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Cultura

"Sería interesante la cuenta de twitter de Stendhal, para ver cómo pierde followers semana a semana"

Rodrigo Cortés, cineasta y escritor.

140 caracteres, sólo eso necesita Rodrigo Cortés para que el mundo no duela. El hombre que da voces en el vagón; el tren que no llega; el crío que llora; la madre histérica; el autobús que acaba de marcharse… ¿Acaso importa? Leyéndolo, la vida se detiene y si transcurre será sólo para que las páginas se sucedan; para que, por Dios, no acaben. “La poesía que no rima es prosa picadita”. “El jet lag es, creo, una forma de nostalgia”. “Toser también es opinar”. “En Spanish Beauty, la bolsa que da vueltas es del Dia”. “Desfilan las modelos más enfadadas que los soldados”. Poesía, minicuento, aforismo, greguería, ácida ternura, humor demoledor, melancolía que no sonroja, parodia, vértigo, carcajada…  todo junto, como un beso bien dado. Se trata de los mensajes que ha publicado el cineasta en su cuenta de twitter, ahora reunidos e impresos en un cuadrado y diminuto libro: A las 3 son las 2 (Delirio, 2013).

Sentado en el blanquísimo sillón de un hotel madrileño, hay dos cosas que Rodrigo Cortés no puede disimular: la inteligencia y la sonrisa. La primera, chispeante. La segunda, acaso generosa; rara versión de la de Cheschire; el resultado de una fila de dientes de la que sobresalen dos caninos más afilados que el resto, los mismos que hinca en las imágenes y las palabras para que no se le escapen. Este hombre no mira, muerde. Sujeta, retiene, retrata. Escogidas de entre miles, las frases de este libro han sido sacadas del “timeline” de su twitter y ordenadas en un día impreso que no existe, que él inventa ante el lector como un director lo hace ante el espectador. A las tres son las dos. Tiempo que avanza y rectifica. Tiempo que no puede ser muerto. Tiempo que nos regala.

Escogidas de entre miles, las frases de este libro han sido sacadas del “timeline” de la cuenta de twitter de Cortés y ordenadas en un día impreso que no existe.

Cineasta insensato, por pura ignorancia,  dice él, Rodrigo Cortés es el autor de una obra cinematográfica inteligente, ejecutada con belleza y precisión. Y aunque al hablar él prefiera el humor, aunque intente escaparse de la seriedad que todo lo acartona, Rodrigo Cortés consigue lo que los hombres lúcidos: emocionar. Lo hizo con su primer trabajo, el cortometraje Yul (1998) y su falso documental 15 días (2001). En las distancias largas, el gallego no perdió la respiración, pero se la quitó a sus espectadores. Su primer largometraje Concursante, impactó a la crítica. El segundo, Buried, pegó todavía más fuerte: un hombre se despierta bajo tierra en un viejo ataúd de madera. Como suele ocurrir con sus personajes –a quienes les controla, siempre, una fuerza desconocida-, no sabe quién lo ha puesto ahí y muchísimo menos por qué. Tiene tres cosas: un teléfono móvil con escasa cobertura y batería; poco oxígeno y 90 minutos para salir de ahí vivo.  Su siguiente filme, Luces rojas, reunió a Cillian Murphy, Sigourney Weaver y Robert de Niro para convertir la percepción en magnífico infierno. ¿Su más reciente aventura? La producción de Grand piano, dirigida por Eugenio Mira y protagonizada por Elijah Wood.

-El tiempo que a usted le interesa en este libro no es el de los relojes, sino el que preocupa a quienes cuentan historias.

-La preocupación tiene aún más que ver con el ritmo, esa forma de manejar el tiempo, que en el fondo es algo inaprensible. Y si hay algo que me fascina es ese intento de medir algo subjetivo. Cuando haces cine, cuando haces música o escribes lo que en verdad haces es dilatar, comprimir o acelerar el tiempo para generar reacciones, con el propósito de que quien reciba esa información pueda desempaquetarla de la manera más eficiente posible.

-Hay también una idea del tiempo como una corrección, acaso una enmienda, porque el tiempo tanto en cine como en literatura rectifica cosas. El título del libro tiene algo de eso.

-Da la impresión de que he reflexionado sobre lo que he escrito –Cortés ríe, deja al descubierto sus largos caninos-. Igual la gente comienza a pensar que hay una inteligencia detrás de todo esto.

"De todas las cosas que he hecho, este libro es lo que más se parece a mí", dice el director de Buried.

-No nos fiamos entonces de usted.

-Fundamentalmente esto es escritura automática.

-El aforismo se comporta así.

-Inevitablemente.

-¿Entonces, en qué quedamos?

-De todas las cosas que he hecho, este libro es lo que más se parece a mí. Recoge todas las caras y lados posibles de mi mejorable personalidad y mi ruidosa cabeza. Algunos de los tuits que ahí aparecen surgieron de pura escritura automática, otros  son fruto de la observación o de la corrección que produce la observación: darte cuenta de algo e imaginar una versión más interesante de eso mismo. Otras son pura gimnasia mental.

"Hay una oscuridad constante, la misma que aparece en casi todo cuanto he hecho. Es una forma de restar gravedad a las cosas".

-El libro tiene un humor maligno, un rasgo muy propio del mini cuento, que abunda en estas páginas.

-Hay una oscuridad constante, la misma que aparece en casi todo cuanto he hecho. Es una forma de restar gravedad a las cosas. Si hay una presencia tan constante de la muerte en mucho de los tuits, es justamente como una manera de no tomártela en serio. Es incluso una manera de observar algo interesante o lindo y preguntarse: ¿cómo puedo encontrar una forma de estropear todo esto?

-También el libro se permite sus momentos líricos . ¿Tiene que ver el hecho de que sea el resultado de una experiencia acumulativa y no el producto de una determinada idea?

-Este libro no se ha escrito en un mes, sino recogiendo humores, momentos e instantes muy diversos. Por eso digo que es el que recoge una manera más global todas las aristas de ese  poliedro más complejo que es una persona. Cuando haces una película hay determinados aspectos de tu cerebro, tus afinidades o tu sensibilidad que se recogen en un mundo, con un tono, pero en este caso caben muchos más, precisamente, por su necesaria fragmentación.

"Los términos musicales son los más adecuados para definir tanto el trabajo de montaje como el de edición literaria".

-¿Cuál es la diferencia entre componer un libro y montar una película?

-Es muy parecido. Porque tiene que ver con el ritmo del que estábamos hablando. Este libro no tiene un ordenamiento arbitrario. Se ha trabajado mucho. En lugar de agrupar los tuits temáticamente, se ha creado una especie de viaje. De modo que, aunque se abra al azar y se consiga  divertirse moderadamente, también si se lee completo y de manera continua se puede apreciar ese viaje: un tuit te conduce al siguiente. Se van creando así paisajes, tonalidades, determinadas músicas, que la lectura  precipita, detiene o  dilata. El modo en que trabajas eso se parece mucho también al proceso de montaje. Tiene una parte reflexiva y otra instintiva. Una que tiene que ver con el significado de las palabras y otra que tiene que ver con su propia sonoridad. Pero, sin duda, los términos musicales son los más adecuados para definir tanto el trabajo de montaje como el de edición literaria.

-Debe de ser un tema que le preocupa. El libro tiene muchas reflexiones formales e incluso gramaticales: “La poesía que no rima es prosa picadita”; “Reescribir es quitar”. Aquí más que un cineasta, hay alguien que escribe.

-No se trata de ser cineasta y plantear el resto de las cosas como si fuesen de prestado. Soy cineasta y siempre he escrito y tengo una obsesión por las palabras y el lenguaje. Amo el lenguaje y no sólo como contenedor de significados sino como estructura. El modo de utilizarlas para generar efectos muy concretos. Cómo no basta el tener algo que decir sino encontrar además el modo eficiente de decirlo cambia dramáticamente el efecto …

"No se trata de ser cineasta y plantear el resto de las cosas como si fuesen de prestado. Soy cineasta y siempre he escrito"

-No hablo de un cineasta que escribe, sino de alguien que escribe que hace cine.

-Pero es que soy alguien que escribe que hace cine. El 90% de mis trabajos están escritos por mí y de ese modo he utilizado twitter. Desde un comienzo, la cuenta se convirtió en un pequeño mecanismo expresivo, probablemente prescindible. Nunca he usado la cuenta, quizás porque no he sabido hacerlo, de una manera convencional, sino como quien tiene una viñeta, una forma de gimnasia para expresar cosas que te tomas tan en serio como cualquier otra y de la que te ríes tanto como lo harías de cualquier otra.

-Pensando en Yul, Buried, Concursante, en sus historias hay siempre una fuerza externa, y a su manera inexplicable, que actúa sobre el personaje. Algo kafkiano, si me permite, domina la creación de sus héroes . Y eso se respira aquí también.

-Me obligas a ser demasiado auto reflexivo, con la pedantería que eso conlleva… para no hablar con demasiada gravedad, que es lo que hay que evitar a toda costa. Pero creo que tienes razón. Existe esa percepción del ser humano como una mota de polvo, a la deriva, sometida a fuerzas incontrolables que intenta resistir y mantener una individualidad en ese caos, sin ningún significado aparente. Al final, lo que intentas, a través de todos lo que haces,  es tratar de encontrar ese orden oculto. Porque sí tengo esa percepción inconsciente. Así como Woody Allen es un nihilista ejemplar y crea toda su belleza partiendo de la convicción de que nada tiene sentido y de que cuanto antes lo acepte uno, mejor, en lo personal ni siquiera tengo esa fortaleza de pensamiento que te hace encontrar una ubicación tan potente, sino que creo que sí, que hay un orden, un patrón oculto que trato de descifrar con esmero.

"Nunca he usado la cuenta de twitter de una manera convencional, sino como quien tiene una viñeta"

-¿Duerme?

-Poco. La mayoría de las veces de día. Y me gustaría estar despierto. Hablo de otro tipo de sueño. El fisiológico es de cuatro o cinco horas, en el mejor de los casos.

-Hay costumbres insomnes en su libro.

-Tampoco hay que tomárselo muy en serio. A veces es más importante percibir cómo resuena en el lector que la literalidad de los textos, muchas veces producto de una licencia del momento. Muchas veces, esas frases ni siquiera reflejan mi visión sobre algo. A veces pienso en algo y, creo que inconscientemente, lo destrozo llevándolo hacia otro terreno.

-Si pudiéramos abrirle una cuenta de twitter a escritores muertos …

-¿No estamos hablando de forma muy grave sobre todo esto?

-¿Está incómodo?

-No, no... Estoy bien.

- Hablo de abrirle una cuenta aescritores muertos porque los vivos se supone que lo tienen más fácil. Imagine por un momento a Oscar Wilde, con twitter se hubiese hinchado.

-O no… quizás justamente por el hecho de que él no sería el único. Por eso mismo,  no tendría la resonancia que originalmente tuvo. Wilde hubiese pensado: ya encontraré una cosa que haga sólo yo.

"Sería interesante ver la cuenta de twitter de Stendhal, para ver cómo pierde folllowers semana a semana".

-¿Entonces… no le abrimos ninguna cuenta a nadie desde el más allá?

-Varios autores ya tenían una cuenta de twitter. Oscar Wilde tuvo una. Mark Twain, indiscutiblemente, también tuvo una cuenta de twitter. Sería interesante ver la cuenta de twitter de Stendhal, para ver cómo pierde folllowers semana a semana. Kafka también sería una fiesta en twitter.

-¿Qué edad tiene usted? ¿Cuarenta, cierto?

-Sí.

-A juzgar por su filmografía, parece que los lleva sin prisa. Empezó muy joven y sin embargo no hay aluviones, existen espacios razonables de tiempo entre una cosa y otra.

-Mi vida no es Imdb. Cuando la gente consulta Imdb para ver qué ha hecho alguien en la vida,  encuentra siete u ocho títulos, con huecos en medio. Y sin embargo, la vida es lo que hay en los huecos del Imdb. Cuando uno hace una película desarrolla una idea. Hay que escribirla, buscar cómplices, buscar una financiación, convencer a gente de que eso es buena idea. Una cosa que has escrito en tu ordenador puede tener a 2.500 personas trabajando para hacerla realidad. No es una cuestión de administración, entre otras cosas porque uno no tiene un plan maestro, al menos en mi caso. Consiste, acaso, en convertir en una realidad aquellos que no es más que una improbabilidad estadística

"La vida es lo que hay en los huecos del Imdb".

-Vamos a preguntar impertinencias. Toca hablar al respecto. ¿Qué piensa del debate sobre la entrada del precio del cine o de las frases que ha dedicado el ministro Montoro a la industria?

-La entrada del cine en este caso, de acuerdo. Cuando decimos algo, casi nunca queremos decir eso, solemos ocultar otra percepción de las cosas, un punto de vista, y lo disfrazamos con frases que suenen poderosas y que parezcan significar algo. ¿Qué pienso de la entrada del cine? ¿Que es cara? A mí me gustaría que fuera más barata, sí, yo voy al cine dos o tres veces a la semana. Sin embargo, creo que se están sacando conclusiones equivocadas: si se celebra La Fiesta del Cine, que cuesta tres euros, y se forman colas, extraer la conclusión  inmediata de que, si ése fuera el precio habitual de las entradas, habría colas todos los días es, cuando menos, ingenuo. Me recuerda a La Noche en Blanco, que crea colas y colas frente a museos gratuitos, o muy baratos, el resto del año que permanecen vacíos también el resto del año. Se trata de una fiesta, una celebración, un acontecimiento único y, como tal, tiene un carácter festivo y reivindicable, pero del que se pueden sacar pocas conclusiones. El otro día escribía un tuit preguntándome cuál es el precio razonable de una entrada de cine para quien le irrita pagar 89 céntimos al año por una aplicación que usa sin descanso. Si no estamos dispuestos a aportar menos de un euro al año por una aplicación que nos ha cambiado la vida y que usamos 35 veces al día, ¿de qué hablamos cuando nos referimos al valor del cine? Si la entrada costara siete euros, cinco euros, tres, ¿esa misma persona dejaría de descargarse películas y empezaría a encabezar colas? Todo es caro en comparación con la gratuidad. Hablamos mucho del precio de las cosas y poco de su valor. Sin embargo, el tablero es el que es, la realidad no se discute, y se trata de plantear la mejor jugada posible con las fichas que tienes. Y esa jugada pasa, para empezar, por no llorar.

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