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Un ex miembro del Frente Atlético intenta hacerse con el control de los Ultras Sur

Según informa el diario 'AS', el grupo de hinchas radicales del Real Madrid, Ultras-Sur, que fue fundado en 1980 y cuenta con 800 socios, vive una fuerte división interna. La última batalla campal se vivió en la previa del partido contra la Real Sociedad en el Bernabéu, del pasado 9 de noviembre. Ocurrió a las 15:30 horas, en el bar histórico de los Ultras-Sur: el Drakkar.

Por un lado, se encuentran los líderes de la facción veterana y, por otro, los líderes de la nueva hornada, más violentos e ideologizados. En disputa, el poder de la organización, como se ha visto en el revuelo desatado en las redes sociales.

Ultras-Sur emitió un comunicado oficial el 13 de noviembre a través de su Facebook: “Esta gente lleva ya dos años provocando una tensión en el seno del grupo debido a que se quieren hacer con él por motivos puramente económicos. Para ello, no han dudado en pegar, echar a gente y poner una cruz a todos aquellos que no eran de su agrado ni les han bailado el agua”.

Dentro de la organización se habla del relevo generacional en la cúpula. Los veteranos pretenden continuar con la vía de los últimos años con “grandes tifos y sin violencia”, algo que choca con las ideas de los más jóvenes, que llevan meses exigiendo el control de las cuentas. La facción veterana acusa en este comunicado al líder de los jóvenes de ser del Atlético: “El que se ha erigido como el Robin Hood del fondo sur, un tipo que nos vende que se le va la vida por repartir el dinero entre todos (por cierto, es del Atlético y exmiembro del Frente Atlético). Él y su grupo no tienen inconveniente con juntarse con gente del Frente”.

En esta guerra interna, según reza el comunicado de los Ultras-Sur, “el Real Madrid nunca ha querido saber nada de ese grupo (de la facción nueva), es alertado por la Policía de los acontecimientos y procede a la desactivación de los abonos de algunos de sus miembros. El Real Madrid es claro, sin el responsable de los Ultras-Sur, con el que llevan tratando muchos años y les ha dado confianza, no hay grada. Es el desencadenante de la particular cruzada que comenzaron hace dos años”.

Según explica Ultras-Sur, los nuevos líderes poco tienen que ver con el fútbol y tienen conexión con el Frente Atlético: “sabían perfectamente que Ultras-Sur no se podía mover como le gustaría, ni mostrar la política que les agradaría a algunos de sus miembros, ni protagonizar los incidentes que años atrás sucedían”. Los dirigentes del club impusieron un código de conducta y fue aceptado por los líderes históricos del grupo. En su momento, la Policía instó al control de sus movimientos para evitar problemas, algo que fue aceptado por todos los clubes como peaje para la convivencia con los grupos radicales.

La situación explotó el sábado 9 de noviembre: “Se presentaron en la puerta del bar a llevarse al responsable de Ultras-Sur por delante. Así de claro. ¿Cómo pensaban que serían recibidos? Si van a hablar con el responsable y pretenden arreglar las cosas, ¿por qué van con cuchillos? Ahora, con Ultras-Sur probablemente a punto de disolverse (...), quieren ganar en Internet lo que no han ganado en la calle, ni con sus actos ni con su actitud”.

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