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Cultura

El Museo Thyssen dedica su ciclo Miradas Cruzadas a los Orientalismos

En un mes el Museo Thyssen celebrará su 20 aniversario. Lo hará con una exposición dedicada a Gauguin, un artista cuya obra goza de amplia presencia tanto en la colección histórica del barón como en la de Carmen Thyssen. Como antesala de esta exposición, programada para el 9 de octubre, desde esta semana y hasta el 11 de noviembre tendrá lugar la tercera entrega de Miradas cruzadas, una serie que trata de poner en valor la propia colección del museo, y que en esta oportunidad se pliega hacia Oriente.

Ocho obras se dan cita en la sala del balcón-mirador de la primera planta (el acceso es gratuito). La comisaria, Paloma Alarcó -jefa de Conservación de Pintura Moderna del Museo Thyssen-, se ha centrado en esta ocasión en el tema de los orientalismos. Es decir, cómo se ha representado a Oriente en la pintura occidental. La Historia del Arte está plagada de referencias a Oriente. Muchos artistas se sintieron atraídos por lo exótico del arte oriental: de Picasso y Matisse a Balthus o Tàpies.

Del siglo XVII se ha escogido una pintura de Antonio Guardi, Escena en el jardín de un serrallo, que forma parte de una serie que el artista dedicó a Constantinopla. En esa época Oriente era sinónimo de lujo y esplendor y así se aprecia perfectamente en las obras de arte. En el XIX, los artistas se vuelven viajeros. Y ese gusto oriental lleva a muchos de ellos al norte de África. Fue el caso de Delacroix. Aquel viaje fue para él una experiencia tanto vital como artística. Su obra a partir de entonces se impregna de la luz y sensualidad de sus paisajes y sus gentes. Se exhiben dos obras suyas: «El duque de Orleáns mostrando a su amante» y «Jinete árabe».

Pero ese gusto oriental en el arte fue evolucionando con el tiempo hacia lo que se conoce como japonismo, tan presente en movimientos como el impresionismo y el simbolismo. Están presentes en la exposición nombres como William Merritt Chase (El quimono), Frederick Frieseke (Malvarrosas) y August Macke (Mujer en un diván). Este último pintó este precioso harén en un viaje a Túnez que hizo junto a Paul Klee y Louis Moilliet.

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