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Economía

¿Quién nota más la recuperación? España presenta la mayor brecha entre ricos y pobres de Europa

Las familias españolas de ingresos bajos presentan unos registros de confianza en la economía mucho peores que los de las rentas altas. Hasta el punto de que hay una brecha entre unos y otros que no se da en otro país de Europa salvo Reino Unido, donde en los últimos meses sí que se aprecia que esta diferencia se está corrigiendo.

Ésa es la conclusión que se desprende de un informe de Merrill Lynch Bank of America en el que se analizan los datos de confianza del consumidor de toda Europa. Bajo el título ‘Zona euro: ¿se están enterando de que llega la recuperación?’, los autores del estudio se preguntan si la creciente inestabilidad política que se vive en Europa y España se debe a que los ciudadanos no perciben en sus bolsillos la salida de la crisis.

Sin embargo, al examinar los datos de confianza del hogar medio no se aprecia nada en ese sentido. Más bien lo contrario. Con la excepción de Grecia, todos los hogares de Europa se muestran de media más optimistas. En países como España o Francia la confianza tira incluso por encima de los indicadores económicos y se aproxima a unos máximos históricos no vistos desde principios de la década del 2000.

Entonces, ¿qué está ocurriendo para que se palpe tanto descontento? La respuesta se encuentra al rascar un poco más en los datos. La encuesta europea de confianza del consumidor permite desagregar a los ciudadanos en cuatro grupos según sus niveles de renta. Y es ahí donde se hallan unas conclusiones harto inquietantes para España: pese a que en fechas recientes la diferencia entre el colectivo más próspero y el inmediatamente siguiente se está estrechando, la brecha con los dos grupos de rentas más bajas permanece muy elevada incluso en términos históricos

“Esto no significa que los hogares con ingresos bajos no sientan la recuperación –de hecho la confianza de éstos ha mejorado en unos 10 puntos–, tan sólo que la notan en un grado mucho menor que sus compatriotas más acaudalados”, comentan los redactores del documento en alusión al caso español. Tal y como se puede comprobar en el gráfico a continuación, la brecha de percepción de los grupos más ricos (el Q4 y el Q3) se desmarca con fuerza de los colectivos menos pudientes (el Q2 y el Q1), un diferencial que nunca había ocurrido en los últimos 15 años y que sólo es comparable con el registrado en Reino Unido. O lo que es lo mismo, el cincuenta por ciento más rico percibe la recuperación muchísimo más que la otra mitad más pobre.

 

Según los autores del informe, es lógico que haya ciertas diferencias por grupos sociales a la hora de percibir cúales son sus perspectivas económicas y, por lo tanto, su confianza en el futuro. Por un lado, las clases más pudientes poseen más activos financieros, cuyos rendimientos son más sensibles a la recuperación del ciclo. Por otro, las rentas bajas están menos formadas y suelen ser las primeras en ser despedidas y las últimas en ser contratadas.

Sin embargo, esos factores no explican unas diferencias de percepción tan brutales. A juicio de los analistas de Merrill Lynch, semejante brecha entre ricos y pobres obedece a otros motivos. El primero es el grado de ajuste fiscal y el modo en que éste se ha acometido. Por ejemplo, Reino Unido y España registraron un déficit público muy elevado al principio de la crisis, lo que probablemente benefició a las rentas más bajas. Pero a partir de 2010 la diferencia entre ricos y pobres comienza a ensancharse al tiempo que los dos países abordan una severa política de recortes. Por el contrario, Francia e Italia no incurrieron en el mismo déficit, no tuvieron que aplicar la tijera con la misma contundencia y buena parte de sus ajustes se hicieron a fuerza de más impuestos, razones por las que a la postre arrojan unas diferencias menos abruptas entre los distintos grupos sociales.

La otra justificación que alegan los analistas radica en que el mercado laboral español es muy dual. Es decir, se protege mucho a los indefinidos y poco a los temporales, por lo que los ajustes de plantilla y la precariedad se ceban mucho más con los temporales, que además suelen ser los menos formados.

Por otra parte, el informe señala que en países como Francia las clases altas también presentan unas expectativas económicas menos optimistas. Es decir, como las perspectivas de crecimiento son peores, la brecha entre ricos y pobres también es menor.

En el caso de España, los autores del trabajo achacan a esta desigualdad el ascenso de Podemos, el giro a la izquierda y el inicio de la fragmentación política. No obstante, subrayan que la formación de Pablo Iglesias puede haber perdido algo de fuerza debido a que, aunque en mucha menor medida, las clases bajas también están percibiendo la recuperación.

En cualquier caso, en opinión de los analistas, ese ‘hueco de percepción' en las perspectivas económicas demuestra que la recuperación sigue siendo desigual. “A pesar del buen rendimiento logrado en términos de cantidades de empleo, la calidad continúa siendo un problema. La población tardará en sentir la recuperación, y es poco probable que el crecimiento revierta por completo la pérdida de respaldo a los partidos tradicionales. (…) Mientras que el dinamismo económico probablemente sea lo suficientemente fuerte como para reducir el atractivo de las políticas estilo Syriza, intentar conseguir más austeridad fiscal y flexibilidad laboral puede ser muy difícil de vender a la mitad con menos posibles, que todavía se siente muy bombardeada tras años de un ajuste doloroso y percibido como injusto”, concluyen. 

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