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Cultura

Natalio Grueso: dos años y cuatro meses sin dar golpe en el Ayuntamiento

Natalio Grueso con Mario Vargas Llosa durante la presentación de La Chunga, en Madrid.

Natalio Grueso llegó al cargo en marzo 2012, de la mano de Fernando Villalonga, entonces delegado de las Artes del Ayuntamiento de Madrid. Desembarcó no solo para sustituir a Mario Gas en el área de artes escénicas, sino para dar relumbrón cultural y cierto cosmopolitismo a la que fue entonces la mayor apuesta de Ana Botella: Madrid 2020, la candidatura olímpica que la alcaldesa vio esfumarse el año pasado en Buenos Aires entre cafés con leche y bromas sarcásticas sobre su inglés.

Las cosas han cambiado. Y bastante. Ni Madrid fue olímpica, ni Grueso su artífice cultural. Entre medias, y con una polémica sobre la supuesta privatización de los teatros de la ciudad, el director de Programación de Artes Escénicas de Madrid Destino, Natalio Grueso, se despide del Ayuntamiento de la capital. Para hacerlo ha escogido la presentación de la programación de los teatros municipales, acompañado por la alcaldesa de Madrid, Ana Botella, y por el escritor Mario Vargas Llosa –durante la gestión de Grueso se han llevado a escena dos de las obras de teatro del Premio Nobel de Literatura-  así como del gran triunfador de Premios Max, Juan Diego.

Una gestión…

Dos años y cuatro meses atrás, Natalio Grueso hacía su entrada en el Ayuntamiento precedido por su fama como director del Centro Niemeyer, en Avilés, institución por la que desfilaron desde Woody Allen o Brad Pitt hasta Kevin Spacey y Jessica Lange. Lo que comenzó con el acoso a cal y canto por parte de Foro Asturias y Francisco Álvarez Cascos –entonces presidente del Principado- terminó en una imputación, en 2013 –ya Foro no gobernaba en Asturias- por presunto delito societario contra Grueso, ya entonces en Madrid.

Hay quienes aseguran –la oposición, fundamentalmente- que el proceso judicial todavía abierto por las irregularidades en las cuentas del Niemeyer denunciadas por la consejera de Cultura del Principado, Ana González –y no una súbita vocación literaria-, ha sido el motivo real que hizo a Natalio Grueso tomar la decisión de abandonar cargo, una versión que él mismo desmintió en una entrevista concedida a Vozpópuli hace un mes atrás, cuando presentó La Soledad, su primera novela, publicada por Planeta.

¿Qué clase de balance puede hacerse de la gestión de Natalio Grueso? ¿Con qué parámetros valorarla? Pues con aquellos por los que fue contratado: su potente agenda de contactos en el exterior y las propuestas iniciales que llevó a cabo. En la presentación que hizo de su Plan de Teatros, Grueso sacó pecho con un vídeo, De Madrid al mundo se llamaba, en el que Kevin Spacey o el director del NY Public Theater, Oskar Eustis, cantaban las loas de la capital española como metrópolis de las artes y la cultura.

Grueso enfocó su plan en cuatro pilares: la internacionalización; la cooperación con compañías de otros países; la enseñanza obligatoria de los teatros en las escuelas y la eficiencia en la gestión de las instituciones a su cargo. En lo que a la internacionalización y cooperación se refiere, lo único que Grueso consiguió poner en marcha el proyecto Dos Orillas, para la coproducción con teatros de países como Argentina, Colombia o México. Sólo se ha completado un montaje: Tirano Banderas, dirigida por el catalán Oriol Broggi.

Malos números para la cultura

La gestión de Grueso se vio seriamente empañada por la crisis y las medidas de "austeridad" puestas en marcha. El presupuesto del Ayuntamiento de Madrid para Cultura se redujo en 2013 a 23 millones de euros, un 20,4% menos que en 2012. El año anterior, el recorte había sido de 12,3 millones (un 10,7% menos que en 2011). Como parte de una política de eliminación de subvenciones nominativas, más de 20 instituciones, entre ellas el Círculo de Bellas Artes, la Residencia de Estudiantes, el teatro de la Abadía o el Instituto de Música de Cámara de Madrid, no recibieron nada, ni un euro de aportación del Ayuntamiento, que sólo mantuvo las subvenciones a tres organismos: el Teatro Real, la Real Fábrica de Tapices y el Museo ABC, este último privado.

¿Privatización…?

Al llegar al cargo y cuando presentó su plan de Artes Escénicas, Grueso fue muy claro en un tema: no se privatizaría ningún teatro. "Esto no es un negocio ni puede serlo. Creo en la cultura pública", dijo. Si bien es cierto tal cosa como una privatización no ocurrió, a raíz de la creación de la empresa Madrid Destino se esparció la alarma en muchos trabajadores del teatro Español, Fernán Gómez, Centro Cultural de la Villa, Teatro Circo Price, Matadero-Madrid, Teatro Español Naves del Español, Medialab-Prado y CentroCentro Cibeles.

La aparición de Madrid Destino generó mucho resquemor, especialmente por la forma en la que apareció, con la absorción, en octubre de 2012, de dos instituciones: Madrid Arte y Cultura (MACSA), la sociedad pública encargada de la gestión cultural –que ya atravesaba un expediente de regulación de empleo-, y Madrid Visitors & Convention Bureau, sociedad de promoción turística internacional.

En su defensa, Grueso niega que existiese durante su gestión cualquier intención de privatizar las instituciones madrileñas. “Yo lo que te puedo decir es que ningún teatro está privatizado. Y mi opinión personal es que sería un error terrible privatizar los teatros de la ciudad. Esas son confusiones que se generan en los medios de comunicación. Es que hacéis titulares que no son tales. Habéis dicho que se privatizaban los teatros y un año después no ha pasado tal cosa”, manifestó.

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