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Cultura

Museos en España: cumplir años en tiempos de vacas flacas

Eran años de bonanza. De grandes proyectos. Una retórica de la inauguración, pero también el firme propósito de poner al día un tema aparcado durante mucho tiempo: una red de instituciones dedicadas al arte. Los museos sustituyeron a las catedrales en su tarea de hacer visibles en el mapa cultural a la ciudades que los albergaban y la idea del contenedor cultural ganó terreno en el paisaje local, su mejor ejemplo es el museo Guggenheim de Bilbao, que cumple ahora 15 años.

Justamente ahora, en época de recortes y vacas flacas -o famélicas- para la cultura, cuatro instituciones celebran su aniversario en medio de una serie de preguntas acerca del verdadero sentido y propósito de las instituciones culturales. Se trata de los museos de Arte Contemporáneo de Vigo (MARCO), que cumple 10 años; el Thyssen-Bornemisza, que cumple ya 20 años en el madrileño Palacio de Villahermosa, y el Guggenheim de Bilbao, el ejemplo clásico de institución cultural como dinamizador urbano desde su creación en 1997. A las celebraciones de estos tres museos se suma La Casa Encendida, centro cultural inaugurado en el año 2002 en el barrio de Lavapiés.

¿Qué balance puede hacerse de la aparición y desarrollo de estas instituciones? ¿Puede llamarse derroche a la inversión en proyectos que hoy todavía agregan valor a la cultura española? Quizás la primera parte de una respuesta pueda conseguirse si echamos la vista atrás, al año 1992, cuando el barón Thyssen llegó a un acuerdo con el Estado para la cesión y posterior venta de su colección de arte, integrada por cerca de 1.000 obras de arte desde el siglo XIII hasta el XX que hoy convierten al Thyssen en una de las grandes pinacotecas internacionales.

La posterior ampliación para acoger la colección Carmen Thyssen terminó de completar una institución cada vez más conocida por sus exposiciones temporales. Especialmente exitosas y recordadas han sido las muestras dedicadas a Paul Klee, Marc Chagall, Tiziano y Rubens, así como a autores españoles como Antonio López -cuyo éxito fue arrollador- y Sorolla, a quien se dedicó una bellísima exposición Sargent/Sorolla, que presentaba en paralelo las respectivas carreras artísticas del estadounidense John Singer Sargent (1856-1925) y el pintor valenciano.

De acuerdo con el Anuario de Estadísticas Culturales editado por el antiguo Ministerio de Cultura, existen cerca de 1445 museos. De esos, 651 son completamente gratuitos, es decir, 45% del total. En cuanto a la financiación de los mismos, aproximadamente 946 de estos, 66%, dependen de la administración pública. En ese sentido es importante aclarar que el peso más grande de los recursos proviene de las administraciones locales y autonómicas que financian en un 80% el total del coste. Y es ése justamente el mayor reto al que se encuentran muchas de estas instituciones en la actualidad: cómo replantear el modelo hacia una mayor participación de patrocinadores y mecenas.

En este perfil institucional encaja el MARCO, el Museo de Arte Contemporáneo de Vigo, creado en el año 2002 sin una colección permanente, justamente con la intención de que funcionase como un centro de arte contemporáneo con exposiciones temporales temáticas y colectivas, y cuyo acento debía estar colocado en su programa educativo. Son este tipo de instituciones las que se ven hoy más obligadas que otras a plantearse un modelo de gestión viable que les garantice la supervivencia dependiente en su mayoría de la financiación autonómica y local, que financian en un 80% el total del coste de este tipo de proyectos.

Así ocurrió con la sede del Museo Giggenheim de Bilbao, inaugurado en 1997, tras una inversión de 120 millones de euros. Era un acuerdo ganar-ganar. La Fundación Guggenheim exportaría su marca al exterior y la ciudad de Bilbao ganaría un símbolo cultural que la proyectara  internacionalmente.  Diseñado por el arquitecto Frank Ghery, el museo surgió en las orillas de la ría, tocado por su inconfundible perfil de navío que hoy, 15 años después, no sólo ha evitado los naufragios, sino que ha puesto en valor a la ciudad que lo acoge.

Según un estudio encargado por el propio museo, el aporte al PIB del Guggenhein desde su apertura se estima en 1.571 millones de euros, lo que se traduce en unos ingresos para la Hacienda foral vizcaína de 259 millones. A lo que se suma la creación de algo más de 900 empleos de manera directa, además de unos 200 y 300 indirectos. En total, un máximo de 1.200 puestos de trabajo deben su existencia a la aparición de la institución, cuyas exposiciones han incluido desde la revisión de figuras como Chillida, Rauschemberg, Louise Bourgeois, Jeff Koons o Bill Viola hasta muestras que incorporaron la moda o el cine.

Como testimonio de la importancia y el protagonismo especial que cobraron las obras sociales de las cajas de ahorro en el nmundo cultural, hoy se mantiene en pie, en el madrileño barrio de Lavapiés, La Casa Encendida. Al margen de las dificultades financieras de Caja Madrid, la institución impulsora del centro, La Casa Encendida se mantiene no sólo como un espacio cultural sino también como una institución que mezcla creatividad, conciencia cívica e integración de distintos colectivos.

Su mayor rasgo es el carcater multidisciplinario de sus actividades, ya que define sus ámbitos de actuación en cuatro campos interconectados: la Cultura, la Solidaridad, el Medio Ambiente y la Solidaridad. A lo largo de diez años y bajo la batutade un gestor como José Guirao, La Casa Encendida ha producido exposiciones transversales que  cruzan contenidos que abarcan desde el urbanismo, la antropología, el arte, la creación, la historia y la literatura, además de una serie de programas como el festival Experimenta Club y el certamen In-presentable.

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