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Cultura

Miguel Mena: “Se nos ha olvidado el temor que sentíamos en la transición”

Corre el año 1982. Todas las miradas del mundo están puestas en España, un país que consolida los primeros pasos de su andadura democrática a la vez que intenta hacerse visible  internacionalmente como organizadora del Campeonato Mundial de Fútbol de ese año. El proceso no está siendo nada fácil. Luego de una intentona golpista y la descomposición del partido gobernante, UCD, los atentados terroristas de la banda ETA llenan de incertidumbre el panorama.

La inesperada desaparición de un miembro de la delegación neozelandesa complica las cosas y ponen al detective Luis Mainar tras la pista de una investigación que lo lleva hasta Málaga. Lo que parecía ser un hecho aislado tiene implicaciones políticas internacionales bastante complejas. Ésta es la anécdota de partida de Todas las miradas del mundo (Suma de Letras), la nueva novela del periodista y escritor Miguel  Mena, una historia que pretende retratar la sociedad española de la transición aquejada por una serie de contradicciones sociales y políticas.  

En esta ocasión Miguel Mena vuelve a valerse del inspector Luis Mainar, que ya protagonizó su anterior novela, Días sin tregua, para adentrarse en aquellos meses de 1982: los jóvenes fascistas que no quieren asumir la nueva evolución democrática, los delincuentes callejeros que carcomen las grandes ciudades o los terroristas vascos que desestabilizan la nación con atentados.

“Cuando la escribí pensaba en mis recuerdos del año 1982. España recién comenzaba la democracia y era la primera vez que organizaba un evento internacional, un mundial de fútbol; de ahí el título, todas las miradas estaban puestas sobre nosotros. El  golpe de Estado de Tejero estaba muy cercano, había muchos militares involucionistas, la extrema derecha también estaba muy presente y también el terrorismo”, comenta el periodista y escritor, autor de los libros Días sin tregua (Premio Málaga de Novela 2005), Piedad (2008), o Alerta Bécquer (2011).

Fotógrafo ocasional, como él mismo se define, Miguel Mena diferencia entre la nación que guarda en sus recuerdos de la que hoy existe. Es otra. Y aunque Mena no entra al trapo al preguntársele qué goza de mejor salud, si el fútbol o la democracia, responde, optimista, acerca de unos años que él vivió siendo apenas un joven. “España ha cambiado mucho desde entonces. Empezando por el  fútbol - en la novela se habla del fichaje escandaloso de Maradona para el Barcelona -hasta el hecho evidente de que  a la democracia la hemos dado por asumida, la hemos dado por natural, cuando en aquel entonces no lo era, incluso  el propio partido que gobernaba en ese momento, UCD, se descompuso”.

Mainar, hilo conductor de esta historia, es, además de un detective obstinado, un hombre que cree en la democracia y es precisamente ese empeño el que le llevará a resolver el caso, a pesar de las condiciones adversas que amenazan su misión. Su retrato, junto con el de su compañero Carlos Navas, joven inspector de la policía de Málaga, completan algunas de las estampas humanas de la sociedad que emergía en aquel entonces.  “La España que retrato en Todas las miradas está llena de contradicciones y miedos. Por un lado, en ese entonces, había un estallido de libertad, pero por otro había muchas amenazas, entre ellas la del terrorismo.  Se nos ha olvidado el temor que sentíamos. La incertidumbre entonces era muy grande”, dice.

La mezcla novela negra y fútbol es, sin embargo, demasiado apetecible como para no resultar sospechosa, una pregunta reproche ante la que Miguel Mena tampoco parece darse por aludido. Este, dice,  no es un libro completamente negro, sino una síntesis: “Todas las miradas mezcla muchos géneros, hay  novela negra pero también hay un mosaico histórico con el que me interesa recrear la historia reciente. Es una novela coral en el que cada uno arrastra su incertidumbre, sus esperanzas”.

La España de comienzos de los ochenta está convirtiéndose en un tema insistente en la obra de Miguel Mena. Ya había aparecido en su novela anterior, Días sin tregua, la cual se desarrolla  tras el golpe de estado de Tejero, en una España convulsa en medio de la cual el detective Mainar debe investigar el secuestro del futbolista Quini. Vuelve a aparecer en  Todas las miradas del mundo y también en su próxima novela, en la que ya está trabajando. “Al igual que se sigue escribiendo sobre la guerra civil, la transición se ha convertido en otro gran tema, en otro gran personaje de nuestra historia. Ha habido grandes libros sobre ese tema, por ejemplo,  Anatomía de un instante, o El día de mañana, ha tenido que pasar el tiempo para poder escribirlo. La literatura necesita distancia”.

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