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Economía

Siguen tirando los mismos: sólo 216 empresas coparon el 50% de las exportaciones en el primer trimestre de 2013

Tan sólo 216 empresas acapararon el 50,6 por ciento de todas las exportaciones españolas durante el primer trimestre de 2013, según los datos recogidos por el Instituto de Comercio Exterior, el ICEX. Pese a que en medio de la crisis las ventas al exterior han crecido un 40 por ciento, desde los 158.254 millones de 2009 a los 222.643 millones de 2012, y pese a que el número de empresas exportadoras ha engordado un 27 por ciento, desde las 107.579 de 2009 hasta las 136.973 de 2012, en el fondo siguen tirando las mismas compañías de siempre, las grandes.  

O dicho de otro modo, el 47 por ciento de las empresas que vendieron al exterior lo hizo por un importe total menor de los 5.000 euros, y en su conjunto estas empresas sólo acumularon un 0,1 por ciento de todas las exportaciones del primer trimestre de 2013. Es decir, no comercializaron fuera lo suficiente como para considerar su actividad en el extranjero realmente rentable y, por lo tanto, sostenible.

Y lo mismo sucedió en 2012, cuando el 0,4 por ciento de todas las empresas exportadoras copó ni más ni menos que el 60,7 por ciento de todas las ventas al exterior. En concreto, se trata de 558 compañías cuyas facturaciones por bienes vendidos en el extranjero superan los 50 millones de euros.

En 2012, la brecha entre las grandes y el resto también fue enorme, pues el 67,6 por ciento de las empresas que exportaron ni siquiera alcanzó en su conjunto el 0,2 por ciento de todas las ventas al exterior.

Semejante radiografía incide en unas de las habituales desventajas del tejido empresarial español: la ausencia de compañías con tamaño. Ante la caída de la demanda nacional, los emprendedores se lanzan fuera, pero carecen de la expertise, la estructura y, sobre todo, de la financiación. Muchas veces les cuesta conseguir un préstamo porque simplemente no disponen de un historial crediticio que los avale. Y al final, como consecuencia de todo ello, sólo consiguen realizar algunas ventas, insuficientes para hacer negocio. Y ése puede ser precisamente el principal obstáculo para un mayor desarrollo de nuestro sector exterior.

La corrección de los desequilibrios

El saldo deficitario de la balanza comercial se redujo entre enero y junio de este año en un 68 por ciento, hasta los 5.824 millones de euros, prácticamente un tercio del mismo dato de 2012. El secretario de Estado de Comercio, Jaime García Legaz, declaró que el Ejecutivo espera que el desfase se sitúe a finales de año cerca del 1 por ciento del PIB, esto es, en el entorno de los 10.000 millones, muy lejos de los 90.000 millones de déficit comercial registrados en 2008 y los 50.000 millones anotados en 2009. Durante la primera mitad del año, las exportaciones crecieron un 8 por ciento, al tiempo que las importaciones disminuyeron un 3,2 por ciento.

Se ha instalado ahora la idea de que el saldo comercial se corrige en buena medida por la caída de las importaciones. Pero eso no es del todo cierto. Si se examina el año en el que se importó más de la historia de España, justo el pico de una burbuja en la que el crédito se expandía al 27 por ciento, entonces las importaciones alcanzaron los 283.388 millones y el déficit se disparó hasta los 9 puntos del PIB. Pues incluso si se hubiese mantenido ese nivel de consumo tan hiperestimulado y que tardará mucho en regresar, la buena evolución de las exportaciones españolas en medio de la crisis habría compensado hasta 3 puntos del PIB y habría colocado el déficit comercial en el 6 por ciento del PIB.

Es decir, una parte de la moderación del déficit en la balanza de bienes corresponde al lógico proceso de desapalancamiento, y otra al buen desempeño de las exportaciones, que han avanzado un 17 por ciento desde 2008 y un 40 por ciento desde 2009, a pesar de no poder devaluar la moneda y de afrontar un entorno recesivo en dos de sus principales clientes, Europa y Estados Unidos.

Tres riesgos  

Con todo, tres amenazas se ciernen sobre el buen comportamiento de la balanza comercial. Por un lado, la estabilización de la economía, que hacia finales de año podría reactivar un poco la demanda y elevar de nuevo las importaciones. Sin embargo, al mismo tiempo, también se reanimaría Europa, y lo haría con más fuerza que nuestro país, por lo que muy probablemente España continúe aumentando su cuota de mercado en el continente europeo. Sólo en el primer semestre, las exportaciones patrias a la UE han repuntado un 4,7 por ciento, respaldadas por unos costes laborales más baratos y una inflación moderada. Tanto el FMI como BBVA han producido recientemente informes que avalan que las ganancias de España en el sector exterior son, en buena parte, estructurales. De hecho, García Legaz subrayó este jueves que nuestra economía era la única de las grandes en Europa cuyas exportaciones habían experimentado incrementos en junio.

Por otro, los países emergentes se ralentizan. Sin embargo, por mucho que sufran, estas economías mantendrán niveles de crecimiento altos. Por ejemplo, China puede rondar alzas del PIB del orden del 6 por ciento, y ello todavía implica oportunidades para nuestras empresas.

Y por último, el precio del petróleo, siempre muy influyente sobre la balanza comercial española. De subir mucho impulsado por la inestabilidad en los países árabes, éste sí que supone un riesgo real que podría, incluso, malograr los buenos datos.

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