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Del fiasco de 'Buenos desAires' a los de "la tortilla española tiene más huevos”

En mi página de FACEBOOK he escrito que no acabo de saber cuál característica es más propia de los españoles, si tener la cara más dura que el cemento o si  ser ingenuos hasta límites propios de la infancia. Estas semanas, viendo nuestra osadía de presentarnos por tercera vez como candidatos a organizar unos Juegos Olímpicos, me inclinaba por lo primero. El sábado, viendo las lágrimas que parecían sinceras de Alejandro Blanco, me dio por pensar que, en realidad, más bien tendemos a una ingenuidad que sobrepasa lo tierno y cae en el patetismo.

¿De dónde diablos ha surgido la ilusión de que en estos momentos nos concederían la organización de los JJ.OO. de 2020? ¿Por lástima? ¿Por pesados? ¿Acaso, quizá, por fe en el inefable refranero español, ése que sirve lo mismo para un roto que para un descosido? Para este intento -a la postre un roto del tamaño de un agujero negro- tiene disponibles las tan filosóficamente elaboradas conclusiones “A la tercera será la vencida” y “El que la sigue la consigue”...

Y es que, amigos, siendo nuestro país el paraíso del sistemático dopaje deportivo, ¿cómo diantres se nos ocurre concursar a candidaturas olímpicas, por muy falsarias facetas que estos fastos suelen albergar?

Aspectos oscuros, como todo lo humano, tiene también la actividad comercial, pero nunca, por ejemplo, tuvieron los piratas caribeños la ocurrencia de proponer la Isla de la Tortuga como sede de cónclaves internacionales sobre intercambios y navegación. Que se sepa, vaya.

Y van nuestros políticos, tan duchos al parecer en otro tipo de pirateos financieros y hasta informáticos, y dan el cante de su llorada en Buenos Aires. No se puede exigir a cualquiera una dignidad como la que dicen que tenían los fieros bucaneros, pero al menos un poquito de vergüenza y amor propio deberían tener. Aunque, bien mirado, los que asistimos a la ópera bufa cotidiana de nuestra España, ya vamos pensando que tampoco esas dos virtudes definen a la mayoría de nuestros representantes políticos.

Pues allá se fueron, a la entrañable Argentina, a montar el numerito. Con un príncipe representando a una Jefatura del Estado y a una familia que en los últimos años, por todo tipo de noticias, es raro el día que no da para titulares de Prensa no muy positivos. Con unos representantes del Gobierno del cual buena parte de sus miembros lleva meses, muchos meses, más dedicado a discutir con periodistas, fiscales, abogados y jueces que a dirigir el país. Con un principal partido de la oposición que también alberga a candidatos al nombramiento de “garbanzo negro”. Con un país detrás en un notable estado de crispación, crispación que podría manifestarse, de sernos concedidos los Juegos Olímpicos, en forma similar a la que muchos brasileños se manifestaron en las calles con motivo del reciente torneo futbolístico Copa de las Confederaciones.

Y van con todo eso en la mochila, y a someterse, sobre todo, al criterio de un Comité Olímpico Internacional dirigido por el señor Rogge, uno de los más implacables paladines de la lucha contra el dopaje y persona que –como infinidad más- se echó las manos a la cabeza ante la manera en la que el PSOE antes y el PP ahora han gestionado la ignominia de la Operación Puerto, en la que solamente las fuerzas policiales, algunos deportistas y algunos fiscales han estado a la altura.

Lo escrito en mi FACEBOOK: ¿Somos los españoles unos sinvergüenzas de marca mayor o somos unos tristísimos ingenuos? Igual es que somos ambas cosas. Y ahora aún nos queda aguantar a los idiotas de siempre, a los del “lo que pasa es que nos tienen manía porque la tortilla española tiene más huevos”. Ellos sí que tienen huevos.

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