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Economía

La banca privada tiene varias vías para evitar la nueva fiscalidad a la gestión de carteras

El Gobierno ha impuesto el pago del IVA a la actividad de la gestión de carteras, en línea con la tendencia internacional, que busca presionar algo más la operativa financiera con el argumento de frenar la especulación y, de paso, apretar un poco más a los altos patrimonios, con unas medidas más efectistas que efectivas. Las bancas privadas, eso sí, se preocupan lo justo: tienen muchas vías para eludir este efecto.

La gestión discrecional de carteras supone la firma de un contrato del cliente con la entidad que va a manejar su inversión, por el que le cede el derecho a operar por cuenta del inversor. Esta modalidad de contrato está tipificada y registrada por parte del regulador.

La Unión Europea entiende que esta asesoría es un servicio y como tal debe estar sujeto al IVA ordinario. Concretamente, al 21%. Pero esta imposición se puede evitar gestionando de manera directa el dinero, sin contrato de gestión por medio. De esta manera cada decisión deberá ir con la consiguiente firma del cliente autorizando cada  operación, algo que molesta la operativa en el caso de que se deba rotar mucho la cartera. Pero nada más.

También se puede trasladar al cliente a fondos de inversión. La mayor parte de gestoras posee todo tipo de fondos de fondos con los distintos tipos de riesgo, para invertir como sea necesario, pagando los impuestos correspondientes sólo en el momento del rembolso.

Miedo a figurar

Por último, si se trata de inversores de alto nivel patrimonial, está la alternativa de la sicav. A pesar de que la sociedad de inversión parece un instrumento que está de retirada, ante el elevado número de liquidaciones y reducciones de capital presentadas en los últimos tiempos, lo cierto es que está perfectamente vigente.

Los ricos las retiran, ya que en estos momentos de crisis y subidas de impuestos a las clases medias, buscan evitar la significación pública que ofrecen. No en vano, este instrumento ha sido continuo objeto de controversia política, aunque ningún Gobierno haya arremetido contra ellas. Conviene insistir en que se trata de vehículos absolutamente transparentes, registrados en España, y que sirvieron para canalizar enormes fuentes de capital procedentes de operaciones corporativas en los años 90. (Salidas a Bolsa de Inditex, Ferrovial, Prisa, venta del paquete de FCC de Alicia Koplowitz, venta de Azkar…).

La sicav está sujeta el régimen de incremento de patrimonio y tributa exactamente igual que un fondo de inversión ordinario. 

Aunque el PSOE y los demás partidos de izquierda arremeten contre ellas, en las legislaturas de Zapatero se frenaron las atropelladas inspecciones de Hacienda contra las sicav que sostenían que el número mínimo de inversores era ficticio.

Poco eficaz

En la Agencia Tributaria muestran poco entusiasmo con la nueva fiscalidad sobre las carteras y aventuran, además, que de momento no hay planteado nada contra las sociedades de inversión.

La efectividad recaudatoria se puede ver fácilmente. Si hubiera 10.000 millones de euros en gestión de carteras (no hay tanto), al 1% de comisión, los ingresos de las gestoras serían de 100 millones. La aplicación del IVA, por tanto, ingresaría 21 millones de euros al fisco, una cifra menos que testimonial.

Por el contrario, la medida que parece llamada a provocar grandes cambios en la banca privada y la gestión de patrimonios es la supresión de los extratipos en los depósitos. 

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