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Economía

Elena Salgado defiende que salvó a España del rescate al no crear el ‘banco malo’

Salgado conversa con Narcís Serra y Valeriano Gómez, este jueves en el Congreso

Una entidad de esta naturaleza, concebida como un almacén temporal de los activos inmobiliarios que contaminan los balances de buena parte de las antiguas cajas de ahorro, hubiera significado para el Estado el desembolso de gran cantidad de dinero público. Y como la prioridad del Gobierno de Zapatero era evitar el rescate, éste optó por la “gradualidad” y no por un auténtico plan de choque para sanear el sistema financiero. Este ha sido el argumentario tan original con el que la ex vicepresidenta Elena Salgado ha justificado la pasividad con la que afrontó la reestructuración a fondo de la banca, finalmente abocada a pedir el rescate a Bruselas. Sin opinar abiertamente sobre la gestión que el Gobierno de Mariano Rajoy está haciendo de la crisis financiera, Salgado ha dado a entender también su parecer contrario a la intervención de Bankia. “El tiempo coloca a cada uno en su sitio”, ha dicho con aires de misterio.

La ex vicepresidenta alega que se mantuvo al margen de las fusiones de las cajas registradas durante los dos años y medio en que dirigió la política económica y que periódicamente se informaba de ellas a través del Banco de España. De esta forma, defiende que solo conoció la fusión entre Cajamadrid y Bancaja cuando ya estaba ultimada y que se enteró de las conversaciones entre Bankia y La Caixa a través de Isidro Fainé, pero “con muy poca información”.

La ex vicepresidenta asegura que conoció la fusión de Cajamadrid con Bancaja por el Banco de España, cuando ya estaba ultimada

Como una vicepresidenta que permanecía ausente de las grandes decisiones, Salgado ha intentado sacudirse así todas las culpas en el devenir posterior del naufragio bancario. Gestionó la política económica de Zapateo desde abril de 2009 hasta diciembre de 2011, supervisó los decretos que contribuyeron, como quería MAFO, a enterrar las cajas de ahorros, vaticinó numerosos brotes verdes todavía innatos…pero a la pregunta por sus responsabilidades sobre lo que ha acontecido en España en los últimos siete meses, responde aquello tan español de “a mí, que me registren”.

La última vez que Salgado pisó el Congreso fue en diciembre, para insistir en que el año terminaría con un déficit del 6%. Ahora asegura que avisó con tiempo a Rajoy de que cualquier desviación dependería de las comunidades autónomas gobernadas por el PP. En cualquier caso, ocho meses después, España encara ajustes de caballo para bajarlo del 8,9% al 5,3%, la mayoría de las regiones están a un paso de la intervención estatal y el país en su conjunto libra un pulso con Alemania para no ser rescatado en su integridad. Bajo la nómina de Endesa y de Abertis, entre otras firmas a las que asesora, Salgado ha vuelto este jueves a la Carrera de San Jerónimo para intentar persuadir también a sus señorías de que no tuvo nada que ver en el fiasco de Bankia.

Pocas horas antes de su comparecencia, Rodrigo Rato había asegurado a los mismos parlamentarios que el Gobierno de Zapatero le trasladó hace un año su preocupación por las consecuencias que tendría para la imagen de España en los mercados la posibilidad de que Bankia no saliera a Bolsa. Salgado no lo ha confirmado.

"Cuando se gobierna se toman las decisiones con los datos que se tienen en cada momento", se justifica la asesora de Abertis y Endesa

La ex vicepresidenta ha preferido olvidar, un año después de producirse los hechos, los duros reproches que recibió entonces de toda la clase política, a la que ella en privado se enorgullece de no pertenecer, por la resignación con la que aceptó ante los organismos internacionales las nuevas exigencias de capital para la Banca, uno de los orígenes de la situación tan explosiva que la ha abocado al rescate europeo.

Desde el PP, entonces en la oposición, y desde los grupos nacionalistas, se alertó a la ex vicepresidenta del abismo al que conducía la nueva regulación. En las actas del Congreso quedó recogida esta advertencia del PNV, tradicional defensor de las cajas vascas: “Las nuevas exigencias de capital les puede dejar tranquilos a los alemanes, pero a nosotros nos deben preocupar sobremanera. Si le sumamos que las entidades pueden llegar a considerar que parte de la deuda española o italiana ha de ser provisionada en un 20%, amén del 40% de la de Irlanda y Portugal y más del 50% la de Grecia, podemos estar cerca del abismo”. La respuesta de Salgado, pronunciada en privado, retrató bien su cintura: “¿Qué podía hacer yo frente a franceses, alemanes, BCE y FMI juntos…?”.

Este jueves se ha despedido de sus señorías con una resignación similar: “Cuando se gobierna, se toman las decisiones con los datos que se tienen en cada momento”. Y con eso, lo justifica todo.

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