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Cultura

Lola Montez, la falsa española que quiso ser reina

Ni se llamaba Lola Montes ni era española, en realidad era irlandesa y su nombre real era Elizabeth Gilbert, aunque a ella lo de hacerse pasar por andaluza le venía como anillo al dedo. Muchos la consideran la primera femme-fatale de la historia. Su historia es muy anterior a la de Mata Hari. Gracias a su belleza y carácter pasional, la bailarina exótica se codeó con los literatos, políticos, músicos y aristócratas más populares del siglo XIX: Alejandro Dumas, Honoré de Balzac, George Sand o Liszt, con quien vivió un intenso romance. Su conquista más importante fue el rey Luis I de Baviera, quien se enamoró locamente de ella, hasta el punto de abdicar al trono por ella, en 1848.

Justo ahora, la editorial Plaza & Janés publica una biografía escrita por Cristina Morató y en la cual la autora aporta nuevos datos sobre la vida de este personaje, quien fue, junto a la Reina Victoria, una de las mujeres más famosas del siglo XIX. Tras tener acceso a algunas cartas inéditas y consultar fotografías hasta ahora no difundidas, Morató reconstruye el perfil de esta mujer, un personaje poco convencional, ya fuese en su siglo o en el nuestro. Sus padres eran Edward Gilbert, militar británico, y Eliza Oliver, quien dio a luz a la pequeña siendo apenas una adolescente, con 15 años. Debido a la misión a la que fue enviado su padre, vivió en la India y pasó luego sus años de formación en Escocia, donde fue enviada tras quedar huérfana.

En 1837, con dieciséis años, se fugó con el teniente Thomas James. Estuvieron juntos cinco años, hasta que la joven Elizabeth decidió convertirse en bailarina exótica. Debutó en Londres como Lola Montez, la bailarina española,  en junio de 1843. La zeta forma parte de su nombre artístico desde el comienzo, sin embargo, Morató corrige y lo escribe con ese.  Aprovechando su piel color oliva y su cabellera negra, Montez se hizo pasar como andaluza para agregar todavía más exotismo a su performance. Y funcionó.

El espectáculo fue un éxito, pero le costó un escándalo, ya que fue reconocida como la Sra. de James. Tras el bombazo de su actuación londinense y tras separarse del teniente, se estableció en París, donde tuvo una relación con el músico y compositor Franz Liszt, quien la introdujo además en el círculo de George Sand, quien ya había publicado para ese momento Indiana, Valentine y Lélia, una de sus novelas más exitosas, y comenzaba a relacionarse con Chopin. A partir de la amistad con la escritora, Montez entra en contacto con un cada vez mayor número de artistas, escritores y aristócratas.

Durante una actuación en Múnich, Lola entra en contacto con el rey Luis I de Baviera, quien cae fulminado ante su personalidad exótica, vital y excesiva. Pasó de amante del a lugarteniente, o casi. Su mal carácter y ademanes despóticos no le granjearon el afecto  del círculo cercano del monarca, quien la convirtió en Condesa de Landsfeld en 1847. Apenas un año después y tras recibir fuertes presiones por la poca pertinencia de la relación –se rumoreaba que Lola aspiraba a ser reina consorte-, Luis I abdicó. El asunto le quitó a él el trono pero a ella no le quitó el sueño. Volvió a Londres y continuó con carrera artística. se embarcó rumbo a Estados Unidos donde vivió la fiebre del oro y actuó para los rudos mineros. En la última etapa de su vida, ya alejada de los escenarios, Lola se reinventó una vez más como conferenciante de éxito. Publicó el primer libro de consejos de belleza de la historia titulado Las Artes de la Belleza, un auténtico éxito de ventas en su época. Murió muy joven, con apenas 39 años, de una neumonía.

Lola Montez inspiró a muchos creadores, entre ellos a uno de los directores de la edad dorada del cine, Max Ophüls, que rodó una película sobre su vida y que se estrenó en 1955 con el título Lola Montes. También en 1930 el famoso director Josep von Sternberg homenajeó la figura de Lola Montes en su película El Ángel Azul, donde Marlene Dietrich da vida a una cupletista que responde a casi todos los rasgos de Montes. Y la actriz Conchita Montenegro, una de las primeras española que triunfó en Hollywood, encarnó también a Lola Montes junto a Luis Prendes, en la película de Antonio Román de 1944. En España también su nombre fue muy famoso y se escribieron coplas en su honor. La más conocida fue el tema Lola Montes, interpretada por Conchita Piquer.

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