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Deportistas que dijeron adiós en la cima de su carrera

Björn Borg, durante un partido en Roland Garros.

La retirada del piloto alemán Nico Rosberg de la Fórmula 1, hecha oficial seis días después de conquistar el Campeonato del  Mundo  para la firma Mercedes, se suma a la larga lista de grandes figuras deportivas que abandonaron la competición de élite a una edad muy temprana.

La falta de motivación, el cansancio y la certeza de haber ganado todo hacen mella en un selecto club de deportistas que no tienen ningún reparo en poner punto y final a una actividad por la que han sido conocidos a nivel mundial, pero que ya no les reporta ningún tipo de satisfacción personal.

Rosberg, de 31 años, deja  el mundo de los monoplazas en un momento en el que se encontraba en el máximo nivel de rendimiento. Su retirada ha sido recibida con sorpresa e incredulidad por muchos aficionados que no han entendido cómo el alemán ha decidido marcharse sin apenas saborear las mieles del triunfo.

"Desde hace 25 años estoy en las carreras. Mi único sueño ha sido convertirme en campeón de Fórmula 1. Mediante el duro trabajo, el dolor, los sacrificios, esto ha sido mi objetivo. Y ahora lo he logrado, he subido la montaña, estoy en la cumbre, así que así está bien", ha explicado Rosberg, quien ha reconocido que no tiene suficiente motivación para seguir luchando por llegar el primero a la línea de meta.

Ganó en Torneo de Roland Garros en seis ocasiones y fue el rey de la pista de Wimbledon, de forma consecutiva, entre 1976 y 1980.

Otro caso que en su día conmocionó a los aficionados al deporte fue el del tenista sueco Björn Borg, uno de los grandes maestros de la raqueta, que ganó en Torneo de Roland Garros en seis ocasiones y fue el rey de la hierba de Wimbledon, de forma consecutiva, entre 1976 y 1980.

Borg, que tiene en su palmarés 11 títulos de Grand Slam  y al que muchos conocían como el “Hombre de Hielo”, se retiró de las canchas a los 26 años. El sueco empezó a disputar los grandes torneos a los 15 años, recorrió el mundo entero aclamado por todos, pero llegó un momento en el que se cansó y decidió marcharse.

Conocido por su gran juego desde el fondo de pista y por arrasar a la mayoría de sus rivales, se retiró en plenitud física y después de haber brindado a los aficionados algún duelo legendario con el “niño malo” del tenis, el norteamericano John McEnroe. 

Tras su retirada, Borg vivió unas etapas complicadas y hasta tormentosas en su vida personal. Tras dilapidar la fortuna que ganó en los nueve años en los que fue el número uno, volvió a las pistas con su raqueta de madera y con 35 años, pero nada volvió a ser igual.

Robert James Fischer, conocido por todos como Bobby Fischer, nacido en Chicago (EEUU) en 1943. Fue un niño prodigio del ajedrez y a los 12 años rivalizaba con las grandes figuras del tablero. En una época en la que el juego de los escaques era para muchos el símbolo de la Guerra Fría protagonizada por el bloque soviético y el norteamericano, Fischer, campeón del mundo entre 1972 y 1975, fue considerado un héroe nacional.

Unas tácticas psicológicas desconocidas hasta la fecha y unos inusuales ataques sorpresa sobre el tablero engrandecieron su figura y le convirtieron en un icono internacional.

Su mayor logro deportivo, según los expertos, lo alcanzó en 1972, cuando con sólo 29 años se convirtió en el primer estadounidense que ganaba el campeonato de ajedrez, al vencer al soviético Boris Spassky. Unas tácticas psicológicas desconocidas hasta la fecha y unos inusuales ataques sorpresa sobre el tablero engrandecieron su figura y le convirtieron en un icono internacional.

En 1975 Fischer, de carácter soberbio, caprichoso e impredecible,  rechazó presentarse a la defensa del título ante Anatoly Karpov. Renunció a jugosas ofertas y se retiró del brillo de los focos. Sus últimos días los vivió en el ostracismo y odiado por quienes décadas antes le alzaron al Olimpo de los dioses. Falleció a los 64 años en Reikiavik, la misma ciudad en la que ganó a Spassky la “partida del siglo”, así denominada por los expertos.

Otro caso de deportista que se retiró prematuramente fue el del medio apertura galés Barry John, que dio la última patada a un balón de rugby cuando sólo tenía 27 años y después de haber sentado cátedra en los principales templos de este deporte.

Estaba considerado como el mejor jugador de la historia en su puesto, pero no podía soportar la fama. Uno de sus compañeros de selección, Gareth Edwards, le definió como “un tipo con una maravillosa mente que reduce los problemas a su forma más simple. Físicamente es perfecto para el trabajo de apertura porque tiene un tren inferior fuerte y firme, y es esbelto desde la cintura hasta los hombros“.

John podría haber dado a los aficionados muchos días de gloria, pero abandonó los campos en silencio. Su mayor orgullo fue vestir la camiseta de Gales, el país hegemónico en el continente europeo durante aquellos primeros años de la década de los setenta.

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