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Cultura

Concha Hernández: "En Conde Duque no tenemos un espíritu adanista, solo trabajamos mucho"

Conche Harnández, directora del centro Conde Duque.

Es uno de los centros culturales que late con más fuerza en la ciudad de Madrid. Mientras la cultura da bandazos entre el debate adánico, ya muchas veces visitado, de devolver la creación a los distritos, y el sector intenta reponerse a los años de vacas flacas que llegaron para quedarse, el Centro Conde Duque florece como un ejemplo de calidad. Desde hace ya casi dos años, Concha Hernández lleva las riendas de este centro, que ha conseguido integrarse a la ciudad con la discreción de las cosas que duran. Pensar, dar un paso atrás, intentar ver el conjunto antes de la minucia: "Vivimos tiempos muy raros, en el que se cae fácilmente en el disparate, vivimos a golpe de tweet", dice. Sin embargo, una idea mucho más potente planea alrededor de esta conversación e incluso del debate general, la necesidad de "dejar la gestión cultural en manos de los profesionales. Intentar no politizar la cultura".

Mientras la cultura da bandazos entre el debate adánico y las vacas flacas que llegaron para quedarse, el Centro Conde Duque florece como un ejemplo de calidad

Ubicado justo al lado del Palacio de Liria y tras ser Real Cuartel de Guardias de Corps desde 1717, el centro Conde Duque ha experimentado una transformación total a partir de 2005, año en que se presentó el Plan Director de Conde Duque. Una amplia inversión pública de alrededor de 75 millones de euros transformó el antiguo cuartel –irónico, el lugar de armar convertido en lugar de ideas- en un enorme contenedor cultural que acoge espacios escénicos, un teatro, un auditorio, salas de ensayo, además de sus salas de exposiciones, el Museo de Arte Contemporáneo, el despacho de Ramón Gómez de la Serna y todas las instituciones que contienen la memoria de Madrid (Hemeroteca, Archivo de la Villa, Biblioteca Histórica, Biblioteca Musical Víctor Espinó y la  Biblioteca Pública). No es un lugar cualquiera, Conde Duque es el segundo edificio cultural después del Palacio Real.

Conde Duque participó activamente en el hervidero de ideas y proyectos culturales que la década de los 80 supuso en Madrid, dando a conocer en sus salas a artistas y tendencias de todo tipo y época. Por aquel entonces, el Museo Español de Arte Contemporáneo se transformaba en lo que más tarde sería el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. El centro cultural Conde Duque llenó ese vacío con un programa de exposiciones en las que se prestó especial atención al arte español del siglo XX, la Escuela de Madrid y las muestras colectivas de artistas vivos. Su primer director, Luis Caruncho, ejerció hasta 1991 y durante el período 1993-1995. Contaba Conde Duque en aquel momento inicial con dos salas de exposiciones temporales en la planta baja (Pedro de Ribera y Juan de Villanueva), una en la primera planta (Juan Gris) y un salón de actos.

"Vivimos tiempos muy raros, en el que se cae fácilmente en el disparate, vivimos a golpe de tweet", dice Concha Hernández

En tiempos en los que muchos parecen descubrir el agua tibia, ¿cuál es el secreto de una política cultural coherente? Esa es una de las muchas preguntas que Concha Hernández contesta a Vozpópuli.  Tras años trabajando en la corporación cultural del Ayuntamiento, lo que hoy se conoce como Madrid Destino y luego de prestar años de su trabajo en el proyecto Matadero Madrid, Hernández se mantiene a la cabeza del que es, sin duda, una de las apuestas más serias de la ciudad en materia de oferta cultural.

-Resulta irónico, ¿no cree? Un cuartel convertido en un enorme centro cultural. Podemos tener Fe en la re-significación de los espacios. Sin duda.

-Es una maravilla que esto sea así. Conde Duque es uno de los edificios más emblemáticos del Ayuntamiento de Madrid. Un edificio del siglo XVIII con cerca de 66.000 metros cuadrados, dedicados a la cultura. Es emblemático también por razones vinculadas a la historia reciente: en Conde Duque comenzó el despertar cultural de la ciudad en los años 80.

-Hace ya casi dos años que se está usted al frente de este enorme contenedor. Y desde entonces ha dado un giro importante …

 -Bueno, yo llego en un momento, digamos, no fácil... El centro había estado cerrado seis años por obras, después dos años de actividad intermitente y escasa, no había equipo.  Como trabajadora de la empresa municipal que gestiona los espacios culturales recibo el encargo de ocuparme de la programación de las artes escénicas, de la música, de unir cultura con otras disciplinas como la gastronomía o la moda.  Y empiezo a programar estableciendo lazos con el resto de las instituciones que conforman Conde Duque y el barrio de Conde Duque, buscando alianzas con otras instituciones culturales. Ponemos en marcha nuevos festivales, como Laborarte y apostamos por la danza creando el festival danza_MOS. También apoyamos decididamente la creación de las mujeres (el festival Ellas Crean despega aún más en nuestro centro) y los jóvenes. Damos aliento a los proyectos que ya estaban en el centro como Coreógrafos en Comunidad, Joven Compañía y Teatro de la Reunión. Ponemos en marcha de nuevo el Festival Internacional de Jazz de Madrid, JAZZMADRID, y acogemos festivales muy queridos como Poemad, entre otros.

- ¿Para quién programa Conde Duque?

-La cultura tiene el poder de provocar sentimientos colectivos que fortalecen las sociedades, vertebran el tejido social; por ello pensamos que la cultura nunca debe ser elitista. Tenemos el deber de hacerla llegar a todos los públicos. Programamos para todos los públicos, buscamos espectadores inquietos, que busquen experiencias singulares y que también participen en los procesos de creación. Para ello hemos fomentado los ensayos abiertos al público en teatro y en danza, propiciamos los encuentros con los artistas, montamos talleres dirigidos específicamente a los espectadores.

El centro tiene un gran impacto en el barrio. Es la única asociación cultural de Madrid en la que participan las tres administraciones: nacional, autonómica y local

-La rehabilitación de Conde Duque costó al erario público 75 millones de euros ¿Cómo y de qué forma se devuelve esa inversión? ¿Cuál es el impacto que tiene el centro en el barrio?

-Las instituciones públicas tienen la obligación de invertir en cultura. El centro tiene un gran impacto en el barrio, además forma parte de una de las primeras, si no la única, asociación cultural de Madrid en la que están instituciones culturales de las tres administraciones -nacional, autonómica y local-, galerías de arte, conservatorios y escuela de músicas,  cines, museos... Entorno Conde Duque. Pero además trabajamos mucho con el barrio, abrimos el centro a la colaboración con festivales como Malakids, Villamanuela, participamos en las fiestas del barrio, implicamos en nuestra programación a los pequeños comerciantes. Hacemos ciudad.

-¿Cuánto cuesta mantener Conde Duque? ¿Cómo funciona su gestión? ¿Depende de Madrid Destino exclusivamente?

-Las actividades culturales de Conde Duque se gestionan con los presupuestos municipales a través de la empresa municipal Madrid Destino. Se funciona con un presupuesto anual en el que se incluyen todos los gastos de programación más los gastos de producción técnica, etc. Hay una pequeña parte procedente de patrocinios  y también la taquilla que revierten en la gestión cultural y algo que yo considero fundamental: la cooperación institucional. Gracias a esta colaboración entre instituciones podemos hacer crecer la programación.

-Los tiempos de vacas gordas han pasado y no van a volver. ¿Cómo impulsar sin embargo un modelo mixto cuando ni siquiera existen herramientas de mecenazgo?

-Pues esas herramientas dependen de decisiones políticas. El sector cultural da trabajo a casi 500.000 personas y, como antes señalaba, somos una primera potencia cultural, no sólo a nivel patrimonial, sino de creación contemporánea, por tanto no estaría mal que nuestros responsables políticos incluyeran en sus agendas el hecho cultural como factor de crecimiento económico y social.  Por otro lado tenemos en la lengua uno de nuestros mayores activos, millones de personas en el mundo se comunican en nuestro idioma. Leen, piensan, componen, crean en español. Tenemos que interiorizar el inmenso valor de nuestra cultura, además de internacionalizar a nuestros artistas: debería ser uno de nuestros mayores compromisos.

"No tenemos un espíritu adanista, está todo inventado. Sólo trabajamos mucho y escogemos con mimo la programación"

-¿Cómo se consigue que un centro cultual se integre al espacio público?

-Pues no tiene mucho misterio... No tenemos un espíritu adanista, está todo inventado. Sólo trabajamos mucho y escogemos con mimo la programación. Conde Duque se ubica en un barrio de artesanos, con tiendas que ofrecen productos exclusivos, distintos. Hablo de ropa, pero también de gastronomía. También nosotros queremos ofrecer ese producto artesano en nuestras programaciones, que la gente elija venir a Conde Duque porque sepa que va a encontrar calidad y una programación que quiere ayudar a su crecimiento interior, a descubrir nuevos valores, a participar en los procesos de creación de los artistas. Por supuesto creando costumbres de venir al centro con apuestas de calidad como los festivales Ellas Crean, Laborarte, Danzamos, Flamenco Joven o el Festival Internacional de Jazz de Madrid, que este equipo devolvió a la ciudad desde Conde Duque y que en la edición de este año se expande también al Fernán Gómez.

-Carmena ha basado su gestión en la Cultura e Distritos. Como si eso no existiera antes. ¿Descubre el agua fría la alcaldesa?

-Descentralizar la gestión y llevarla a los distritos siempre es un acierto. Quienes conocemos nuestra ciudad sabemos que hay barrios más heridos que otros y que necesitan mayor atención, porque requieren mayor cohesión social. No puede ser que las cosas siempre pasen en los mismos sitios. Tierno Galván, el alcalde que todos tenemos en nuestro imaginario, dotó a los distritos de unos excelentes equipamientos culturales. Hay una guía maravillosa que aún circula por el ayuntamiento de los auditorios que se construyeron en esa época y que han acogido y acogen múltiples actividades culturales; quizás era un buen momento para revisar las programaciones, poner esos centros al día y que se inserten en la vida de los barrios. Ahora bien, esto no nos debe hacer olvidar que somos la capital de un país que tiene un alto porcentaje de turismo cultural, de visitantes que generan una aportación económica importante a nuestra ciudad, de un público que pide vivir nuevas experiencias culturales. Debemos ser capaces de tener una oferta cultural acorde a esta demanda y esto pasa por realizar programaciones de calidad en los lugares emblemáticos que tiene el Ayuntamiento. Son espacios que deben ser de referencia internacional. Creo que ambas cosas son compatibles y no me cabe la menor duda de que serán atendidas.

"Tierno Galván, el alcalde que todos tenemos en nuestro imaginario, dotó a los distritos de unos excelentes equipamientos culturales"

-¿Qué error está cometiendo un gestor cultural para que ocurra algo como lo de los titiriteros?

-Antes decía que somos mediadores entre el público y los artistas. Un gestor cultural debe propiciar que esta relación se establezca de manera adecuada, que público y artistas estén en sintonía.  De cualquier modo, vivimos tiempos muy raros, en el que se cae fácilmente en el disparate, vivimos a golpe de tweet. Falta reflexión y análisis. Sosiego en las valoraciones. Equilibrio en las decisiones.

-Desde su punto de vista qué tienen en común y en qué se diferencian la concepción de cultura de la actual alcaldesa de las administraciones anteriores.

-Llevo años trabajando con políticos, de distinto signo político, y siempre he sentido su respeto por la gestión que he realizado. Ellos también son servidores de lo público y lo importante es que sientan que el trabajo que se realiza se hace con rigor y profesionalidad y que se dé por hecho la lealtad institucional. Si partimos de esa base, entiendo que todos querrán que los centros y los teatros funcionen, que se haga una gestión adecuada de los recursos, que acuda público a las programaciones, que los artistas sientan que se les da oportunidades, que se proyecta la ciudad al exterior, etc. Considero que ese es el lugar común en el que cualquier regidor o regidora puede y debe encontrarse, sin que importe su ideología.

-Deme dos razones , desde su centro cultural, que contradigan el discurso apocalíptico sobre que este país desprecia la cultura.

-La primera: los hombres y mujeres que trabajan en Conde Duque y que con su compromiso y esfuerzo han logrado hacer del centro lo que es en este momento. Cuentan con toda mi admiración y respeto. No sólo hablo de los gestores, hablo de los iluminadores, de los técnicos de sonido, de los administrativos, de la taquillera, de los acomodadores, del personal de información, de limpieza, de mantenimiento... Cuando se sube el telón, cuando se apagan las luces, cuando empieza el concierto, somos un único corazón que late acompasado y se emociona con la palabra, con la música, con la danza. Es indescriptible la alegría compartida cuando suenan los aplausos y todo ha ido correctamente y también el malestar compartido cuando algo no ha ido bien, cuando algo ha fallado, aunque el público no lo haya notado. Mientras el público disfruta del espectáculo, estamos todos interconectados para intentar solventar la más mínima incidencia. Tienen un nivel de exigencia muy alto con su trabajo. La segunda: los artistas. Los nervios del estreno. Las lágrimas emocionadas. Las oportunidades que se abren. El calor de los aplausos del público. Ellos hacen posible el milagro de la cultura en nuestro país.

-Ahora deme dos que lo confirmen.

-El 21% de IVA y la tendencia a pensar que vale lo mismo un ciudadano creador que un artista profesional.

- ¿Una idea para cerrar?

-Seguir apostando por los jóvenes y por las mujeres. Conde Duque como centro de igualdad entre hombres y mujeres.

- ¿Una para repensarnos?

-La escandalosa ausencia de mujeres en las programaciones y en los lugares de toma de decisiones.

- ¿Un pacto que en verdad valga la pena?

-Dejar la gestión cultural en manos de los profesionales. Intentar no politizar la cultura.

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