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"No sé si Manolo llegó a leer su biografía"

Preciado, durante un entrenamiento del Sporting.

El mejor homenaje a Manolo Preciado es escuchar cómo se revitaliza el tono de voz de Javier Barrio a medida que encadena anécdotas del entrenador fallecido ayer a los 54 años tras sufrir un ataque al corazón mientras estaba de vacaciones en Valencia, horas antes de ser presentado como nuevo técnico del Villarreal. Barrio, periodista de El Comercio de Gijón, es coautor, junto a Carlos Llamas, de la biografía del cántabro publicada hace siete meses. El título del libro, Mañana sale el sol, resuena hoy como dolorosa paradoja.

“El título resume su optimismo y su carácter vitalista pese a los numerosos palos que le dio la vida”, rememora Javier Barrio. “Hoy más que nunca se me viene a la cabeza la llamada que hizo Oltra (actual entrenador del Deportivo) para darle el pésame a Manolo por la muerte de su padre. Al final fue Preciado quien acabó animando a Oltra, que acababa de ser destituido en el Almería”.

Antes que a su padre, Preciado había perdido a su mujer –víctima de un cáncer- y a un hijo –en accidente de tráfico-. “Como es lógico, lo pasó muy mal y estuvo a punto de cometer alguna locura, pero siempre decía que pensó en su madre, su otro hijo y el resto de la familia para seguir adelante”.

 "Oltra llamó a Manolo para darle el pésame por la muerte de su padre y al final fue Preciado quien acabó animando a Oltra, que acababa de ser destituido en el Almería”

“Lo que se ha dicho de él tras su muerte es, esta vez sí, real y sincero. Jugadores, aficionados, periodistas… todos le apreciábamos de verdad porque se hacía querer”, afirma Barrio. “Nosotros le entrevistábamos cuando queríamos, sin pasar por jefes de prensa ni mediador alguno. Le llamabas por teléfono, quedabas y ya está. Creo que era el único entrenador de Primera que lo hacía. Y no solo con la prensa de Gijón, sino con la del resto de España”.

Para redactar el libro, Barrio y Llamas hablaron con personas del entorno de Preciado más que con el propio protagonista. “Nos dio carta blanca para hacerlo y luego se sorprendía que hubiéramos localizado a un pariente o a un viejo amigo. Pero sin un reproche, casi con admiración hacia nuestra labor. Y no sé siquiera si habrá leído ‘su’ libro. El día de la presentación no lo había hecho y en un acto que tuvimos tiempo después seguía igual”, reconoce Javier.

El periodista asturiano recuerda aquella mañana en Mareo, la ciudad deportiva del Sporting, cuando se presentó una pareja de recién casados a entregarle a Manolo uno de sus regalos de bodas. “No les conocía de nada y se quedó de piedra, pero inmediatamente se hizo fotos, estuvo de lo más cariñoso con ellos y les animó a tener un hijo”.

Sí se picaba cuando le tildaban de despistado, fama nacida de un partido durante su época de futbolista en el Alavés: “Jugaban ante el Barcelona B en el Miniestadi, él salió el último a calentar y, sin darse cuenta, empezó a hacerlo con los azulgranas. Completó toda la parte física y sólo cayó en la cuenta cuando oyó como daban las últimas instrucciones en catalán”. Siempre respondía lo mismo: “Soy despistado para ciertas cosas; para otras, no”.

“En Gijón no se habla de otra cosa”, asegura Javier Barrio. “Un día que le hacíamos una entrevista para el libro tardamos varias horas porque todo el mundo que pasaba se paraba a saludarle y animarle”. 

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