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Un mosquito puede cargarse los Juegos de Río: el virus Zika infecta a 1,5 millones de brasileños y provoca el pánico mundial

Fotografía del mosquito Aedes Aegypti en Costa Rica.

Ni la crisis económica, ni los retrasos en las obras, ni la inseguridad ciudadana ni... Superados, mal que bien, todos estos obstáculos -previstos desde el primer minuto-, el Comité organizador de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro se enfrenta a un enemigo tan diminuto como terrible: el mosquito Aedes Aegypti. Este insecto transmite el Zika, un virus que ya ha infectado a más de millón y medio de brasileños en menos de un año.

La Organización Mundial de Salud estima que el brote podría causar entre “tres y cuatro millones” de enfermos en el continente americano

Desde el pasado mes de abril, el Zika se expande de manera explosiva por los países de Suramérica. La Organización Mundial de Salud (OMS) estima que el brote podría causar entre “tres y cuatro millones” de enfermos en el continente americano.

Aunque en general los síntomas del Zika son leves –fiebre baja, dolor de cabeza y articular, sarpullidos– se sospecha que embarazadas que contraen Zika pueden tener luego bebés con microcefalia, una enfermedad congénita irreversible que acarrea discapacidad intelectual. Brasil investiga desde octubre más de 3.400 casos sospechosos de microcefalia en bebés, una barbaridad si se compara con la media de 160 casos por año verificados hasta 2015. 

El gran temor en Brasil, además del sanitario, es la posible suspensión de los Juegos Olímpicos previstos dentros de seis meses en Río de Janeiro.

Varios gobiernos han aconsejado a las embarazadas no viajar a Brasil, y algunas compañías aéreas están ofreciendo la devolución del importe de los billetes

La situación de alarma es tal, que Dilma Rousseff, presidenta del país, ha tenido que salir al paso con una declaraciones cuyo tono bélico no es precisamente tranquilizador. “Vamos a ganar esta guerra. Vamos a demostrar que el pueblo brasileño es capaz de ganar esta guerra”, afirmó tras reunirse con sus ministros en el centro que coordina desde Brasilia las acciones para combatir el Zika, el dengue y el chikungunya, enfermedades que también transmite el temido mosquito aedes aegypti.

Entre esas medidas gubernamentales destaca la salida a la calle de 220.000 militares que irán puerta a puerta dando consejos a los ciudadanos sobre cómo erradicar y prevenir los criaderos de este mosquito, que prolifera en aguas estancadas de zonas tropicales y templadas.

Además, el Ministerio de Salud distribuirá gratuitamente repelente a más de 400.000 embarazadas con escasos ingresos económicos. De momento, varios gobiernos han aconsejado a las embarazadas no viajar a Brasil o a otros países donde hay epidemia de Zika y algunas compañías aéreas les están ofreciendo la devolución del importe de los billetes.

"El gobierno no combatió el mosquito. Ese es el gran pecado de Brasil", advierte Gubio Soares, virólogo que aisló por primera vez el zika en el país suramericano

Todas esas acciones de prevención o destrucción del Zika contrastan con la opinión de Gubio Soares, virólogo de la Universidad de Bahia que aisló por primera vez el zika en Brasil en abril de 2015. Para Soares las esperanzadoras declaraciones de la presidenta llegan demasiado tarde. "El gobierno brasileño no combatió el mosquito. Ese es el gran pecado de Brasil", afirmó.

Al borde del pánico y con los ojos de todas las federaciones olímpicas del mundo pendiente de ellos, los organizadores de los Juegos responden con el único argumento firme que tienen a mano. Así, minimizan los riesgos del Zika recordando que agosto, cuando se celebrarán las pruebas, es el mes más frío y seco del año -invierno en Río de Janeiro-, lo cual dificulta la reproducción de los mosquitos. Lo que se les olvida es que "más frío" en Brasil significa 24 grados centígrados de media.

De momento, y ante el cariz que están tomando los acontecimientos, el Gobierno ha convocado a todo el país el próximo sábado 13 de febrero a una jornada de movilización contra el aedes aegypti. Nunca algo tan pequeño como un mosquito aterrorizó a un país tan grande como Brasil y puso en jaque a una cita de la magnitud gigante de unos Juegos Olímpicos.

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