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Nico Rosberg, el "apátrida" que venció a Schumacher es el nuevo rey de la Fórmula 1

Era la segunda carrera de la temporada 2006, en Malasia. La melena rubia de ese chico no engañaba a nadie, y su velocidad todavía menos. Nico se apellidaba Rosberg, y después de hacer la vuelta rápida en la primera carrera había clasificado tercero en la segunda. En su primera rueda de prensa oficial se mostraba tímido e inseguro, actitudes impropias del hijo de una leyenda que llevaba toda la vida acostumbrado a los focos. Ese día Schumacher, que afrontaba su temporada de retirada, dijo: “Nico es una bendición para Alemania, es un alivio saber que cuando yo no esté mi afición podrá contar con él”.

Sin embargo, hablar de nacionalidades y patriotismos con Nico Rosberg es perder el tiempo. De padre sueco y madre alemana, el vástago de los Rosberg se crió en Austria y vive en Mónaco. Habla seis idiomas, entre los que se encuentra el español, aunque curiosamente no sabe nada de su idioma paterno, el sueco. Como su padre Keke, quien fue el primer campeón finlandés de la historia pese a nacer en Suecia, Nico entiende poco de patriotismos. Corre bajo bandera alemana en honor a la nacionalidad de su madre, Gesine Gleitsmann, pero si a algún país se ha mostrado ligado alguna vez ese es Mónaco, su hogar.

La carrera de Nico Rosberg es la de un chico que siempre intentó convertir a Keke en “el padre de”. Talentoso y muy prometedor, Rosberg arrasó en la Fórmula BMW, cuando aún corría bajo bandera de Finlandia, y fue el más joven en probar un Fórmula 1, con 17 años. Antes de dar el salto definitivo se pasó por la recién creada GP2, donde tras un inicio titubeante terminó arrebatándole el título a Heikki Kovalainen. Fue el primer campeón de la historia de la categoría, un año antes de que lo hiciese un antiguo rival al que el destino le mantendría ligado, Lewis Hamilton.

En 2006 llegó a Williams, y pese a un inicio prometedor la temporada se torció pronto y Rosberg se vio atrapado en un equipo decadente que no hacía más que añorar su pasado. Se pasó años peleándose con el Williams, sacando más de lo que había e incluso permitiéndose algunos podios. Cuando se quiso dar cuenta estaba sentado al lado de Michael Schumacher en un Mercedes. El Kaiser había cumplido solo a medias su prometida retirada y volvió cuando los de la estrella se quedaron con BrawnGP. Por entonces, Sebastian Vettel ya había adelantado a Rosberg como gran esperanza alemana, aunque eso a él le importaba muy poco.

A Nico siempre le ha costado arrancar. Cuando consiguió su primera victoria era el piloto de la parrilla que más carreras había disputado sin ganar, un total de 110. Sin embargo ahora cuenta con 23, lo que le convertía en el piloto de toda la historia que más carrera había ganado sin conseguir un Mundial. Muchos incluso comenzaban a colocarle en un rol de segundo piloto que no se correspondía ni a sus números ni a su bagaje.

Siempre cerca de Hamilton en los cuatro años que llevan compartiendo el Mercedes, Rosberg tuvo que pelear contra algún hueso duro hasta llegar hasta aquí. Especialmente uno, Michael Schumacher, piloto que volvió de su retiro en 2010 y que venía con todo para ser meterse al equipo en el bolsillo, ser la estrella de Mercedes y encasillar a Nico en el papel de “otro escudero de Schumacher”. Pero Rosberg no le dio opción, fue el primer compañero de El Kaiser que logró batirle y le fulminó en tres años brillantes que enterraron a la leyenda.

Después, una lucha con cuartel frente a su antiguo enemigo, Lewis Hamilton. Una guerra silenciosa en la que cada vez que había fuego aparecía el bombero Wolff para sofocarlo. Ni se aguantaban, ni se aguantan, ni se aguantarán, y por mucho que intenten disimular en la próxima temporada la batalla va a ser más cruenta que nunca, una vez Rosberg se crea que de verdad él también es un campeón. Porque en 2016 Nico solo ha ganado una batalla de un conflicto que comenzó cuando ambos compartieron equipos en el Mundial de karts, hace ya 16 años.

Es curioso, cada vez que se hacen estudios matemáticos sobre los mejores pilotos de la historia solamente dos de la actual parrilla suelen aparecer entre los diez primeros: Fernando Alonso y, sí, Nico Rosberg. Seguramente nadie hubiese apostado por el segundo, y es que como dijo Ecclestone: “el perfil bajo de Rosberg no le ayuda ni a él ni a la Fórmula 1”. Veremos si después de su primer Mundial, Nico se lidera y saca el carisma suficiente para equiparar su palmarés con su talento. Porque ya lo ha conseguido, ya ha convertido a Keke en “el padre de”.

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