por el paro y el exceso de endeudamiento. Es decir, una vez acabado el tirón artificial del consumo, en los próximos meses creceremos pero menos. 

En tercer lugar, pese a la ralentización que viviremos en la segunda mitad del 2014, varios factores pueden empujar a favor de la economía el año que viene. Las medidas del BCE pueden ayudar mucho a países como España que realmente precisan una mejora de las condiciones financieras. El euro por fin baja y facilitará las exportaciones. El final de los test de estrés de las entidades financieras podría permitirles abrir un poco la mano con el crédito. Y la rebaja fiscal de Montoro representará otro estímulo para la economía. De tal modo que combinación de todos estos factores podría hacer que el crecimiento alcance en 2015 la cota del 2 por ciento.

La cuarta: incluso así, las perspectivas en Europa son preocupantes y pueden sustraer algunas décimas de crecimiento a España tal y como apunta Guindos. El comercio mundial ha sufrido un frenazo. El conflicto ruso incide negativamente sobre el comercio y la inversión. Alemania sigue sin mostrar el empaque necesario para tirar del carro, disparando en el primer trimestre la construcción por la buena climatología pero provocando una recaída temporal en el segundo al haber adelantado la actividad. Por su parte, galos y transalpinos atraviesan serias dificultades para reanimar sus economías y además han de aprobar reformas que en un primer momento pueden tener un efecto contractivo. Ni sus inversiones ni sus exportaciones arrancan. Para colmo, las reformas que se han adoptado en la periferia incluyendo a España han servido para mejorar la competitividad, pero a costa de restar en parte mercado a franceses e italianos.

Quinto, Draghi puede brindar toda la liquidez del mundo. Pero hay países o agentes económicos que no pueden endeudarse más. Aquellos con capacidad para hacerlo como Alemania deberían aprovechar su margen para fomentar el crecimiento, o eso sugiere el presidente del BCE. Sin embargo, no se atisba por ninguna parte la voluntad de los alemanes de incentivar el consumo y la inversión, ni siquiera con un plan paneuropeo. Y ello priva a Draghi de una de las patas de su plan para sacar a la economía europea de la atonía.  

Sexto: da igual lo que digan en público, el Gobierno en privado está muy preocupado por la recuperación. Si ésta no cobra el vigor necesario, los populares tendrán muy difícil gestionar las expectativas. Con unas elecciones en juego, corren el riesgo de que el crecimiento resulte a todas luces insuficiente y apenas corrija los terribles problemas de paro y exceso de endeudamiento, socavando el principal argumento en el que basan toda su estrategia electoral. De ahí que sea tan importante para el Ejecutivo que Alemania impulse la actividad, que Francia e Italia se reformen y que el BCE avance en la expansión de la liquidez.

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