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Cultura

Eugenio Merino, el hombre que metió a Franco en una nevera: “El franquismo todavía existe en España y recibe subvenciones”

Una imagen de Eugenio Merino hecha en 2012, el año en que estalló la polémica por la obra exhibida en ARCO.

Aunque han transcurrido 40 años de su muerte, Franco no ha muerto. No importa que lleve décadas guardado en su tumba de piedra, el caudillo todavía manda. Incluso, todavía consigue quien lo favorezca y subvencione. Así lo cree el artista Eugenio Merino, quien fue llevado a juicio por “ofender la memoria y el honor” del dictador. A punto estuvieron su galería, la catalana ADN, y él de pagar 18.000 euros de indemnización a la fundación que defiende la memoria de Franco.

"Que una persona que está ejerciendo un derecho, expresarse, sea demandada por una fundación ilegal que defiende el honor de un dictador, ¡y que ésta lo lleve a juicio!, es surrealista"

Todo comenzó en 2012, cuando Eugenio Merino exhibió en la Feria Arco 2012 Always Franco, una instalación en la que un Francisco Franco vestido de militar descansaba dentro de una cámara frigorífica de bebidas. Ataviado con sus gafas verdosas, el caudillo aguardaba, como quien espera ser descongelado algún día de su frigorífica inmortalidad. En principio ésa era la intención de Merino: mostrar de qué forma la imagen del dictador sigue presente en la vida de los españoles. Sin embargo, muchos no vieron la obra como un ejercicio intelectual, sino como una afrenta. Al menos ase fue el caso de los miembros de la Fundación Francisco Franco, quienes llevaron a Merino a juicio. No se celebró uno sino dos. Y aunque Merino los ganó, él aún se siente derrotado.

 "Que una persona que está ejerciendo un derecho, expresarse, sea demandada por una fundación ilegal que defiende el honor de un dictador, ¡y que ésta lo lleve a juicio!, es surrealista. Esa fundación tiene más poder del que parece. Tanto IFEMA como el director de ARCO no sólo callaron, sino que fueron cómplices en aquel juicio y esa demanda (…) El franquismo todavía existe en España y recibe subvenciones y favoritismos” dice el artista como si no se creyera todavía todo lo que ha pasado. Eso sí, Eugenio Merino no se arrepiente de haber metido a Franco en un congelador para exhibirlo en una feria de arte. "Esa obra era necesaria y todo lo que ha ocurrido lo demuestra".

-Hace ya tres años de la polémica por Always Franco, ¿cree que la obra fue realmente entendida? A juzgar por lo que ocurrió, queda claro que España no tiene congelada la imagen del dictador, ¿o sí?

-Yo creo que la pieza se entendió perfectamente, porque es cierto: Franco sí está presente. Eso es algo que todo el mundo tiene más o menos claro. Franco está congelado, detenido. De hecho, estoy seguro de que la pieza no sólo se entendió, sino que logró cerrar el círculo con todo lo que ocurrió. Todo acabó tras dos juicios y con una sentencia en la que, entre comillas, yo gané.

-¿Entre comillas?

-El sólo hecho de ir a enfrentarme, en un juicio, a una fundación como ésa es una derrota.

-¿Franco está congelado o deliberadamente neutralizado?

-Durante todos los años de la transición no se habló de su figura. La derecha intentó y todavía intenta inculcar en la gente la idea de que Franco no fue tan malo y de que hay que dejar el asunto así, porque hablar de esto es abrir una herida.

"Nadie repara en que existe una fundación que defiende no sólo el honor de Franco, sino su ideología. Es un órgano de propaganda franquista, tan grave como exaltación al terrorismo"

-Que exista una fundación para defender el honor de un dictador da qué pensar.

-Cuando estaba metido en todo aquello, me di cuenta de lo lamentable que era la situación. Nadie repara en que existe una fundación que defiende no sólo el honor de Franco, un dictador, sino su ideología. La fundación Francisco Franco no funciona como centro de estudio o como archivo abierto a todo el mundo. No. Es algo así como un órgano de propaganda franquista, algo tan grave como la exaltación del terrorismo. Que exista una fundación para defender el honor de Franco es muy surrealista y a la vez muy español. Demuestra que todavía existen las dos Españas. Tenemos que conseguir una manera de resolver esto.

-¿Las iniciativas como la memoria histórica, a su juicio, sirvieron?

-Sí, claro, la memoria histórica que promulgó el PSOE tuvo una importancia y una función. Sin embargo políticamente desconfío de cualquier cosa. Puestos a escoger, por supuesto, prefiero una visión de izquierdas, si es que acaso, y entre comillas, podemos decir que el PSOE es de izquierdas. Yo soy un anarquista, mi trabajo pone en duda cualquier sistema.

-¿Cuáles son los problemas que tiene España con su propia representación? ¿Ocurre en todos los aspectos o sólo en aquellos irresueltos, como es el caso de Franco?

-España tiene un problema desde el momento en que no se puede hablar de Franco. De hecho, España tiene un problema desde el momento en que, a partir y durante la transición, la educación comienza a vender a Franco como una figura que no fue tan mala. Tiene un problema cuando pasan 40 años y no hemos avanzado nada. Puede que exista una Ley de Memoria Histórica, pero si un juez se pone a investigar las desapariciones forzosas del franquismo y lo inhabilitan, nadie en su sano juicio podría pensar que hemos resuelto el asunto. Deberíamos haberlo superado ya.

"Si un juez se pone a investigar las desapariciones forzosas del Franquismo y lo inhabilitan, nadie en su sano juicio podría pensar que hemos resuelto el asunto"

-El asunto no es tan sencillo como parece.

-El problema viene del planteamiento. La derecha suele decir: hablar de esto es abrir las heridas. Nadie está abriendo heridas. Cuando acabó el nazismo hubo unos juicios. No tiene sentido que un torturador no sea juzgado y estemos hablando en términos de si fue o no tan malo. Las cosas hay que ordenarlas objetivamente.

-¿Se arrepiente de haber exhibido aquella obra en 2012?

-Para nada. Es una pieza necesaria que demostró muchas cosas. Que una persona que está ejerciendo un derecho, expresarse, sea demandada por una fundación ilegal que defiende el honor de un dictador, ¡y que ésta lo lleve a juicio!, es surrealista. Esa fundación tiene más poder del que parece. Tanto IFEMA como el director de ARCO no sólo callaron, sino que fueron cómplices en aquel juicio y esa demanda. España es patética en ese sentido. En una feria de arte contemporáneo la libertad debe primar y sin embargo todos hicieron silencio. Si consideramos que uno de los integrantes de esa fundación es el suegro de uno de los miembros del gobierno… El franquismo todavía existe en España y además recibe subvenciones y favoritismos.

-¿Cuál es la situación actual del proceso en los tribunales? ¿Ya está cerrado, cierto?

-Yo he ganado los dos juicios. Pero, como ya dije, la sola idea del juicio es una derrota. Los políticos y gestores se sometieron. El artista quedó indefenso en su propio medio.

-¿Always Franco tiene alguna limitación de exhibición?

-La pieza legalmente se puede exhibir donde queramos, pero nadie la quiere exponerla por todo el problema que supuso. Nadie quiere entrar ahí. Es más fácil decir esa pieza no es tan buena y librarse de eso.

-La verdad sea dicha, muchos lo acusaron de buscar ventas e impacto mediático con esa instalación

-En España el nivel de provocación es tan bajo que ocurren esas cosas… Y eso que yo no soy provocador, lo que pasa es que España es ultra casposa. Meter a Franco en una nevera no fue tan grave, pude ponerlo en una zanja con una apisonadora encima. Y no lo hice. Pero ahí vemos la que se armó.

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