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Sin Griezmann no hay paraíso (2-2)

Griezmann, tratando de escapar de la marca de la zaga vasca.

Antoine Griezmann es la joya del Atlético de Madrid. Un potosí aunque atraviese prolongados momentos de sequía. El valor del francés no sólo lo representan los 150 millones de su cláusula sino el gol que lleva en la sangre y ese espíritu ganador que le ha colocado en el podium del Balón de Oro junto a Cristiano y Messi.

El 'siete' por el que suspiran media Europa y los poderosos clubes chinos tiene, además, el don de los genios. Un valor añadido. Eso le sitúa en la élite futbolística. Donde los elegidos. Un zurdazo en el tramo final del partido cuando todo parecía perdido en San Mamés permitió al Atleti recuperar un punto y no perder la estela de los puestos de Champions. La lucha por la Liga, una vez concluida la primera vuelta, parece una quimera. El Sevilla ha recogido el testigo de aquel equipo rojiblanco que se coló entre Real Madrid y Barcelona emergiendo como tercera vía.

Antoine ha comenzado 2017 a ritmo de gol y eso lo notan los del 'Cholo', que dependen de él más de lo que quisieran. Sin Griezmann no hay paraíso posible: él manda, marca y resuelve cuando los nubarrones se ciernen sobre el cielo colchonero. Lo hizo en San Mamés después de confundir a Iraizoz en el tanto inicial de Koke y de marcar un golazo anulado por dudoso fuera de juego. Luego, cuando el Athletic confirmaba su superioridad en el campo, se adueñó de un balón que le dejó Torres para imprimir su sello a una pegada colosal ajustada al palo.

Griezmann decidió cuando Simeone ya había apurado todo su arsenal ofensivo que no fructificó. Ni con Carrasco de inicio en otra oportunidad para el belga ni con Gameiro en el once titular el Atleti resolvió su divorcio con el gol. Fue Koke, el más entonado al comienzo, quien burló a todos con un centro envenenado. Ahí murió el Atleti porque se aculó en lugar de imponer su ley como antaño. Eso permitió la igualada del Athletic en un golazo de Lekue antes del descanso.

Los de Valverde, con Raúl García aplicando la misma medicina que empleó tantos años en el Calderón, dominaron a un cuadro visitante incapaz de desquitarse del ímpetu bilbaíno. El segundo gol del Athletic, con los papeles invertidos y el navarro centrando con De Marcos rematando, abrió una herida que parecía imposible de suturar tras dejar en evidencia, entre otros, a Godín y a Giménez. Fue cuando Simeone metió en el campo todo lo que le quedaba: Gaitán, Correa y Torres. El total de su potencial atacante, a la desesperada.

Una jornada más, el Atleti evidenció un problema que es la auténtica rémora esta temporada: la falta de un 'nueve'. No hay un crack que lleve el peso de los goles. Sólo Griezmann. Y eso es mucho decir. Desde Diego Costa el tránsito no ha sido acertado. Ni Mandzukic ni por supuesto Jackson Martínez ni ahora Gameiro son capaces de solucionar un problema que no hubo con el ariete del Chelsea o antes con Falcao, Forlán o Agüero. Torres tampoco está para resolver el brete y el asunto se ha enquistado.

Así, Simeone no halla forma de plantar batalla a los más grandes. Y eso pesa. Y responde a una mala elección reiterada del ariete en cuestión. Y la milonga de que no hay dinero no vale porque, si hay que destinar dinero para fichar en un club como el rojiblanco, en un punta de primera fila. Y eso no se ha hecho.

Mientras Griezmann responda y acompañe el resto el Atleti, los indios no dejarán de luchar. Ni de competir. Eso no se pierde. Es el gen del 'Cholo', pese a que a este plantel le sigan faltando cosas. Y no son pocas.

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