Quantcast

Economía

Las cuentas de Montoro, puestas en entredicho en sólo tres meses por Eurostat, el Banco de España, la Comisión Europea... y los mercados

El Gabinete de Rajoy se ha empeñado en trasladar a la ciudadanía que el sacrificio de 2013 será bastante más asequible que el del año anterior. Sin embargo, ha bastado el primer trimestre para que las cuentas de Cristóbal Montoro empiecen a resquebrajarse. Ninguna de las previsiones del cuadro macro se cumple: el PIB se despeña, la prima de riesgo repunta, el desempleo se enquista y, para colmo, Eurostat ha corregido por primera vez la contabilidad de Hacienda, sembrando dudas sobre la credibilidad del Ejecutivo.

La impudicia de Montoro    

Con las hechuras de un John Wayne listo para el duelo final en su O.K. Corral, tenso ante la rueda de prensa que le mediría con los mercados, Montoro presentó hace escasas semanas los resultados definitivos de las cuentas de 2012. Allí, el ministro de gatillo fácil disparó contra todos los que le acusaban de manipular las devoluciones para rebajar el déficit público. “Eurostat nunca ha corregido a España, ni con este Gobierno ni con otro”, se jactó con una chulería impropia de un titular de Hacienda.

Y conforme avanzaba la comparecencia, Montoro se fue creciendo. Exultante tras haber reducido el déficit incluso por debajo de las expectativas del mercado, repartió estopa para todos: que los analistas se habían equivocado; que España iba a crecer por encima de cualquier previsión; y que había recortado el déficit estructural más que ningún otro país desarrollado. De acuerdo con la versión del ministro, el esfuerzo fiscal estaba prácticamente hecho y este año resultaría bastante menos arduo.

Tristemente, en sólo unas semanas la amarga realidad se ha impuesto. El tiro ha salido por la culata, y al ministro le han llovido correctivos procedentes de todas partes, desde Eurostat a la Comisión Europea, pasando por el Banco de España y por un nuevo calentón de la prima de riesgo.

El ministro paga cara su insolencia

Tal y como avanzó en exclusiva este diario, Hacienda estuvo retrasando las devoluciones de impuestos para conseguir en el último tramo del año una recaudación récord, prácticamente en los mismos niveles que en 2007, el ejercicio de mayores ingresos fiscales de la historia de España. Aunque esta práctica se encontraba dentro de los límites de la norma, el hecho no pasó desapercibido en Bruselas, máxime después de la insolencia de Montoro. De modo que un Eurostat indignado denunció el aprovechamiento espurio de las reglas y las modificó, obligando a España a anotar las devoluciones en el año al que correspondían. Como resultado, el déficit se elevó desde el 6,74 proclamado a bombo y platillo, hasta el 6,98 por ciento del PIB, unas dos décimas más que ponen la credibilidad de Montoro contra las cuerdas.

El mercado pasa factura

Siempre alérgicos a todo lo que parezca maquillaje contable, los inversores castigaron la rectificación a Montoro con un alza de la prima de riesgo, que este jueves rondaba los 380 puntos. Una cifra que dificulta la consecución del cuadro macro y por tanto de las cuentas, al cebar el consabido círculo vicioso de la ausencia de financiación que ahoga, a su vez, el crecimiento.

Y estos prohibitivos costes de financiación engordan pese a la mano invisible del BCE y su promesa de hacer incurrir en pérdidas a cualquiera que especule contra los países del euro. Amén del escaso crecimiento europeo, tres hechos están haciendo el camino aún más empinado para España: por un lado, la ingobernabilidad de Italia, en donde todo apunta a que habrá nuevas elecciones y, por lo tanto, varios meses más postergando las reformas. Por otro, el caso de Chipre ha puesto una vez más en evidencia la incapacidad de la UE para alcanzar decisiones, incluso cuando se trata de una economía que sólo representa el 0,2 por ciento del PIB europeo. Y encima un nuevo rescate se avecina en la lontananza, el de Eslovenia, cuya balanza por cuenta corriente presenta un aspecto muy preocupante.

Advertencia del Banco de España

Este martes, el Banco de España arrojó más leña al fuego avivado por la prima de riesgo, augurando un desplome de la economía en 2013 del -1,5 por ciento, bastante por debajo de la estimación del Gobierno, situada en un descenso del -0,5 por ciento. Aunque Rajoy ya había adelantado que esta previsión se enmendaría para dejarla en una caída del -1 por ciento, los pronósticos de la institución presidida por Linde obligarán a rehacer todos los Presupuestos de Montoro.  

“Hay que recuperar la credibilidad y ello implica apostar por unas previsiones presupuestarias más realistas, ajustadas a un contexto en el que los gastos financieros y de la Seguridad Social van a subir más, al tiempo que los ingresos disminuirán”, explica Francisco de la Torre, de la Organización Profesional de Inspectores Fiscales.

Los analistas comienzan a barruntar otro junio trufado de medidas que ayuden a enderezar las desviaciones de las cuentas. “No se puede transmitir el mensaje de que la consolidación fiscal ha quedado prácticamente suspensa”, comentan. De hecho, el déficit registrado por el Estado central en los dos primeros meses del año ya es casi tres décimas superior al del año pasado y se coloca en el 2,22 por ciento, pese a que el objetivo para el conjunto del ejercicio se encuentra en el 3,8 por ciento.

Si el desempleo se encarama al 27 por ciento frente al 24 contemplado por el Ejecutivo, los números de la Seguridad Social volverán a desviarse. Por no hablar de cuán difícil se antoja la misión del Estado central de aumentar este año los ingresos tributarios en más de 5.000 millones. La recesión podría convertir este objetivo en algo imposible, a menos que se suban impuestos otra vez, probablemente centrándose en retocar el IVA, los verdes o suprimir algunas deducciones.

Y el toque de atención de Bruselas

Pese a lo contento que se mostró el Ejecutivo con las previsiones de invierno de la Comisión, varias fuentes próximas al Gabinete reconocen que en realidad supusieron un fuerte varapalo. Por dos razones: de una parte, porque Bruselas establecía que si no se tomaban más medidas el déficit de España para 2013 se elevaría hasta el 6,7 por ciento del PIB. Incluso si se consigue que la meta oficial se relaje hasta el entorno del 5,5 o el 5,7 por ciento, aún quedaría un punto entero por ajustar, unos 10.000 millones a los que habría que sumar toda la desviación producto del paro y el retroceso de los ingresos.

De otro, en contra de lo que siempre afirma Montoro, la Comisión argumentó que España apenas había reducido su déficit estructural, aquel desfase presupuestario que es permanente, no obedece a que haya una recesión y, por tanto, se mantendrá incluso cuando salgamos de la crisis. Según los guarismos de Bruselas, nuestro país acumula el tercer mayor déficit estructural de Europa, un 5,9 por ciento del PIB sólo superado por Irlanda y Reino Unido. Esta cifra se basa en que los analistas de la Comisión asumen que una parte sustancial del paro se convertirá en cuasipermantente, un duro recordatorio de los años que tardaremos en recomponer el mercado laboral.

El 5,9 por ciento supone además un serio toque de atención al Gobierno y presagia la necesidad de más ajustes, sobre todo en las pensiones y en la prestación por desempleo. Por mucho que Montoro insista en lo contrario, tenemos por delante un largo 2013 y no se descartan nuevos volantazos en la política económica.

Ya no se pueden votar ni publicar comentarios en este artículo.