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El niño texano deja claro que no ha ido a Augusta solo para aprender

Jordan Spieth.

Estados Unidos se alimenta de ídolos. Los va cogiendo, encumbrando y desplazando, cada uno a su ritmo. Adora a sus deportistas, les lleva en volandas y la mera existencia de uno de los suyos en una disciplina hace que el interés por ella crezca en todo el país. Como en todas partes, es cierto. El caso es que el golf allí ha tenido siempre algún nombre de estrella que llevase a sus espaldas la imagen de todo el deporte. El último, quizá el más grande icono que ha tenido nunca, sin duda la mejor plataforma para el marketing, ha sido Tiger Woods. Pero su luz decayó, así que se busca referente.

Han sido años de búsqueda, de nombres que iban pasando pero que no llegaban a dar el perfil. Pero ahora está Jordan Spieth, con sus 21 años. Lo principal, cómo no, es que sea un gran jugador y si alguno tenía dudas de este chico solo tuvo que el primer día del torneo para darse cuenta de que es especial. Se paseó por el Augusta National, minimizando los errores y dejando al resto como principiantes cuando, en realidad, el niño es él.

Su primera vuelta en este Masters 2015, en la que terminó con -8 fue excelente. Basta ver su esfuerzo en el hoyo catorce. Se había dejado una bola difícil, en la orilla de la calle, rozando la pinaza y con un árbol entre su posición y el green. Un tiro muy complicado que resolvió a la perfección, rozando una rama y pegando en el palo de la bandera. Birdie, uno más, el que en ese momento era el octavo. Solo un golfista en estado de gracia es capaz de sacar petróleo cuando los elementos le enfrentan.

Spieth es joven, pero no exactamente nuevo. Es su segunda participación en Augusta y ya el año pasado estuvo muy cerca de ganar. Quedó segundo y solo perdió porque era un niño de 20 años al que le pudo tanta tradición acumulada. Es normal. Si se recuerdan esos cuatro días el que mejor jugó fue el texano. “Fue la lección más dura, sabía que tenía en mis manos mi sueño y me pudo la ansiedad”, recuerda el joven del que todo el mundo habla, no solo por su juego sino por su inusual madurez.

Tiene el chico trazas de jugador de otra época. Hoy en día la norma es el gimnasio, la creencia que dice que es mejor el que más lejos pega. Se ha perdido un poco el juego corto, la genialidad desde cerca de green y el tino en el putt largo. Él no es así, recoge la tradición de los magos más que de los atletas. Seve en la memoria porque es el referente, pero no es eso. Tampoco se le puede pedir de momento.

Spieth acaba de firmar por diez años con Under Armor, una marca de ropa que en Europa aún suena poco pero que tiene revolucionado el mercado yanqui. Firmó hace unas pocas semanas y lo celebró ganando el Valspar Championship su segunda victoria en el circuito profesional. La primera le convirtió en el más joven en ganar en 82 años. Sí, más que Rory, que Tiger o que cualquier otro. La PGA ya le tiene entre sus favoritos para realizar anuncios, como lo demuestra su última campaña. 

El mundo está para él, es mucho más maduro de lo que yo lo era a su edad”, dice de él Ben Crenshaw, ganador dos veces en Augusta y el último texano en conseguirlo. “Me recuerda a Wyatt Earp”, cuenta con esa facilidad que tienen los sureños de asociar al western todo lo que ven.

El texano es la locomotora del torneo, puso un ritmo que nadie pudo seguir. Decía Rory McIlroy, el número uno, que estar entorno al par el primer día sería suficiente para empezar bien. Es mejor golfista que pitoniso, porque no esperaba que Spieth rompiese la ronda con sus 64 golpes. Se fue el norirlandés con +1 y aunque no hay nada definitivo su déficit es muy apreciable. Busca su tercer grande seguido y ser el sexto jugador en ganar los cuatro. Pero si no cambia mucho la cosa igual tiene que esperar a 2016.

Entre los que sí siguieron la estela del texano, al menos en la medida de lo posible, está Sergio García. No es Augusta su lugar favorito, nunca fue capaz de entender un campo que te puede dar en algún hoyo, pero tiende a penalizar mucho cualquier error. Aún así, y como es un excelente golfista, se metió entre los mejores con golpes de mucho mérito, como ese birdie en un difícil golpe de aproximación en el 14. Lo que parecía que iba para bogey terminó con una buena recompensa. Está sexto en la tabla, con -4, por detrás de gente como Day, Els o Rose. No puede decirse lo mismo de Olazábal (+7) y Jiménez (+6). En el caso del vasco era esperado, ya no es un golfista para ganar, pero el malagueño, que el año pasado fue cuarto, llegaba a Georgia para comerse el mundo. Es poco probable que jueguen el fin de semana.

La jornada deja una mención obligada más, la de un viejo rockero que es historia en el golf. Tom Watson consiguió bajar del par del campo con sus 65 años. Nadie antes lo había logrado.

1. Jordan Spieth. 64 (-8)

2. Jason Day  67 (-5)

2. Ernie Els. 67 (-5)

2. Charley Hoffman. 67 (-5)

2. Justin Rose. 67 (-5)

6. Sergio García. 68 (-4)

6. Rusell Henley. 68 (-4)

8. Paul Casey. 69 (-3)

8. Bill Haas. 69 (-3)

8. Ryan Palmer. 69 (-3)

8. Webb Simpson. 69 (-3)

85. Miguel Ángel Jiménez. 78 (+6)

89. José María Olazabal 79 (+7)

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