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A Zidane se le agota el discurso ante el vestuario y a Florentino la paciencia

A Zidane se le agota el discurso ante el vestuario tras el cuarto empate.

El vestuario comienza a cansarse de escuchar a Zinedine Zidane culpar a la falta de intensidad de los jugadores para explicar la racha de cuatro empates consecutivos que ha enlazado el Real Madrid en las últimas semanas. En el partido ante el Éibar, el Santiago Bernabéu llegó a pitar la pasividad de sus futbolistas en algunos tramos del partido, un toque de atención que coincide con la reciente llamada al orden de Florentino Pérez.

El presidente ha advertido a algunos pesos pesados del vestuario que quiere ver un cambio de actitud en el campo y ayer volvió a encontrarse con un juego mediocre y sin ambición, muy lejos de lo que el Pérez entiende que debe desplegar el equipo.

Zidane sigue excusándose en la falta de intensidad en el inicio de los partidos del equipo, pero los jugadores comienzan a cansarse de ser señalados siempre por el técnico. Hasta el punto que algunos ya han comentado a su entorno que el francés no ofrece soluciones en la pizarra y vive lastrado por un once políticamente correcto en el que no aparecen los jugadores que están más en forma en estos momentos. 

Zizou insistió en el descanso ante el Éibar en pedir más agresividad, más intensidad a sus jugadores. "Somos el Real Madrid y jugamos en casa. Eso se debe notar en el campo". Fue una de las frases que se escucharon, pero pese a apelar al orgullo de sus jugadores, estos no supieron desequilibrar a su favor un marcador que se puso en contra a los seis minutos con el gol de Fran Rico. 

Desde los despachos comienzan a surgir voces de directivos que dudan que la capacidad de Zidane como entrenador esté a la altura de su leyenda como futbolista blanco. Una cretinez absoluta, pues Zizou es un jugador irrepetible como futbolista cuya dimensión es inimaginable para un entrenador, incluso después de conquistar la Champions en su estreno en un banquillo. Los jugadores le respetan por lo que ha sido y por la buena relación que existe, pero no parece que sus palabras tengan efecto en la actitud del grupo. Más allá del desencuentro con Cristiano Ronaldo el día de Valencia por su sustitución en el minuto 70. 

Precisamente el delantero, que atraviesa por un momento de juego preocupante con su peor arranque goleador en el club, se marchó nada más terminar el partido a Lisboa por asuntos comerciales. A las 21:00 horas inauguraba el segundo hotel de su marca, el Pestana CR7 Lisboa, un establecimiento personalizado relacionados con su trayectoria profesional, en el centro histórico de la capital lusa.

Después de completar el viaje en su jet privado, presidió la inauguración junto a su socio, Dionisio Pestana, máximo responsable del grupo hotelero, el alcalde de Lisboa Fernando Medina, y varias personalidades del mundo deportivo de la ciudad. Tiene cuatro estrellas, 82 habitaciones, una sola suite que lleva el nombre de CR7, y en la recepción todos los huéspedes se encontrarán con la máxima que rige el día del día del jugador: "Tu amor me hace fuerte. Tu odio me hace imparable". 

El Real Madrid vuelve a dejar ese tufo de vestuario fragmentado en el que cada uno va a lo suyo y los esfuerzos de su entrenador, llámese Ancelotti, Benítez o Zidane, no son secundados por una plantilla de futbolistas que solo muestran su mejor versión en los momentos álgidos de la temporada, clásicos y rondas finales de Champions. Prima donnas a los que los partidos con menos pedigrí parecen estorbar y eso se traduce en un rendimiento que ha llevado a este Real Madrid a completar el mismo inicio que hace un año con Rafa Benítez. Zidane está avisado, hay mar de fondo...

  

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