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Economía

La cruenta batalla entre Gobierno y economistas por el control de Fedea, único 'think tank' económico en activo

Álvaro Nadal, director de la Oficina Económica de Moncloa

Las constricciones presupuestarias, un jefe que pasa más tiempo entre Italia y Palma y, por supuesto, la larga mano de Montoro y los Nadal pone en peligro la existencia de Fedea. Su nuevo director, Ángel de la Fuente, tiene ante sí la difícil tarea de reinventar un think tank que ahora se centrará más en refutar las patrañas sobre Cataluña. En definitiva, una historia de egos, poder, premios y castigos…

La Fundación de Estudios de Economía Aplicada, popularmente conocida como Fedea, fue impulsada por el exgobernador del Banco de España, Luis Ángel Rojo a mediados de la década de los 80. La idea consistía en que había cosas que la institución sita en el antiguo caserón de Alcalá no podía defender en público. Hacía falta crear una entidad nutrida de un cuerpo académico que pudiese contribuir con estudios de medio y largo plazo al debate nacional. Y con el objeto de financiarlo, Rojo se inventó una suerte de impuesto revolucionario que recaudó entre las grandes empresas. Así, Fedea siempre ha sido tildado como el think tank de la banca y las compañías del Ibex, aunque en realidad el control se hallaba en las manos del Servicio de Estudios del Banco de España.

Mientras Fedea se ocupó de las investigaciones sobre el mercado laboral y las pensiones, esta fábrica de ideas no levantó ampollas. Desde cualquier ámbito, ya fuese político, empresarial o económico, se consideraba que la institución llevaba a cabo una labor necesaria, aunque a veces pecase de un perfil demasiado bajo o, incluso, gris. Hasta que en 2005 aparece en escena un nuevo director que le va a dar un vuelco a la concepción y la imagen de Fedea, Pablo Vázquez, un académico que alcanzó la jefatura de la Oficina Económica de Moncloa durante la presidencia de Aznar. Vázquez se plantea recuperar y aglutinar en Fedea toda la diáspora de jóvenes académicos refugiados en universidades de élite anglosajonas. Sencillamente, the best and the brightest.

Bajo la tutela de Vázquez y en un momento en el que la economía se precipita hacia el abismo, una nueva generación de profesores universitarios educada en el extranjero toma el relevo. Tienen el pulso por la actualidad, saben comunicar sus ideas y entran como un vendaval en un debate económico que languidece. En gran medida porque los habituales generadores de ideas a favor de una economía de mercado constituyen un auténtico y conveniente erial: la CEOE ha arrojado por la borda cualquier liderazgo intelectual. Iranzo se ocupó el solo de vaciar de contenido el Instituto de Estudios Económicos. El Círculo de Empresarios ni está ni se le espera. Y Funcas ha perdido algo de colmillo en los últimos tiempos.

“La diferencia reside en que sabemos escribir para el gran público”, explicaba un miembro de esta hornada hace más de un año. Hay una necesidad de abono intelectual, y Fedea toma la iniciativa con el manifiesto de los cien economistas por una reforma laboral que incluye el polémico contrato único. Liderados por los Garicano, Fernández-Villaverde, Conde-Ruiz, Rubio-Ramírez, Bentolila, Dolado y un largo etcétera, sus apariciones en los medios de comunicación se multiplican. En un momento en el que el país se ve machacado un día sí y otro también en las portadas del Financial Times con el estigma del PIG, el Ejecutivo socialista llama a los miembros de Fedea pidiendo un poco de árnica. Un presidente Zapatero muy debilitado les llega a abrir las puertas de la Moncloa. Les escucha atentamente. Pero nunca les hace caso.

Rajoy alcanza la Moncloa

Desde el burladero de la oposición, el PP contempla esta labor mediática de Fedea incluso con fruición. El problema ocurre cuando los populares alcanzan el poder. En tanto que Pablo Vázquez sigue de interlocutor entre unos y otros, la sangre nunca llega al río. Pero en cuanto Vázquez se marcha a dirigir Ineco fichado por la ministra Pastor, estallan los conflictos.

El ala económica del Gobierno de Rajoy no encaja bien las críticas, que salpican desde el rescate bancario hasta el cumplimiento del déficit pasando por la reforma laboral. Miembros del Ejecutivo en privado contraargumentan que el problema de estos académicos es que ansían un cargo por su labor de zapa con el anterior Gobierno socialista. Alguno incluso los tilda de gente poco apegada a la realidad e incapaz de gestionar. A Montoro le da una urticaria cada vez que Fedea le airea el estado de las cuentas públicas. Y el jefe de la Oficina Económica de Moncloa, Álvaro Nadal, comenta sin rubor por los cenáculos de Madrid que hay que reorientar Fedea hacia una cosa más académica, que el think tank no puede servir para alimentar los egos de unos profesores de Universidad.

Y en el pico de la crisis de deuda, con la prima de riesgo disparada, el trío compuesto por Garicano, Fernández-Villaverde y Santos publica un artículo en El País en el que reclaman un cambio de Gobierno y una tecnocracia al más puro estilo Monti: “Necesitamos urgentemente un nuevo gobierno, con apoyo de todos los partidos mayoritarios y de nuestros expresidentes, compuesto por políticos competentes y técnicos intachables con amplios conocimientos de su cartera. Este gobierno debe trabajar con tres prioridades. Primero, poner de verdad en marcha las reformas necesarias reconstruyendo la confianza de inversores extranjeros, contribuyentes españoles y socios europeos. Segundo, afirmar, sin ambigüedad, el compromiso absoluto con el euro y la construcción europea. Y, tercero, plantear a nuestros socios, desde la confianza generada por un gobierno coherente y serio, una ayuda económica en condiciones para resolver el único problema que no podemos resolver solos: el agujero creado por la burbuja inmobiliaria en el sistema financiero, a cambio de un control europeo de los bancos rescatados y de un sistema regulador común”.

La parrafada es el detonante de una guerra abierta. Y un comentario vertido en otro artículo sobre Benigno Valdés, padre intelectual de los Nadal, es la gota que colma el vaso y precipita los acontecimientos que se saldan con la salida de Garicano y Villaverde de Fedea.

Tensiones en el Banco de España

Guindos ya presionaba para que el director de Estudios del Banco de España, José Luis de Malo de Molina, etiquetado como un socialista de pro, abandonase el Banco junto a José María Roldán, el director de Supervisión. Algunas fuentes señalan que la intención de Guindos era situar en ese puesto a Juan José Toribio, en la actualidad profesor del IESE pero con una vasta experiencia a sus espaldas como exdirector ejecutivo del FMI o asesor de multitud de empresas como la Caixa, Nestlé o Abertis.

Sin embargo, al explotar la guerra abierta con los Nadal, éstos ponen sobre la mesa para reemplazar a Malo de Molina el nombre de José Luis Escrivá, un exBBVA que al final ha desembarcado en la presidencia de la Autoridad Fiscal Independiente.

Con su cabeza en juego y queriendo ganar unos meses más, Malo de Molina cede y ofrece otra cabeza, la de Michele Boldrin, el director italiano que sustituye a Vázquez en la dirección de Fedea. Malo de Molina lo tenía fácil. Una vez desaparecido Vázquez, Boldrin ocupó la jefatura pero no consiguió ni servir de pantalla ni coordinar a los distintos economistas que allí trabajaban. Es más, desatiende sus funciones, pasa más tiempo viviendo entre Italia y Palma y, como consecuencia, la producción académica decae. Y para colmo de males, pone a su mujer a trabajar en Fedea con el propósito de conseguir financiación a cambio de comisiones.

Ante la reestructuración de las cajas de ahorros que la financian, Fedea atraviesa una delicadísima situación pecuniaria. Y por supuesto la mujer de Boldrin no logra atraer los fondos. Así que la posición del transalpino en Fedea se torna insostenible, máxime cuando uno tras otro algunos de los investigadores o bien salen o bien buscan un perfil más bajo. Como hemos apuntado, Malo de Molina lo tenía fácil, sobre todo si quería defender la supervivencia tanto del think tank como de otro organismo dependiente del Banco de España y que destacados miembros del PP tienen en el objetivo porque según ellos es “un nido de rojos”, el Centro de Estudios Monetarios y Financieros, el Cemfi.      

Pese a las presiones, los patronos de las grandes empresas han desempeñado un papel esencial. “Conscientes de lo importante que es un órgano como Fedea, los Josep Oliu del Sabadell o Fernando Bécquer de Iberdrola han hecho todo lo posible para salvar la institución. Había que nombrar a un nuevo director de consenso o cerrar el think tank. Y el elegido ha sido Ángel de la Fuente”, explica una fuente conocedora de los entresijos de la operación.

Asesor de los socialistas en el Principado de Asturias, fundador del partido Ciudadanos en Cataluña y amigo del difunto jefe de la Oficina Económica con Zapatero, David Taguas, Ángel de la Fuente no es sospechoso de guardar un carné del PP en la cartera. Su trabajo como experto en balanzas fiscales y financiación autonómica es ampliamente reconocido. Pero vive en Barcelona y se ha partido allí la cara por desmontar todos los argumentos nacionalistas respecto al expolio fiscal. Como autor de las balanzas fiscales que propone Hacienda, en Cataluña ha sido asediado por la maquinaria independentista. Y Montoro, que estaba bastante harto de los informes de Fedea sobre el déficit público, se ha encargado de que reciba un justo premio.   

“Ha hecho todo eso en Cataluña porque cree en ello. Siempre lo ha hecho”, explica un allegado. No obstante, pese a su prestigio y probada independencia, en principio la llegada de Ángel de la Fuente supone dotar a Fedea de un nuevo perfil. Por la propia naturaleza de su trabajo, implica que Fedea volverá a dedicarse a los estudios más a medio y largo plazo. Aunque eso sí, el think tank puede ahora tomar un rol muy destacado en las próximas batallas dialécticas que ocurrirán como consecuencia del pulso nacionalista en Cataluña, hecho que agrada mucho en el seno del PP.

Ángel de la Fuente ya ha declarado que sus técnicos no pueden dedicarse a propugnar cambios de gobierno. No obstante, queda el gran interrogante sobre si realmente Fedea seguirá siendo tan incisivo y mediático como lo venía siendo.

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