Quantcast

Cultura

Laura Castañón: “Si a una persona le quitas la memoria ya no es nada, a las sociedades les ocurre lo mismo”

Laura Castañón, en una imagen de archivo.

A Laura Castañón (Asturias, 1961) la sonrisa no le cabe en el rostro. Quien la mira de cerca siente que los demasiados dientes compiten con su perfil. Que están dispuestos a expulsar de su cara cualquier gesto distinto de la risa. Está eufórica Laura Castañón, y así llega a la entrevista de esta mañana: hecha una pascua. El crítico de La Nueva España ha comparado su más reciente novela, La noche que no paró de llover (Destino), con la fabada perfecta. “Lo tiene todo, en las proporciones justas”. Así resume Laura Castañón la receta de cocina traducida en juicio literario.

Una mujer espera 18 años para abrir una carta que no tiene valor de leer y que su hermana escribió para ella poco antes de morir...

Cuatro años después de publicar su primera novela, Dejar las cosas en sus días (Alfaguara, 2013), Laura Castañón profundiza en este libro el registro de la saga familiar, que amplía en esta nueva entrega a través de la historia de una mujer que padece los engaños de la memoria. Se trata de Valeria Santaclara, una atildada y solitaria anciana que vive en una residencia geriátrica. Entre sus cosas guarda una carta que su hermana Gadea escribió antes de morir, hace 18 años, y que aún no se ha atrevido a abrir. El sobre, escrito por fuera con las palabras El perdón, es la causa de sus pesadillas y sus problemas de insomnio. Para enfrentarse al contenido de esa carta, Valeria recurre a Laia Vallverdú, una psicóloga de origen catalán recién instalada en Gijón junto a Emma, su pareja.

“Valeria es la víctima propicia de su tiempo. Nunca la han querido y ella jamás se ha sentido querida. De ahí ese enorme vacío y todo el mal que ha hecho a lo largo de su vida"

En una peripecia literaria, no exenta de cierto manierismo y rebuscamiento –como aquello de hacer que una octogenaria se someta a terapia-, Valeria Santaclara acude a consulta en la antigua casa de infancia, aquella que habitó su acomodada familia en los tiempos de la II República. Así, martes a martes, la anciana recompone en el diálogo con la psicóloga una  vieja historia: las heridas de la Guerra Civil, la represalias de régimen, trágicas muertes y severos reproches además de la conflictiva relación de celos, envidia y rivalidad que mantuvo con su hermana Gadea, a la que siempre envidió y despreció a partes iguales y cuya figura permanece en su mente como reclamo de culpa, de ahí la carta que lleva 18 años cerrada y que ella no se atreve a abrir. Todo el mal que le hizo Valeria a Gadea en aquellos años regresa ahora a la consulta con su psicóloga. "Valeria es la víctima propicia de su tiempo. Nunca la han querido y ella jamás se ha sentido querida. De ahí ese enorme vacío y todo el mal que ha hecho a lo largo de su vida. Pero siempre existe la redención, incluso para un personaje como ella", apostilla la asturiana, quien comenzó a escribir ya tarde, luego de dedicarse durante años al periodismo, la divulgación y promoción editorial y cultural.

"Cuando escarbas en la memoria individual haces escala de lo colectivo. Aunque a veces pienso que hay más posibilidad de redención del individuo que de las sociedades en su conjunto"

A estas dos tramas se añade una tercera: la de Feli, la joven empleada de la limpieza en la residencia de ancianos donde vive Valeria Santaclara. Con una trágica historia familiar –también-  a cuestas, esta mujer cursa un taller literario y ansía convertirse en escritora.  La noche que no paró de llover entrelaza, con cierto exceso, en sus páginas la visión de tres mujeres de generaciones, actitudes y emociones diversas  que desembocan sin embargo en un mismo pozo: la culpa por el mal ocasionado, sea o no deliberado; haya o no ocurrido. El agravio entre personas como metáfora de uno mayor. "Ese es un tema que  me interesa, mucho. Porque cuando escarbas en la memoria individual haces escala de lo colectivo. Aunque a veces pienso que hay más posibilidad de redención del individuo que de las sociedades en su conjunto, por eso todos los personajes de la novela escriben", asegura Laura Castañón.”A todos los personajes trato de salvarlas a través de palabra. Valeria, Emma o Feli toman la palabra escribiendo”.

"Toda esta serie me permite trabajar un tema que me preocupa mucho: la memoria y el olvido"

Aunque no se siente fruto de un solo tipo de lectura, Laura Castañón sí reconoce su interés por la novela realista, esa que sirve de edificio en el cual alojar con firmeza una idea. El artefacto decimonónico al uso. "Tengo el propósito de indagar, con todos los resortes de la novela el olvido. Esto forma parte de un proyecto. E incluso puedo decir que estoy escribiendo episodios de una misma historia, que incluye la novela ya publicada en 2013, Dejar las cosas en sus días, ésta y dos más que completan la serie. Por ejemplo, hay cameos de personajes como Paloma Montañés. Toda esta serie me permite trabajar un tema que me preocupa mucho: la memoria y el olvido. Si a una persona le quitas la memoria ya no es nada, a las sociedades les ocurre lo mismo”.

Laura Castañón no descarta otros proyectos, entre ellos una distopía a cuatro manos con su hija, la poeta Sofía Castañón, una joven de 32 años que desde 2016 es diputada de Podemos por Asturias

Aunque queda mucho por avanzar en esta saga histórica de momento jalonada por personajes femeninos, Laura Castañón no descarta otros proyectos, entre ellos una distopía a cuatro manos con su hija, la poeta Sofía Castañón, (Gijón, 1983), una joven de 32 años que desde 2016 es diputada de Podemos por Asturias  y actualmente se desempeña como portavoz de la Comisión de Igualdad y vocal de la Subcomisión de Pacto de Estado en materia de Violencia de Género. Madre e hija unidas en una novela, como quienes se sientan ante un piano. De momento Castañón ríe, por qué no, dice ella.

Ya no se pueden votar ni publicar comentarios en este artículo.