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El Real Madrid acelera la salida de Di María: será uno de los descartes de Ancelotti en el Calderón

El argentino será uno de los cuatro descartes de Ancelotti. El italiano se lo ha comunicado antes de la comida y todo apunta a que en las próximos días se confirmará su salida del Real Madrid. El club con más opciones para llevárselo es el Manchester United.

El cariño es un bien incontable y lo que no tiene mesura es difícil de gestionar. Di María, jugador importante en el Madrid, trascendental a rachas, quiere marcharse del Real Madrid. Era un secreto a voces, pero en la rueda de prensa de Ancelotti quedó finalmente verbalizado: "Ha pedido irse". El técnico italiano carga el deseo en el jugador, salvando al club de toda culpa, aunque no haya sido exactamente así.

"No hay ninguna discrepancia entre el club y yo, ambas partes pensamos lo mismo. Di María ha pedido irse y ha rechazado una oferta del club", desliza el entrenandor. El problema, una vez más, entronca con el cariño. El Madrid intentó una renovación del argentino, pero no fue aceptada. Considera el centrocampista que el trato no era el mismo que estaban consiguiendo otros jugadores como Benzema, que no ha tenido problema para aumentar su contrato hasta los nueve millones netos. El club no ve en Di María una estrella, sólo un complemento  y, consecuentemente, no le cree merecedor de esas cifras. Él, que sí valora en eso su caché, quiere marcharse a un lugar en el que le paguen como a un crack.

"Esta situación la tiene que solucionar el propio futbolista. Si él no busca una solución para su futuro, seguirá trabajando con nosotros y no habría problema", asegura Ancelotti. Por lo demostrado en la pretemporada, preferiría tenerle disponible a que se marchase, por mucho que diga que su línea es la misma que la del club. Todo apunta a que Di María se irá. Quizá el PSG o más probablemente el United. Si todo falla, el italiano ya ha demostrado sobradamente que es capaz de torcer la voluntad del jugador y reincorporarle al redil como al hijo pródigo. No es especulación, ya ha pasado.

La relación de Di María y el Real Madrid nunca ha sido sencilla. Cuando fue fichado, del Benfica, hubo críticas por su alto precio que ahora, cinco años después, seguro será mayor. Con el tiempo se hizo un nombre y enamoró a la grada aunque él verano tras verano tenía que ver como llegaban nuevas estrellas al equipo que le superaban en sueldo, no pocas de ellas para su posición en el campo. Ya el año pasado tuvo el cartel de transferible, aunque en el último momento el que salió fue Özil. En aquella pretemporada se hizo con el cariño del entrenador y con un puesto en el plantel.  Cambio de planes, se fue el abúlico alemán y se quedó el muy trabajador (en esto hay consenso) Di María.

Un año después vuelve a estar en la casilla de salida: a la directiva le gusta menos que al entrenador y a la grada. Él, en parte con razón, nunca se ha sentido valorado y tampoco es un jugador que asuma con facilidad determinadas circunstancias. No le gustó ser suplente, ni algunos fichajes, ni siquiera jugar en el centro del campo en lugar de en la delantera. Sus peloteras no han ayudado mejorar la valoración que hace el club de él. Igual no llega al nivel de conflictivo, pero sin duda ha sido en determinados momentos molesto.

La memoria es frágil para algunas cuestiones. Esta etapa de Florentino no es la primera, y ya la vez anterior vivió un caso similar, acaso fundamental para comprender la caída de aquel equipo con más estrellas que el cielo. Makelele se fue del club el año que llegó Queiroz con argumentos similares a los que rodean el caso de Di María. No se sentía valorado, creía ser más importante de lo que el presidente pensaba, buscaba más dinero. Quedó una plantilla lujosa, pero escasa en obreros. La clase media, que se llamaba en aquellos días, se fue por la puerta de atrás, al equipo le faltaron piernas y empezó su declive.

Aquello, como esto, fue un problema de valoración y cariño. El club no quiso dar al jugador lo que pedía, algo que está sin duda en sus prerrogativas pero que, en ocasiones, termina con un desequilibrio deportivo. Quedan nueve días de mercado, Di María, si no cambian las cosas, se irá. Faltará por ver como le sienta al juego la ausencia de un jugador que, futbolísticamente, no tiene réplica en la plantilla.

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