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Historia de dos gasoles

Los hermanos Gasol, esta temporada.

Pau Gasol estaba en decadencia, de él se esperaba que vagara por la liga, consumiendo sus contratos. Quizá volver a Europa para redondear su carrera. Lo de Marc, si hacemos caso de la historia, es peor aún. Nunca hubiese llegado a jugar en la NBA, menos aún a ser estrella. El deporte tiene estas cosas, es el terreno de la realidad en el que es más posible que las cosas cambien drástica e inesperadamente. Hoy ambos hermanos serán los primeros europeos en ser titulares en sus equipos del 'all-star', que se disputa esta noche en Nueva York. 

Primero el mayor, Pau. Fue miembro de la generación del 80, la más grande que ha tenido España y una de las mejores que ha visto Europa. En aquel mundial juvenil de Lisboa no era, ni mucho menos, la pieza maestra que demostraría ser en los años siguientes. Los jugadores altos tardan más en madurar, en acompasar su cuerpo y explotar sus opciones. Pasó por el Barcelona, bien pero sin brillo, un poco constreñido por su técnico, Aito García Reneses.

Saltó a América en cuanto tuvo ocasión a pesar de las voces expertas que aseguraban que estaba verde. Fue el número tres en su draft, no es común ver a alguien coordinado con su altura y su envergadura de brazos. Se fue, en contra de muchos, y triunfó. Fue el mejor novato de su promoción, se convirtió pronto en el centro de su franquicia, Memphis. Fue el segundo español en llegar a la NBA, solo después de la escasa experiencia que tuvo Fernando Martín. Creció y creció, llego a ser 'all star', pero no era suficiente. Pau, así lo escribe la historia, es un excelente jugador, pero insuficiente para ser la mayor estrella de una franquicia. Se marchó a Los Ángeles Lakers y allí encontró la horma de su zapato. Dos anillos, el sueño estaba cumplido.

Para irse a Los Ángeles tuvo que ser traspasado y aquel cambio también marcó la biografía de su hermano Marc. El pequeño nunca lo tuvo tan fácil como Pau, su juego no entraba por los ojos y diversos problemas de forma física retrasaron su explosión. Hay varios puntos clave que explican, o intentan explicar, los motivos por los que hoy Marc Gasol está considerado uno de los mejores pivots del mundo, pero ninguna de esas tesis se manejaba en 2006. Nadie pensaba en que aquel chaval tenía el potencial que realmente tenía.

Verano de 2006, un momento clave para la familia Gasol. Pau ya es el buque insignia de la selección y de su franquicia, el NBA que ha dado la vuelta al deporte español. España llega a Japón con esperanzas de ser campeona del mundo. En la lista, de tapadillo, se ha metido también Marc. Los aficionados murmuran nepotismo, como si entrar en aquel círculo fuese cosa de apellido y no de calidad. Hay muchos defensores de Hernández Sonseca, que se queda en tierra. La selección va pasando rondas, con Pau colosal, y se planta en semifinales. Sufre contra Argentina, mucho, pero termina ganando. La victoria es pírrica, pues una lesión quita al mayor de los Gasol de la final. La buena noticia es que Grecia ha acabado con Estados Unidos y el temor al rival es algo menor. Pero no jugará la estrella.

Marc, hasta ese momento, estaba teniendo un paso testimonial por el campeonato. Pero en la final, con su hermano fuera, se necesitaba un cuerpo importante para detener al mayor peligro heleno, Schortsanitis. Aquella final, en la que España se impuso con enorme claridad, también se vio la tarjeta de presentación de Marc, aún por pulir pero con un baloncesto que, solo días antes, no se esperaba. Pau, a pesar de no jugar la final, fue elegido el mejor del torneo. Marc volvió con las pilas puestas, mejoró su físico, salió del Barcelona para jugar en el Girona, un equipo que en aquel momento tenía dinero y ganas de agradar.

Su vida cambió porque se convirtió en el mejor jugador de la ACB. Dominó los tableros todo el año y se ganó la consideración se la NBA. Sin florituras, fue elegido segunda ronda, cogido por los Lakers en el número 48 del draft. En esas posiciones lo normal es no llegar a jugar nunca en Estados Unidos, pero no iba a ser el caso.

Se cruzan los caminos de los Gasol. Los Lakers, que vienen de ganar mucho, quieren darle a Kobe Bryant la opción de seguir peleando. En el traspaso que lleva a Pau a la costa oeste se incluye a su hermano. La idea, se supone, es meterlo como quien no mete nada, para cuadrar cosas, un fleco en un contrato que, en apariencia, es un gran timo de los Lakers a los Grizzlies. Se entiende que, a cambio de Pau, han dado poco menos que detergente. El tiempo ha demostrado que el traspaso fue óptimo para los Lakers, que ganaron dos anillos más gracias a la inestimable ayuda del hermano mayor, pero también bueno para los de Tennessee, que encontraron en Marc una joya inesperada.

Con el tiempo los Lakers de Gasol se fueron despeluchando. Bryant encadenó lesiones, Pau ya no era el mismo. Estaba mayor, decían. Marc, paralelamente, iba creciendo. Mucho más allá de cualquier previsión. Estrella en su equipo, que es de play-off, el mejor pívot de la liga, dicen algunos. Mejor defensor de la temporada. 'All-Star', en 2015 por segunda vez y, en esta ocasión, votado por los aficionados. Será titular. ¿Y Pau? También titular, salió de los Lakers a Chicago y ahí encontró una nueva juventud. El problema no eran sus achaques, sino un entorno derrotista. Va a partido por doble doble, tiene 34 años, pero le queda más baloncesto que el que decían los agoreros.

La teoría del partido de las estrellas dicta que los diez mejores jugadores están allí, de titulares. Hay, por lo tanto, dos europeos, dos españoles, dos chicos de Sant Boi y de una misma familia. Como los Arsdale en los 70, pero esta vez de titulares. ¿Cuáles eran las opciones? Pocas, mínimas, cuando ambos nacieron ningún español había jugado en la NBA. Pau parecía en decadencia, Marc parecía incapaz de llegar al colosal nivel que ha alcanzado. Pero esto es deporte, la magia está en estas cosas.

“Es un evento familiar para nosotros. Lo que hacíamos años atrás en la canasta de mis abuelos ahora lo haremos ante mucha más gente”, cuenta hoy Marc. “Cuando éramos niños esto era de otro planeta, de otra galaxia”, sostiene el hermano mayor. El partido, que como todos los años tendrá más de postureo que de baloncesto, contará este año con un momento icónico. Para España, por supuesto, pero también para el baloncesto. Dos hermanos pelearán por el primer balón del partido, un capitulo nuevo para dos historias apasionantes, la de los dos baloncestistas españoles que más alto han llegado, la de dos hermanos que jugaban en casa y nunca se dejaban ganar por el otro.

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