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Cultura

Los 10 robos y desapariciones de obras de arte más inverosímiles en España

La pieza, un boceto de Joan Miró, se encontraba en paradero desconocido desde 2011. Su valor rondaba los 450.000 euros. La noticia de su extravío, sin embargo,  le costó el puesto a Elvira Cámara, directora de la fundación dedicada al artista en Palma. Como por arte de magia, al día siguiente de saltar la noticia, un transportista de Mallorca apareció  para decir que tenía ‘el Miró’ en su oficina, por casualidad.

Al menos así lo explicó Xim Quesada, transportista de Mallorca especializado en traslados de obras de arte para la firma Balears Art i Llar. El Miró en cuestión es un  trabajo  preparatorio de la colección de grabados de la Serie Gaudí, de 1975 y  mide 89x63 centímetros. Fue justamente esa pieza la que llegó, envuelta en papel de embalar, a sus manos. Quesada creyó que era de un cliente que lo había perdido en un traslado y que lo reclamaría. La  realidad es que se trataba de una pieza que debía ser devuelta a la Fundación tras ser expuesta en la sala Kubo de San Sebastián. Ninguna de las dos cosas ocurrieron: ni el supuesto cliente se presentó ni la obra llegó donde debía.

Casos como éste hay varios en España. En 2006, el Museo Reina Sofía extravió Equal-Parallel/Guernica-Bengas, una pieza de 38 toneladas que desapareció sin mayor explicación. Richard Serra, su autor, llegó a un acuerdo con el museo para producir una pieza nueva. Pero si ha habido desapariciones curiosas, no menos exóticas han sido las recuperaciones de algunas piezas. A saber: el Códice Calixtino, un valioso manuscrito medieval conservado en la Catedral de Santiago de Compostela que pareció en paradero desconocido durante casi más de un año. Fue hallado en un garaje de la localidad coruñesa de Millandoiro, envuelto en papeles y en una bolsa de plástico, donde lo había escondido el electricista Manuel Fernández Castiñeiras, autor confeso del robo y que trabajó en el templo durante 25 años.

En 2006, el Museo Reina Sofía extravió Equal-Parallel/Guernica-Bengas, una pieza de 38 toneladas.

En 2012, el Ayuntamiento de A Coruña dio a conocer cómo a lo  largo de las últimas cuatro décadas, casi 200 bienes, en su mayoría pinturas y joyas, habían desaparecido. Faltaban incluso hasta los pendientes de oro y diamantes, datados de 1842, que lucía la Virgen del Rosario, patrona de la ciudad. A eso se sumaban lienzos de pintores gallegos renombrados y cotizados como Seoane, Laxeiro, Constantino Grandío, Alfonso Abelenda o Sucasas también se han esfumado. Incluso se desvaneció el mobiliario al completo, con escritorio, sofá y hasta papelera, del despacho del que era presidente del Gobierno en la Segunda República, Santiago Casares Quiroga, al dar Franco el golpe en 1936. Del paradero de estas obras todavía no se sabe nada.

Actualmente, la policía todavía investiga  la ubicación de 60 cuadros patrimonio del Gobierno de Cantabria que permanecen en paradero desconocido. El Ejecutivo regional había denunciado en el juzgado la posible desaparición de 81 obras, valoradas en aproximadamente 200.000 euros, de las que los agentes encontraron 21. El gobierno tuvo  constancia de la desaparición al intentar poner en marcha el programa Itinerarte, con el que pretendía organizar exposiciones con fondos de su propiedad en diferentes localidades de la comunidad.  Ante la imposibilidad de encontrar las 81 restantes, el Gobierno interpuso una denuncia. Entre esos cuadros figuraban obras de Eduardo Gruber, Daniel Canogar o Xesús Vázquez. La investigación continúa abierta.

Cada año se producen entre 200 y 250 robos de objetos de Patrimonio Artístico Nacional en España.

Según cifras difundidas a la prensa por el consejo de Patrimonio Histórico, cada año se producen entre 200 y 250 robos de objetos de Patrimonio Artístico Nacional en España. La cifra se mantiene en ese rango aproximado desde hace cinco años. De esos objetos se suele recuperar cerca de un 25% al 30%. La mayoría de las sustracciones se produce en domicilios particulares, y aproximadamente un 30% ocurre en iglesias, sobre todo del medio rural. Eso en lo que a objetos se refiere a robos de arte, los expolios de objetos o piezas históricas tienen otra dinámica que imposibilita contabilizar exactamente cuánto se sustrae.   

Entre los robos –que no ya las desapariciones- más emblemáticos está el que perpetraron en 2001 dos personas encapuchadas y con ayuda del portero- según desveló la investigación policial- en la casa de la multimillonaria empresaria Esther Koplowitz . Se llevaron 19 obras de gran valor, entre las que destacaba El columpio, de Goya, tasada en 12 millones de euros. En este caso, los ladrones fueron sorprendidos poco tiempo después, y no tuvieron que sentarse en el banquillo porque negociaron la pena de un año de cárcel con el fiscal y los abogados de la empresaria.

Se recupera entre un 25% y 30% de los objetos de arte desaparecidos.

Otro de los casos más controvertidos fue el robo, en agosto de 2007, de dos mapamundis grabados e ilustrados en la Sala Cervantes de la Biblioteca Nacional (BNE), sólo disponible para investigadores. Estos dos "cuadernillos" formaban parte de sendos ejemplares de la obra Ptolomeo Cosmografía, en una edición incunable de 1482. Además, el robo supuso el cese de Rosa Regás, directora de la BNE en ese momento. Tres años más tarde, en 2010, tres encapuchados robaron un camión en un polígono de Getafe que tenía las llaves puestas. El furgón acaba de llegar de Alemania cargado con obras de- entre otros- Botero, Chillida, Saura o Tàpies. La Policía intuyó que era un encargo debido a la rapidez con que cometieron el acto.

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