Quantcast

Economía

Sectores del PP catalán exigen a Hacienda que publique las balanzas fiscales entre Cataluña y el resto de España

La secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, y la presidenta del PP-C, Alicia Sánchez-Camacho.

Varios sectores del PP catalán exigen al Ministerio de Hacienda que publique cuanto antes las balanzas fiscales entre Cataluña y el resto de España. Y lo demandan por dos razones: por un lado, al objeto de desmontar el victimismo y las medias verdades que pregonan a los cuatro vientos tanto Esquerra como la Generalitat presidida por Artur Mas. Y por otro, con la intención de conseguir un tratamiento fiscal algo más favorable para Cataluña en la próxima reforma tributaria que prepara el Gobierno de Rajoy y que entrará en vigor en 2015.

La pelea por Cataluña en el seno del PP ha comenzado. Con Ciutadans pisándole los talones en las encuestas y ninguneada en las conversaciones entre Rajoy y Mas, Alicia Sánchez-Camacho necesita que se vea un PP más sensible a las cuestiones relativas al déficit fiscal. La presidenta del Partido Popular de Cataluña ha de salirse del guión habitual de los populares y pedir prácticamente a la desesperada una mejora de la financiación pese al rechazo que inspira este asunto entre el resto de barones regionales. En definitiva, debe demostrar que su peso dentro del partido obtiene réditos importantes para Cataluña.

Sin embargo, su problema consiste en que el PP gana votos en el resto de España cada vez que esgrime un rotundo no a las peticiones de más dinero por parte de Cataluña. En cuanto se habla de Cataluña, los barones regionales se llevan la mano a la cartera para comprobar si sigue ahí, sobre todo en Madrid, donde siempre se anda con la sospecha de que, en mayor o menor medida, la factura de todo esto la terminará pagando la capital.

Así que no es de extrañar que este lunes, ante el comité de dirección del partido sito en la calle Génova, Sánchez-Camacho encajase un severo varapalo a su propuesta de financiación basada en dos patas: la primera, el establecimiento de un límite a la solidaridad interregional bajo el llamado principio de ordinalidad, que conlleva no perder nunca puestos en el ránking de renta per cápita tras haber aportado a la caja común. Y la segunda, que cualquier ayuda interregional sea finalista, al igual que se ha hecho en Europa con los fondos estructurales y de cohesión. Tristemente para Camacho, tan pronto se oyeron estas dos ideas, la cúpula del PP las rechazó de plano afirmando que no se podía quebrar la solidaridad.

Enfrentado con esta negativa, el PP catalán no ha tenido más remedio que escapar hacia delante y exigir a Hacienda la publicación de las balanzas fiscales. El propio vicesecretario de Acción Política del PP catalán, Enric Millo, pidió este lunes que se diesen a conocer cuanto antes las balanzas. Éstas tratan de reflejar la diferencia entre los ingresos tributarios que aporta una comunidad y los desembolsos que realiza el Estado en esa comunidad. O dicho de otro modo, comprobar cuánto se da y cuánto se recibe.

Unas balanzas desfasadas

El estudio de balanzas fiscales que presentó la Generalitat presidida por Artur Mas se manipuló mucho al no contabilizar buena parte de los gastos de los Ministerios, el déficit del Estado que corresponde a Cataluña, los fondos europeos, el agujero de las pensiones catalanas que se paga con el superávit de Madrid, o el IVA que es abonado por un ciudadano de otro territorio pero declarado por una empresa catalana. Fechado en 2009, de esta guisa se calculó un déficit fiscal de 16.000 millones, una cifra que ahora se antoja prácticamente imposible, ya que el presupuesto de la Generalitat alcanzó en 2012 los 31.761 millones y todo lo que recaudó la Agencia Tributaria en Cataluña ascendió a los 33.220 millones.

Por no hablar de que Solbes sólo logró cuadrar el sudoku autonómico tras comprometer 4.500 millones con Cataluña, y desde entonces esta región ha pasado a ser receptora neta de los fondos de financiación de las CCAA. De algo tenía que servir a CiU el haber sido año tras año pieza esencial en la aprobación de una parte importante de los Presupuestos de la democracia.

Respecto a las otras balanzas fiscales publicadas, éstas datan del 2005. Elaboradas por el Instituto de Estudios Fiscales y hechas públicas por Solbes para justificar un mejor trato a Cataluña, contaban con hasta seis metodologías que ofrecían otros tantos resultados. En resumen, la conclusión de éstas era que Madrid y Baleares eran de largo las que más contribuían, seguidas de cerca por Cataluña. Pero tras la mejora de financiación de Solbes, el agujero creado en las pensiones catalanas por valor de 1.890 millones, la caída de un tercio de los ingresos fiscales en Cataluña, y el aumento por la crisis de los gastos del Estado central en el Principado, ahora fuentes del PP catalán esperan que el resultado sea muy diferente si las balanzas se publican. Es más, creen que arrojará sorpresas. Y todo esto lo dicen en la confianza de que la reforma tributaria que se alumbrará en 2015 traerá debajo del brazo una financiación mejor para Cataluña, aprovechando una cierta recuperación de la actividad.

Pero por el momento Montoro se niega en redondo y sólo las desvelará cuando haga la reforma fiscal. El problema del Ministerio de Hacienda reside en que las balanzas fiscales no son más que el natural reflejo de la naturaleza redistributiva del Estado de Bienestar. Allá donde hay más riqueza se pagan más impuestos. Y allá donde hay menos se dan más prestaciones. Y, por supuesto, las más ricas siempre son las que más se benefician del comercio interregional. Si Montoro cediese, entonces se pondría en tela de juicio toda la progresividad del sistema tributario español.

Ya no se pueden votar ni publicar comentarios en este artículo.