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Economía

El Gobierno presenta un presupuesto con las previsiones infladas a la espera del rescate

Una vez más, el Gobierno presenta unos Presupuestos restrictivos. Sin embargo, hay tres importantes objeciones a este ajuste por valor de unos 13.000 millones: por un lado, las partidas más gruesas apenas se tocan. Por otro, las previsiones sobre las que se confeccionan las cuentas se antojan demasiado optimistas, sobre todo si se valora la gran incertidumbre que aún puede generarse durante 2013.

Y, para colmo, Hacienda considera que el balance de 2012, usado como referencia para elaborar estos presupuestos, es bueno, cuadra y por tanto no provocará un desvío que, a su vez, obligue a rectificar las cuentas de 2013.

Todo ello hace presagiar que el Gobierno aprueba estos cálculos con la vista puesta en un posible rescate y que habrá que tomar medidas adicionales más adelante.

Las principales partidas prácticamente no se rebajan. Las pensiones, el gasto en personal, las prestaciones por desempleo, los intereses de la deuda y la inversión en I+D+i copan juntos casi el 70 por ciento de los desembolsos del Estado central y apenas sufrirán modificaciones importantes.

De hecho, la amortización de intereses engorda en unos 10.000 millones y el montante de las pensiones sube aproximadamente un 4 por ciento. Incluso dejando casi a cero la tasa de reposición de funcionarios, éstos se convierten en jubilados y hay que seguir pagándoles.

Ello implica que la mayor parte del recorte se dirige a los capítulos ministeriales y que una porción muy considerable del gasto estructural no se revisa a la baja. Llegado el caso de un hipotético rescate, Europa impondrá que se aplique la tijera sobre estos apartados.

Las previsiones para la economía y por tanto de los presupuestos parecen optimistas. El Gobierno prevé que el PIB sólo caerá un 0,5 por ciento, mientras que la mayoría de los analistas ofrecen estimaciones peores, unas contracciones en el entorno del 1 por ciento. Por ejemplo, el FMI pronostica una caída del 1,2 por ciento.

Las cifras se antojan especialmente infladas si se observa con detenimiento la caída del consumo nacional y de la formación bruta de capital (inversión). Según las proyecciones del Ejecutivo, el consumo en España menguará un 1,4 por ciento. Pero tal dato no resulta creíble una vez se tiene en cuenta el efecto sobre el consumidor que pueden tener las subidas del IVA y del IRPF, las rebajas de salarios, el enquistamiento del paro y el ritmo de desplome del crédito.

Y lo mismo sucede con la formación bruta de capital al considerar la contracción de la financiación, el batacazo de la construcción, el tijeretazo a la inversión pública y la ausencia de inversión empresarial ante unas perspectivas sombrías. Ésta se hunde casi un 10 por ciento en 2012. Sin embargo, el Gabinete de Rajoy pronostica un sorprendente 2,2 por ciento para 2013.

El maquillaje de ambos guarismos sirve al Gobierno para poder afirmar que el decrecimiento de la economía se ceñirá al 0,5 por ciento y justificar así una recaudación más abultada en un 3,8 por ciento, en parte apuntalada por un alza tributaria por importe de 4.735 millones. Precisamente esto permitirá al Ejecutivo compensar en las cuentas un aumento del gasto del 5,3 por ciento si se suman Estado central y Seguridad Social.

Hacienda también anuncia un incremento de las exportaciones bastante considerable, del 6 por ciento. Pero éstas tendrán por delante otro año con una coyuntura mundial complicada y un euro aún caro. Dependerán mucho del comportamiento del resto de Europa, donde el crédito también retrocede, de Estados Unidos e incluso de China. Además, las ventas al exterior todavía no han adquirido el peso suficiente como para tirar tanto del resto de la economía.

Por otra parte y a pesar del retroceso del PIB, el Gobierno augura un pequeño descenso del porcentaje de desempleo desde el 24,6 hasta el 24,3 por ciento. Esto sólo se explica porque la población activa disminuye. Y el hecho de que haya menos personas que puedan cotizar para las pensiones y con sueldos más bajos significa que los ingresos de la Seguridad Social se erosionarán todavía más. Este año el Gobierno ya ha tomado 4.500 millones de las mutuas para hacer frente a las pensiones y va a disponer de otros 3.000 más del Fondo de Reserva. Un desfase en la SS que casi asciende a los 8.000 millones y que empeorará en 2013. Sin embargo, el Ejecutivo únicamente prevé compensar este futuro desvío con una aportación de 6.000 millones.

Hacienda da por buenos los presupuestos de 2012 pese a la desviación que están sufriendo. Como es habitual, estas cuentas se constituyen sobre la base de los presupuestos iniciales del año pasado. Durante la época de bonanza, esto no representaba un problema.

Pero en medio de una coyuntura recesiva los planes nunca se cumplen. Los presupuestos iniciales de 2012 han sido demasiado optimistas en buena parte de las principales partidas. El gasto en pensiones, desempleo e intereses de la deuda se ha disparado al tiempo que los ingresos se evaporaban.

Pese a que Montoro insiste en que se conseguirá la meta de recaudación tributaria, parece difícil que se logre incluso con el alza del IVA. Y en cualquier caso muchos gastos todavía no se han embridado, máxime cuando éstos suelen subir hacia finales de año, por mucho que el titular de Hacienda ahora sostenga que esto nunca ha sido así.  

La economía entrará en el 2013 cayendo a una tasa del 2 por ciento. De modo que el Gabinete de Rajoy lo fía todo a una mejora en el segundo semestre del año que viene. No obstante, ese horizonte se vislumbra muy lejano. La incertidumbre campa por los despachos de las altas instancias europeas y de los inversores. Basta con que el núcleo de halcones de la UE encabezados por Alemania vuelva a querer apretar las tuercas para que los ataques de los mercados se recrudezcan.     

En semejantes circunstancias, existe un riesgo muy elevado de que el PIB caiga mucho más en cuanto se desate una espiral negativa de recortes forzados por Bruselas, mayor recesión y por tanto caída de ingresos, que a su vez conducirán a más ajustes acompañados de la asfixia financiera. Y el problema es que los alemanes han confesado al Ejecutivo español que Merkel no tendrá las manos libres hasta sus elecciones a finales de 2013. Demasiado tiempo.

La recesión avanzará durante 2013 y lastrará aún más la recaudación otra vez, lo que hará de nuevo muy difícil que se cumplan los objetivos de déficit público. Todo indica que las cuentas se han pergeñado a la espera de un rescate europeo que fuerce otra batería de tijeretazos en los capítulos más gruesos y, quizás, en la estructura del Estado. Las negociaciones de Guindos con el BCE, el FMI, la Comisión, Francia, Alemania e Italia continúan.

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