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Economía

JP colocó Bankia a 3,75 euros, la mejoró después y ahora la rebaja a 0,31

El banco de inversión estadounidense JP Morgan fue el coordinador global de la salida a Bolsa de Bankia aun no hace un año, junto a otras firmas como UBS, Merrill Lynch o Deutsche Bank. El 20 de julio, Rodrigo Rato y Antonio Zoido tocaban la campana en Bolsa de Madrid. Bankia salió a 3,75 euros y un valor total de algo menos de 3.100 millones de euros. Meses más adelante, ante el castigo que la entidad comenzaba a sufrir en Bolsa, JP elevó su precio objetivo a 3,80. Esta semana, ha sido de las primeras casas de análisis en aplicar un tremendo recorte, rebajando su precio a 0,31 euros. Eso supone que revisar el valor de una compañía de 3.100 a menos de 250 millones de euros. Las víctimas: los accionistas minoritarios, que pueden ir provisionando valor 0, tal como hacen los bancos, aunque a ellos no les vaya a rescatar nadie. La gente no es sistémica. 

El ministro de Economía y Competitividad, Luis de Guindos, dijo la semana pasada que la colocación de la entidad en Bolsa fue un error, aunque algunos expertos le han criticado, ya que es muy fácil hablar del pasado y que, además, ese no era su discurso cuando era consejero de Banco Mare Nostrum.

Lo cierto es que entonces, Bankia tuvo que salir a Bolsa de manera apresurada, ante los nuevos requerimientos de capital del Gobierno Zapatero, totalmente presionado por las autoridades europeas. La operación se saldó con un precio de 3,75 euros, que valoraba la entidad a casi 3.100 millones de euros. JP Morgan fue el coordinador global de la operación. El importe captado, en teoría, sirvió para elevar los ratios de capital a las cifras exigidas. Prueba superada con éxito, por tanto, ya que hubo temor real a que fracasara la operación. Ya entonces, habia fuertes incertidumbres sobre el sector bancario español.

Esos temores, sin embargo, eran mitigados desde el Banco de España, desde Economía, desde el propio sector bancario y, por supuesto, desde las entidades colocadoras y las auditoras. En ese periodo, salió al mercado también Banca Cívica y Caixabank. 

Mimo

Durante un tiempo se notó el mimo del banco de inversión estadounidense. Mientras se sostuvo la cotización, se pudo ver a JP liderando las compras y en mercado se daba por hecho que era el 'cuidador' del valor. En octubre, como puede verse en la imagen, comenzó a emitir informes a título personal sobre la empresa, una vez finalizado el mandato de colocación probablemente, elevando aun más la valoración, hasta 3,80 euros por título.

Eran momentos en los que ya arreciaba la crisis y el valor cedía posiciones. Cotizaba a 3,55 euros, lo que suponía un ligero descenso respecto a los precios de salida. JP entonces salió a darle un empujón hacia arriba. En ese informe del 6 de octubre, el principal riesgo que veía a la compañía era “principalmente macro”. Le otorgaba un potencial de subida del 7%. Moderado, pero mejor que el precio de salida. 

La cosa se fue estropeando y en mayo, cuando Rato se marchó, JP aplicó entonces un recorte brutal, hasta 1,70/acción, con recomendación de venta, por supuesto. Un ajuste demasiado drástico, rozando lo grosero, que suponía cambiar radicalmente la percepción que había emitido hasta la fecha sobre la entidad bancaria.

Rato se fue y comenzaron los cálculos sobre la inyección de capital que debería realizar el Ejecutivo en la compañía. Los acontecimientos se sucedieron y este mismo lunes, JP Morgan ha sido, junto a Nomura, la primera entidad en aparecer con tijeretezos que dejan la entidad valorada casi a 0. JP la dejó a 0,31 y la japonesa, (firma también muy involucrada en el proceso de reordenación del sector en España) a 0,20. Tal vez a JP se le hizo muy duro bajar tanto como otros que no han dudado en establecer rangos de 0,15-0,20.

Pérdidas absolutas

Sin ir más lejos, Exane BNP Paribas decía en un duro informe que “los inversores que quedan en la entidad deben ir afrontando una casi total pérdida del valor de sus acciones”. Algo complicado de asumir para esos titulares, ya que muchos son clientes de la entidad, a los que les vendieron los títulos en la colocación. Los bancos también echaron una mano por corporativismo para que la colocación saliera bien (a todos les iba algo en juego), pero poco a poco se fueron saliendo sin hacer ruido.

Los alrededor de 400.000 clientes que se calcula que compraron acciones, que deben ser los que realmente están en el capital, dejando de lado el BFA intervenido por el Gobierno, son, una vez más, la parte débil de la cadena.

Ellos compraron, recomendados por la red de oficinas que, a su vez, empleaba los informes y valoraciones de los colocadores. Por su parte, estos dirigirán las miradas a las auditoras si alguien les echa en cara esos valores. En este caso, Deloitte hizo estallar la crisis que acabó en intervención, al negarse a firmar las cuentas hace apenas dos semanas. 

Pero, una vez estallado el escándalo, el colocador se limitó a rebajar un 80% la valoración de golpe, hasta 0,31 euros, lo que supone establecer que Bankia no vale ni 250 millones de euros. ¿Se trata de casos de flagrante incompetencia, tanto de colocadores como auditores, o de estafa por parte de antiguos gestores? ¿O, simplemente, que algunas empresas lo único que quieren es firmar un deal, sin importarle realmente lo que hay detrás, sabiendo que no van a tener en ningún caso ningún tipo de responsabilidad? Hay muchos ejemplos de esto en la historia moderna de las finanzas y nada parece que vaya a cambiar. 

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