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Las críticas a Cardenal delatan un trasfondo político y anticatalán en el 'Neymargate'

"Me rebelo ante la desmesura a la que asisto estos días. No haría honor a la responsabilidad que me han confiado si callara mientras un escudo que ha aportado a nuestro deporte tanto como el que más es acosado y acusado". Miguel Cardenal, presidente del Consejo Superior de Deportes (CSD), defendió en una carta el buen nombre del FC Barcelona y, aunque posiblemente de manera inoportuna, puso el dedo en la llaga del 'Neymargate': "El quicio de la discusión son los llamados derechos federativos. Son una realidad reconocida y aceptada por los Tribunales de Justicia, y por supuesto en la sede especializada que constituye el Tribunal Arbitral del Deporte (TAS)".

Aunque nunca da una puntada sin hilo, de haber sabido la que se iba a armar, lo más probable es que Cardenal se hubiera ahorrado la misiva publicada por el diario 'El País'. Parece claro que, además de su aportación a una cuestión que domina y en la que considera que se está siendo injusto con el Barcelona, su intención no era otra que la de aliviar las tensiones entre Madrid y Cataluña.

Seguro que con lo que no contaba Miguel Cardenal es que el fiscal jefe de la Audiencia Nacional, Javier Zaragoza, remitiera un escrito al fiscal general del Estado, Eduardo Torres-Dulce, por lo que considera "una injerencia". Sin embargo, y en contra de las quejas de Zaragoza, en ningún momento el presidente del CSD denunció que el Barcelona esté "acosado y acusado" en la investigación que instruye el juez de la Audiencia Nacional Pablo Ruz. 

En primer lugar, Cardenal quiso ser justo: "El FC Barcelona bien podría presumir de ser el equipo de fútbol que más impuestos genera en el mundo —el tipo máximo del IRPF en Cataluña es el 56%—, recordando que está al corriente con las Administraciones Públicas". Y a continuación asumió su papel secundario: "No me corresponde participar en el debate sobre la información dada por los responsables del fichaje de Neymar. Tampoco en el terreno propio de los jueces y de la Agencia Tributaria. Pero lo que sí tengo claro es que en este momento nadie piensa que alguien vinculado al Barcelona se haya apropiado de cantidad alguna, y también me consta la voluntad de sus directivos de cumplir con la ley, como es la tradición en ese club, lo que implica, si se hubieran equivocado en algo, la rectificación".

Quizás, donde sí hubo una injerencia fue cuando Cardenal explicó que "el quicio de la discusión son los llamados derechos federativos (...) Es cierto que se trata de una institución controvertida, pero negar que es moneda corriente en el tráfico jurídico del fútbol actual es faltar a la verdad, como lo acreditan no pocos de los traspasos de jugadores de esta misma temporada. Dependiendo de cómo se usen, la relación entre los sujetos y otras variables, las consecuencias fiscales son diversas".

A partir de aquí, un llamamiento al bien común del fútbol español: "Un defecto desgraciadamente arraigado en nuestra sociedad y que va más allá del fútbol: la sana rivalidad frecuentemente es desplazada por un enfrentamiento enfermizo, en el que la expresión de la diferencia se lleva a cabo mediante la destrucción de lo común y compartido por todos. Alguno de los debates solo se explican sosteniendo que lo que los demás aportan a lo colectivo va en detrimento de lo propio, y eso niega el proyecto común".

Por último, Miguel Cardenal denunció algo que parece evidente: "Ojalá desapareciera todo lo que hay de juicio paralelo, tan deletéreo para la imagen de una de las instituciones más admiradas de nuestro país, tan negativa para la percepción de nuestro deporte, tan desafortunada para la proyección de España. Invito a que cada uno, desde nuestras respectivas responsabilidades, contribuyamos a ello en beneficio del deporte español, que tanto debe al Barça".

En contra de lo que se le ha achacado, en ningún momento Cardenal defendió la inocencia de los directivos del Barça. Lo que hizo fue no condenarles de antemano y, sobre todo, intentar diferenciar a una institución que, como siempre se ha dicho, es más que un club. Curioso que los partidos de la oposición fueran quienes denunciaran al presidente del CSD. Curioso que desde la Audiencia Nacional se hablara de injerencias cuando no fue más que una opinión, no sólo libre, sino del responsable del Deporte español y, sobre todo, de un experto en la materia.

Dejando de lado las ridículas quejas de la AFE, donde comparan el caso del Racing con el de Messi y Hacienda, sorprende que sólo los políticos se echaran a la yugular de Cardenal, mientras el mundo del fútbol se mantuvo al margen. "Cardenal es cabal, sensato y su mensaje es de unión", dijo Vicente del Bosque. Ese es precisamente el problema, que la unión es algo que paradójicamente hace tiempo que dejó de interesar a los políticos. Por no hablar de la sensatez, claro.

Curioso que los mismos que miraron para otro lado cuando Villar y Tebas, presidentes de la RFEF y LFP, pidieron y firmaron a favor del indulto para Del Nido, ahora pidan la dimisión de Cardenal por expresar su opinión y defender el buen nombre del Barça. ¿No será que el presidente del CSD ha incomodado a quienes quieren utilizar las evidente irregularidades del Barça en el fichaje de Neymar para utilizarlo políticamente?

Como se podía leer en 'La Vanguardia', "en un país donde abundan los pirómanos de la política, que alguien ejerza de bombero de la cosa pública resulta reconfortante". Esto es lo que ha sucedido con Miguel Cardenal. Del mismo modo que no hay que creer que detrás del 'Neymargate' están Florentino, Gallardón y Aznar, tampoco hay que ser tan ingenuos como para no pensar que detrás de este "acoso" al Barça se esconden enemigos de Cataluña.

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