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Economía

El fraude por IVA aumentó hasta en 7.000 millones entre 2007 y 2012, según la comisión de 'sabios'

La Comisión de la reforma fiscal ha analizado con detalle la evolución de las bases imponibles del IVA entre 2007 y 2012. Acto seguido, las ha comparado con la caída sufrida en la recaudación, y ha llegado a la conclusión de que hay un agujero de hasta 7.000 millones de euros que no tiene explicación y que puede corresponder al aumento del fraude fiscal en esta figura tributaria.

En concreto, tras haber neutralizado el efecto de las subidas impositivas, los autores de la reforma fiscal básicamente han cotejado en su informe la marcha del consumo con la de los ingresos. Y una vez hecho esto, sostienen que en el caso del IVA “persistiría un residuo negativo en la recaudación de casi 10 puntos, que en términos nominales supone alrededor de 7.000 millones de recaudación. Es posible que una parte de ese residuo, en todo caso muy difícil de estimar, haya sido consecuencia de un mayor volumen de fraude fiscal”.    

Y todo ello pese a que se ha encogido drásticamente la construcción, el sector al que mayor fraude siempre se le atribuye. Tal y como se puede comprobar en el gráfico, llama la atención cómo la recaudación de IRPF y cotizaciones se ha mantenido casi estable gracias las subidas impositivas y a que el ajuste del empleo se ha cebado más con los temporales que menos ganan y que, por lo tanto, menos impuestos directos pagan. En cambio, los ingresos por IVA se han anotado entre 2007 y 2012 un desplome del 9 por ciento a pesar de las continuas alzas del impuesto.

  

 

¿Una reforma en entredicho?

Los reiterados incrementos tributarios, la precarización de la economía y la deslegitimación del gasto público han alimentado el fraude fiscal del IVA como no ha sucedido con otros impuestos más sujetos a control. Y de acuerdo con algunos analistas consultados, ese agujero de 7.000 millones abona la duda sobre si en las actuales circunstancias es factible la propuesta de reforma patrocinada por las instituciones internacionales.  

El problema radica en que la reforma se basa a grandes rasgos en sustituir una rebaja del IRPF por un repunte del IVA. Y dada la propensión que existe en España a sumergirse en la economía B cada vez que se sube el IVA, ¿acaso no se corre el riesgo de que se pierda la recaudación de Renta pero que ésta no se compense con unos mayores ingresos por IVA? O dicho de otro modo, ¿y si el incremento del Impuesto sobre el Valor Añadido no da para financiar el recorte del IRPF?

Por si fuera poco, el asunto reviste todavía más gravedad al examinar el volumen de cuotas tributarias morosas o fallidas del conjunto de los impuestos, es decir, aquellas que se han apuntado como devengadas pero que difícilmente se cobrarán. Esta partida ha pasado de detraer 4.837 millones de los ingresos de 2007 a restar 7.935 millones de las arcas de 2012, de acuerdo con las cifras barajadas por los expertos de la reforma fiscal.

Y Montoro lo sabe

Cuando el PP alcanzó la Moncloa, toda la presión de Bruselas se centraba en que el nuevo Ejecutivo subiese el IVA para recomponer las malogradas cuentas públicas. Sin embargo, después de las alzas de este impuesto acometidas por el PSOE, Montoro se resistió con uñas y dientes. Forzado a escoger entre lo malo y lo peor, el titular de Hacienda decidió elevar el IRPF y el IBI en lugar del IVA. Y el motivo fue que en opinión del ministro ni la nómina ni la vivienda se escapaban con facilidad del Fisco. Pero en cambio cualquier incremento del IVA enseguida provocaba una estampida hacia la economía sumergida. Así que en este sentido los datos al final han dado la razón a Montoro.

De hecho, salvando los componentes culturales que influyen decisivamente a la hora de cumplir con las obligaciones tributarias, el cuerpo académico siempre recuerda que buena parte del fraude fiscal se encuentra ligado a la falta de competitividad y el escaso tamaño de las empresas en España, porque cuanto mayor es el tamaño, mayor es el incentivo a aflorar.

El cálculo de los sabios

Con los datos recogidos entre 2007 y 2012, los sabios han examinado la marcha del consumo privado, que cayó un 5 por ciento en términos nominales, el gasto corriente y de capital públicos, que retrocedió un 13 por ciento, el valor de las transacciones de vivienda nueva, que se desplomó un 70 por ciento, y los ingresos por turismo, que han engordado un 3 por ciento. A continuación, han llevado a cabo una recomposición de la cesta de la compra porque al disminuir la capacidad adquisitiva crece la proporción de productos consumidos que son más básicos y que por consiguiente se gravan con IVA reducido y superreducido, lo que a su vez implica una pérdida de ingresos. Y con esas cifras han elaborado una base imponible y la han contrastado con el desplome de la recaudación, lo cual les ha permitido encontrar ese residuo negativo de 7.000 millones.

¿Acaso una señal para navegantes? Tal y como apunta Francisco de la Torre en su libro ¿Hacienda somos todos?, “en el año 2007, el barómetro fiscal del Instituto de Estudios Fiscales, que se dejó de publicar en 2011, señalaba que un 49 por ciento de los encuestados justificaban abiertamente el fraude fiscal. […] La cifra no tiene parangón con otros países avanzados”.

Quizás por esta razón, los expertos de la reforma fiscal han prestado mucha atención al fraude y han recomendado que se mejoren los medios de la Agencia, estigmatizar al defraudador, acabar con el sistema de módulos y la creación de un gran hermano informático que aglutine todos los datos bancarios y de la Administración para hacer una foto anual de los patrimonios permitiendo detectar cambios sospechosos. También han sugerido que haya beneficios fiscales para aquellos que declaren la contratación de servicio doméstico. Sin embargo, descartan la entrega de incentivos tributarios para el que declare una obra en la vivienda, ya que en ese supuesto el caramelo fiscal ha de ser muy alto para que supere el 21 por ciento del IVA más el descuento.

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