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Del Bosque y la vergüenza mundial

A veces me sorprende lo acomplejados que somos en general los españoles ante ciertas situaciones, el exacerbado sentido del ridículo que tenemos, comparado con la falta de vergüenza que mostramos en otras tantas. Esta semana se han dado dos de estas que me parecen contradicciones.

Una que podemos considerar con efecto retroactivo; asistimos al espectáculo de una capital del Estado inundada de basura por la incapacidad de su alcaldesa para encarar el problema. Alcaldesa que no hace mucho se prestó a representar una pantomima abochornante defendiendo para esa ciudad la aspiración de albergar nada menos que unos Juegos Olímpicos. Ahí es nada. Había pretendido para esa Madrid, por la que han campado a sus anchas las ratas, que ocupara un primerísimo plano deportivo y mundial durante todo un mes. Asombroso.

La otra es más reciente, fresquísima. Me refiero a la selección nacional de fútbol, la campeona mundial y bicampeona europea, la mejor selección, sin duda, del planeta Tierra y que atrae, justamente, las miradas del Globo.

Vaya por adelantado que me parece muy injusta y hasta hipócrita la campaña contra nuestra presencia en Guinea Ecuatorial, por motivos políticos. Guinea es, seguramente, un país corrupto, incluso sospechoso de crímenes de Estado. Pero no vayamos a olvidar que la Alemania nazi acogió unos Juegos Olímpicos, precisamente. O que la Argentina de Videla y sus sangrientos esbirros fue sede de unos Mundiales de fútbol mientras se torturaba y se mataba por mandato expreso de sus dirigentes. O que Qatar, que acogerá a otra cita mundialista, parece albergar muchas inmundicias bajo las elegantes alfombras de sus jeques.

Podemos incluso poner en duda el que países como Estados Unidos puedan ser dignamente visitados, vistos los hechos que acontecen o han acontecido en sus campos de prisioneros de guerra. O más allá aún, dado el genocidio amparado en la mentira que sus tropas cometieron en Irak, con el apoyo, por cierto, del Reino Unido y hasta –no se olvide- de nuestra España reciente. Así que no seamos tan escrupulosos con el humilde país africano, que por todas partes se cuecen habas. ¿O es que nos atrevemos “contra” Obiang porque es negro?

Yendo a lo puramente deportivo, en el partido de nuestra Roja contra Guinea, el espectáculo ofrecido fue penoso. Componen los guineanos un grupo animoso, pero con jugadores que, reclutados de forma apresurada, provenientes de aquí y allá, sin tiempo para conjuntarse, perderían muchos partidos contra equipos españoles de Segunda División B. Y nuestra campeona del mundo y de Europa les ganó por un apretado 2-1. Mal, muy mal. Pésimo partido de España.

Luego visitamos Sudáfrica, alineamos a gran parte de unos componentes mundialistas 2010 que se decían altamente emocionados e ilusionados al regresar a ese país en el que fuimos tan gloriosos… y perdemos. Los sudafricanos tienen más nivel y mejor ensamblamiento que los guineanos, pero aún así son una selección que ni siquiera ha accedido a clasificarse, dentro de la competición interna africana,  para el próximo Mundial. Es decir, a años luz de España. Y nos ganan. Y, lo que es quizá hasta peor, protagonizando los nuestros el bochornoso espectáculo de saltarse a la torera las normas oficiales para este tipo de partidos. Pepe Reina y Toni Grande luciendo maneras macarristas ante el lógicamente indignado seleccionador sudafricano. Del Bosque, en segundo plano, mientras su gente protagonizaba la vergüenza mundial.

El seleccionador, por cierto, acabará sufriendo pesadillas protagonizadas por guardametas. Tras su delicado equilibrismo cuando alude a la situación de Casillas en el Real Madrid, tras su aún más delicado equilibrismo cada vez que ¿explica? las razones de la titularidad o suplencia del que él alinee en puerta en La Roja, viene la lesión de Valdés y el numerito de marras por su antojo de obviar las consecuencias de un cambio precipitado y empeñarse en meter a Reina. Como para no soñar con porteros por el resto de sus días. Por cierto, ¿por qué Del Bosque no tuvo la gallardía de al menos solicitar meter a Reina, sí, pero quitando a un jugador de campo? Eso sí sería, si no fair-play, al menos coherencia y sentido de la responsabilidad. No lo hizo. Mal, muy mal, seleccionador. Torpe y falto de reflejos, en el mejor de los casos.

Y después de la ignominia, viene la decisión de la FIFA de anular la hazaña sudafricana, que se impuso a toda una campeona del mundo y doble campeona de Europa, España, pese a que ésta desvirtuó las reglas en su favor. Los españoles, sí, arrastramos a veces complejos absurdos. Pero también tenemos una cara más dura que el cemento Portland. A todo esto, la Prensa deportiva nacional mirando para otro lado y aburriendo hasta a las ovejas con la estupidez del temita “Messi-Cristiano Ronaldo-Balón de Oro”. Que los mandamases de la FIFA sean en ocasiones aún más sinvergüenzas que nosotros no me consuela en absoluto.

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