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Cultura

Tipos infames: los políticos, banqueros y empresarios que se están forrando con la crisis

Un detalle de la portada del libro.

César Alierta, presidente de Telefónica, a sus 68 no piensa jubilarse, pero ha echado a la calle a 7.000 trabajadores de más de 53 años. Ocho de cada diez jóvenes españoles  viven con sus padres porque no ganan suficiente para independizarse. En 2012, un desahucio era ejecutado cada 15 minutos. La directora del FMI Christine Lagarde pidió a España una bajada adicional de los salarios del 10%, pero a la semana de llegar al cargo se aumentó el sueldo 11%. Con los números basta para darse cuenta: esta crisis no la pagan sus responsables. La pagan los ciudadanos. Eso es lo que plantea el periodista Carlos Fonseca en su libro Tipos infames: Los políticos, banqueros y empresarios que se están forrando con la crisis(Temas de hoy, 2014).

Escrito a la manera de un extenso análisis sobre las responsabilidades morales y políticas que condujeron al colapso financiero español y Europeo, Carlos Fonseca hace un minucioso recorrido por los principales actores de uno de los retrocesos sociales más severos que ha vivido España: menos derechos y de peor calidad; jubilaciones cada vez más tardías; precariedad laboral y abaratamiento del despido; el empeoramiento de las condiciones de trabajo (90% de los contratos de trabajo firmados en 2012 eran temporales) y la caída en picado del bienestar de la población. Sus afirmaciones se sustentan además, en cifras y datos que hacen todavía más compleja y evidente la gravedad de la situación.

Fonseca, quien ha dedicado 30 años de oficio a la información sobre terrorismo, hasta el momento había dedicado sus libros no sólo a temas relacionados con este –por ejemplo, Negociar con ETA-, sino también con la recuperación de la memoria histórica, entre algunos de ellos Rosario dinamitera o Trece rosas rojas, en cuyas páginas Fonseca reconstruye la historia de un grupo de chicas que murieron fusiladas la madrugada del 5 de agosto de 1939 contra las tapias del cementerio del Este en Madrid. Sin embargo, en este caso ha sido distinto. Una necesidad personal lo llevó a ello. “Estaba cabreado, muy cabreado”, dice. “Y sigo igual de cabreado, porque soy pesimista. A corto y medio plazo no veo una solución y me fastidia escuchar a los ministros decir que hemos tocando fondo. Me irrita la desfachatez que tienen algunos políticos para decir cosas a pesar de que la realidad no sea esa. Y además sin ningún problema”.

“Estaba cabreado, muy cabreado”, dice. “Y sigo igual de cabreado, porque soy pesimista".

Escrito en clave nacional y regional, en Tipos infames Fonseca airea los dobleces y contradicciones éticas que se cuecen al calor de la crisis: mientras a los ciudadanos se les embarga su casa y sus bienes, a las Cajas que especularon con la vivienda las salva el Estado; suben los impuestos a los ciudadanos, cuando 33 de las 35 empresas que forman parte del IBEX tienen 437 sociedades en paraísos fiscales para eludir sus compromisos con Hacienda; mientras unos defienden del despido de 20 días, otros como Rodrigo Rato se marchan con indemnizaciones de hasta tres años de salario bruto. Para conseguir esa panorámica echa mano de cifras, estadísticas y datos incontestables que convierten este libro en una bitácora para reconstruir, paso a paso, la demolición que supuso la crisis financiera y política.

No queda títere con cabeza en estas páginas: ni socialistas ni conservadores; ni ministros ni banqueros… ¡Hasta los eurodiputados! Sobre este último tema –que cobra especial interés con las elecciones el próximo 25 de mayo-, Fonseca aporta datos demoledores. Hasta el año 2009, los eurodiputados cobraban lo mismo que los parlamentarios en sus países de origen. Sin embargo, ese año –en plena crisis- la reforma del Estatuto del Eurodiputado estableció un sueldo idéntico para  todos: 7956 euros -6.200 euros netos- al que se suma 4299 euros mensuales para gastaos corrientes y 304 euros diarios en dietas. Además, claro, de 21.209 euros para contratar una asistente y una pensión equivalente al 3,5% de la asignación parlamentaria por cada año completo del ejercicio del mandato. La brecha entre lo que reciben unos y otros no puede ser más escandalosa.

Esta crisis es una estafa y en este libro Fonseca explica por qué. En su análisis, el autor elabora una tesis tan demoledora como aplastante. En este proceso hay culpa, pero no culpables. “En el tema de las cajas intervenidas se han descubierto actuaciones absolutamente bochornosas, que en muchos casos no son delito. Haberse concedido una indemnización equivalente a tres años de salario no hay una ley que lo impida, pero es vergonzoso …  Por eso digo que hay culpa y no culpables”, explica. Como puntilla, incluye Fonseca uno de los apartados más ácidos del libro: Breve diccionario político de la crisis, una batería de definiciones que dejan muy claro que de “eufemismo a cinismo” hay mucho menos de lo que parece:  llamar emprendedor a los parados que se hacen autónomos; llamar solución habitacional a un minipiso; minijob por trabajo basura…

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