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Cultura

España, el país que más publica y menos vende: la devolución de libros crece un 65%

Una imagen de la librería La Central de Callao.

Puede que sea uno de los sectores más difíciles de precisar en España: el editorial. Es desigual –no es lo mismo un libro de bolsillo que uno de texto-, es opaco y está altamente concentrado (una de cada tres editoriales está vinculada a un gran grupo). Apenas la semana pasada, en su informe anual, la Asociación Internacional de Editores (IPA), señaló que España es, sólo por detrás del Reino Unido, el país que más novedades coloca: 1.692 títulos nuevos por millón de habitantes. Pero, curiosamente, no es de los países que más factura: apenas 1.820 millones de euros frente a los 3.736 millones del Reino Unido. ¿Se vende todo lo que se publica? ¿De qué vive el editor, de vender libros o de colocarlos? La palabra burbuja aparece como el diagnóstico más convincente, aunque hay quienes insisten en que esta pinchó hace ya unos años. Sin embargo, las cifras son contundentes: dos tercios, es decir, un 65% de lo que se publica, vuelve a la editorial sin ser facturado. Vamos, sin venta.

La actividad de negocio editorial en España ha descendido en torno a un 20% en los últimos tres años. Ya el pasado, las editoriales calcularon un descenso de negocio de entre un 10% y un 11%, al pasar la facturación de unos 2.800 millones de euros en España a unos 2.500 en 2012. Según los datos publicados por Nielsen, en 2012, el descenso total en ventas fue del 15%. Las cifras de Nielsen mostraban, además, que los libros más vendidos en las librerías alcanzaron sólo la mitad que hace dos años. Si a eso se suman las tablas de la Confederación Española de Libreros (CEGAL), el dato a la baja en las librerías se ubicó entre el 23% y el 30% menos de ventas.

La palabra clave: devolución (y colocación)

¿Qué hay detrás de todo esto? ¿Caída del consumo? ¿Menos lectura? ¿Crisis económica reflejada en el poder adquisitivo o acaso una crisis en el modelo de un sector acostumbrado a gestionarse con un método que hace aguas? Hay una palabra que sirve, sin duda, para arrojar luz en el asunto: la devolución.

Tal y como explica Txetxu Barandiaran, consultor del sector, el método editorial se basa fundamentalmente en la “colocación” de libros en las librerías y redes comerciales. No todo lo que se ofrece se factura a una editorial, sólo lo que el librero consigue vender. El resto, retorna al editor. De ahí se extrae la tasa de devolución anual, que se calcula a partir de la cifra media de devolución y de la cifra media de facturación de las editoriales que tienen devolución de libros.

En el año 2012, de 3,95 millones de euros totales, 1,33 millones se fue en devoluciones.

Según el informe de Comercio Interior del Libro, en 1999 la devolución fue del 20%, apenas tres años más tarde, en 2002, alcanzó casi el 28%. Sin embargo, si se examinan las cifras de 2012 esta llega al 33%. Es decir, de los 3,95 millones de euros totales, 1,33 millones se fue en devoluciones. Algunos libreros y editores hablan de cifras muy superiores: al menos por encima del 40%, tal y como plantea Antonio Méndez, un librero de referencia, dueño de la conocida Librería Méndez, que tiene entre sus clientes habituales Ja avier Marías, Arturo Pérez Reverte o Vargas Llosa. Algunos editores confirman que, en los años en que estalló la crisis -2008, específicamente-, la creciente devolución era penada con multas.

 

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Tabla de devolución anual de libros en España.

Si se contrastan esos números con la cantidad de libros editados, vuelve a aparecer una contradicción. Se edita menos, pero se devuelve más. En 1999, la tirada media de un título era de 5.050 ejemplares, una cantidad que variaba según la materia. En literatura, por ejemplo, se publicaban 6.375 títulos. En 2012, la cifra media alcanza los 3.540 ejemplares por título, aunque hay quienes insisten que la cifra real no llega a los 1.500. Opciones como la impresión bajo demanda han creado, por ejemplo, más reediciones de menor volumen. ¿Qué ocurre entonces?

“No es que la gente lea menos. Es que los gestores han hecho una mala gestión y eso tiene una consecuencia indirectas sobre el precio. El editor calcula mal. Edita más de lo que vende, ¿qué hace entonces? ¿asumir pérdidas o subir el precio del libro y seguir editando la cantidad que produce para compensar?”, plantea Barandian. En España existe, sin embargo, una regulación específica: el precio fijo del libro, una cantidad estipulada por el editor, quien establece el valor por el que debe venderse cada ejemplar.  El librero debe, por tanto, ajustarse a ella. Tiene su excepción para algunos los libros de texto, sometidos a un régimen libre.

"Las editoriales publican más de lo que venden, ¿qué hacen entonces: asumir pérdidas o subir el precio del libro y seguir editando?"

Javier Cortés, el presidente de la Federación de Gremios de Editores de España (FGEE), asume que la devolución siempre ha existido. "Lo que ocurre -explica- es que a raíz de la crisis, los libreros comenzaron a tener menor capacidad de almacenamiento y por tanto, redujeron su factura con los editores". Al ser preguntado, en ese caso, cómo una industria puede editar más de lo que vende, explica Cortés: "Eso es una práctica, intentamos compensar la menor venta media con mayor cantidad de títulos".

Aunque hablar de un precio promedio del libro plantea serios problemas –no es lo mismo un libro de literatura que un ensayo, un libro de bolsillo u otro de texto- una revisión de la evolución del coste promedio de cada ejemplar muestra de qué forma este ha pasado de 11,8 euros en 2002 a 14,52 euros en 2012.

 Evolución del precio de medio del libro desde 2002 hasta 2012.

No es lo mismo un grupo que una editorial pequeña

Distintas fuentes del sector asumen que este ritmo –editar, editar y editar- sólo podrán soportarlo en España las grandes empresas. La máquina de producir libros se detendrá, en ese caso, para los independientes, los sellos más pequeños, seriamente afectados por aspectos como, por ejemplo, el descenso de las adquisiciones públicas para dotación de bibliotecas, un sector que lleva una caída presupuestaria continuada (los recortes en adquisición bibliográfica han pasado de 7.114.613 euros, en 2008, a 2.718.162 euros, en 2012).

Sin embargo, y volviendo al tema empresarial, si se mira bien el panorama local, de las empresas editoriales con capital español, sólo queda un grupo editorial en España: Planeta, que representa en verdad un porcentaje de un grupo mediático mucho más grande: A3 Media. El resto, por ejemplo Santillana y los sellos literarios de Prisa, están supeditados a los fondos de inversión - tienen ya un 11%- y los bancos. Queda entonces el otro gigante, Bertelsmann, que cobra cada vez más fuerza como multinacional: en verano compró el 53% de las acciones de la editorial británica Penguin, del Grupo Pearson; y en noviembre se hizo con el 100% del accionariado de Random House Mondadori.

El 91,3% de la facturación obtenida en 2012 proviene de libros en papel. El ebook representa el 3,6% del total facturado.

En todo este debate, queda de por medio, el tema del libro electrónico, gran amenaza u oportunidad, según se mire. En España, sin embargo, el ebook no supone todavía un indicador: es un mercado pequeño, amenazado por la pitareía. El 91,3% de la facturación obtenida en 2012 proviene de libros en papel. El 8,7% restante la producen el resto de soportes, de los cuales el formato digital supone apenas un 3,6% del total facturado. Entran en esa discusión tres aspectos : el IVA –el impuesto del libro electrónico en España es el más alto de Europa: 21%, distinto al del libro en físico, que goza del 4%-; la falta de regulación en temas de propiedad intelectual y la piratería y, finalmente, un tema de mercado, demasiado pequeño todavía como para abrir camino.

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