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Gloria lo cuenta todo: "Empieza con roces, te lleva a casa en su coche, luego con los masajes..."

"Empieza con roces, te lleva a casa en el coche... Luego con los masajes en la sala que había abajo. Yo llegaba la primera, después las demás casi a la vez. Él me hacía esperarle con la puerta cerrada y ahí empezó todo... Esa sala siempre sale en mis pesadillas", recuerda Gloria Viseras, la exgimnasta que habla de cómo empezó la tortura para esta mujer de ahora tiene 48 años.

"Me sentía totalmente culpable. Yo tenía lo que me merecía y ya está. Muchas veces me decía que Dios me iba a castigar por lo que estaba haciendo y eso me ha costado muchísimos años quitármelo de encima. A niñas con más autoestima o un carácter más fuerte les pegaba. A mí no me llegó nunca a hacer eso. No le hacía falta. Me hacía llorar solo con mirarme mal. A alguna de mis compañeras les pegaba. No mucho, porque era sibilino".

"Todo lo que pasaba en el gimnasio no podía salir de allí. Fue un proceso lento, pero muy claro. Esperaba a ver si se lo contabas a tus padres o no"

"Todo lo que pasaba en el gimnasio no podía salir de allí. Fue un proceso lento, pero muy claro. Esperaba a ver si se lo contabas a tus padres o no. Empezaba a probarte. No podíamos hablar con los chicos, luego con los hermanos y al final ni con los padres. Me fui encerrando en mí misma, porque no entendía lo que estaba pasando. Empecé a dejar de salir al recreo en el colegio. Para no tener que hablar con nadie. Luego, Fillo [como se conoce a Carballo] llegaba y te decía: ‘¿Ya has estado con los chicos?’. Y tú te decías: ‘¿cómo lo sabe? ¿cómo lo sabe?’. Lo que más nos dolía era que te dejara e hiciera caso a otra. Era lo peor".

"Me fui encerrando en mí misma, porque no entendía lo que estaba pasando. Empecé a dejar de salir al recreo en el colegio. Para no tener que hablar con nadie"

"Hacíamos las cosas para agradarle a él, para que no se enfadara, para que no te ignorara o para que no te pegara. Querías ser la elegida. Él nos encelaba a una contra la otra. Hacía cariñitos a una y luego a otra". Gloria se lesionó en los Juegos de Moscú y a su regreso a Madrid todo cambió. "Empezó a ignorarme, a machacarme psicológicamente. Conseguía recomponerme antes de que mi padre viniera a recogerme, pero un día no lo conseguí. Llegué llorando al coche y mi padre se fue a por él. No sé lo que pasó. Yo solo oía los gritos desde el coche y mi padre no me dejó volver”.

"Tengo que hacer esto por mi hija y por otras niñas para que esto no le vuelva a pasar a nadie. Otras personas podrán contar su historia, pero no podrán contar la mía"

Tras una estancia en Bulgaria y una nueva lesión, Viseras dejó la gimnasia. Se trasladó a Estados Unidos. Se casó, tuvo hijos. Y hace un año empezó a digitalizar sus fotos de gimnasia y a enviárselas a sus compañeras. Empezaron a hablar. "Me di cuenta de que no era la única, de que me creían. Nos entró el pánico", explica sobre por qué acudió al Consejo Superior de Deportes y a la policía.

¿Y por qué habla ahora?, le preguntan a Gloria. "Porque tengo que sanar. Tengo que sacarlo y tengo que seguir con mi vida. Tengo una hija de seis años y también tengo que hacer esto por ella y por otras niñas para que esto no le vuelva a pasar a nadie. Otras personas podrán contar su historia, pero no podrán contar la mía", concluye.

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