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Una cacería de narices

Arbeloa pisa por detrás a Diego Costa.

El Atlético no dio la talla. No se pareció a sí mismo. Fue más bien el de antes del 17 mayo, impresionable, tembloroso, débil. Ni encontró la pelota, ni el ataque, ni se defendió con la seguridad de costumbre ni ganó los balones divididos. Sus futbolistas principales no asomaron y a sus jugadores menores se les notó demasiado. El Madrid le superó en todo. En testiculina, en intensidad y en juego. Incluso en suerte. Sin Cristiano, que vivió el partido como mero espectador, jugando ordenado, agresivo y como equipo, con Jesé, Di María y Modric como piezas más destacadas, el equipo de Ancelotti (aunque se asemejó más bien al de Mourinho) se quitó de encima al campeón vigente de la Copa. Por lo civil obtuvo un triunfo incontestable que además por autoestima vecinal necesitaba. Un repaso.

Pero el Madrid, aunque Insúa debió ser expulsado por un plantillazo brutal a Jesé, también barrió por lo criminal. Hasta ensuciarse. Salió a pegar sin disimulo a Diego Costa, con el que tenía cuentas pendientes. A zurrarle, a provocarle, a arrancarle al menos la tarjeta amarilla que le privara de la vuelta. La temperatura ambiente, tan agitada tras el duelo de San Mamés y la expulsión de Cristiano, hizo que Clos arbitrara sin muchas ganas de mirar. Y como el brasileño llegaba con la instrucción de no caer en la amonestación (y aún así al final la recibió), salió menos fiero que de costumbre. Si no resignado a cobrar, casi. El plan le salió a los blancos.

Y en la cacería del sospechoso habitual, dos tradicionales pegadores cruzaron el umbral de lo presentable. Arbeloa, sorprendido por las cámaras con un barriobajero juego subterráneo, especialmente un pisotón cobarde y malintencionado por detrás sobre Costa cuando sabía que el balón y los ojos del árbitro estaban en la otra punta. Y Pepe, que además de los golpes, dejó una agresión escatológica: un asqueroso y ostentoso regalo de mocos en la mejilla del goleador español durante la espera de un saque de esquina. Unas acciones que no restan valor a la victoria del Madrid, pero sí cuestionan como deportistas a sus autores.

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