Quantcast

Cultura

Aranguren, el general fusilado por Franco: "Disparad sin temor, es poca vida la que quitáis ya"

El general Aranguren, de la Guardia Civil en Cataluña.

Este libro no se puede leer desarmado. Hacen falta papel, lápiz, marcapáginas. Apresar con el atajo del subrayado la demasiada historia encuadernada en musgo, que diría Nabokov. Un héroe ignorado. Un héroe muerto; mejor dicho, fusilado. Qué mejor relato que aquel que ha permanecido oculto. De eso va esta historia. Se trata de Recordarán tu nombre (Destino), un libro en el que Lorenzo Silva se mete en problemas, porque busca los matices y no el brochazo. Una novela sin ficción. Un edificio literario. ¿Guerracivilismo? Depende de cómo se mire.

Esta es la historia de José Aranguren Roldán (1875-1939), la máxima autoridad de la Guardia Civil en Cataluña. Un hombre que se negó a desconocer la República

Esta es la historia de José Aranguren Roldán (1875-1939), la máxima autoridad de la Guardia Civil en Cataluña. Un hombre que se negó a desconocer la República, el gobierno al que prestó juramento. Natural de Ferrol, Aranguren se batió en la guerra del Rif y también como jefe de la policía en el Madrid del 31, y fue a parar a Barcelona en el más complicado de todos los años. Hijo de militar nacido en el XIX, a Aranguren no le regalaron nada. Acaso de ahí su firmeza.

El 19 de julio de 1936, Aranguren le dijo al general Manuel Goded Llopis –con quien compartió lucha en África- que no se uniría al golpe que tenía por objeto desconocer a la Generalitat catalana y en el que su antiguo compañero de armas intentaba enrolarlo. Aranguren fue fusilado a finales de marzo de 1939, sometido a un consejo de guerra y ejecutado por los nacionales el 22 de abril del mismo año. Al hombre que respetaba las leyes y la institución a la que perteneció, la historia le pasó por encima.

Ese es el José Aranguren Roldán que cuenta Lorenzo Silva en Recordarán tu nombre, alguien a quien para fusilarlo tuvieron que sentarlo en una silla

Ese es el José Aranguren Roldán que cuenta Lorenzo Silva en Recordarán tu nombre, alguien a quien para fusilarlo tuvieron que sentarlo en una silla, por las pocas fuerzas que  le quedaban. "Disparad sin temor, es poca vida la que quitáis ya" , dijo a sus verdugos. José Aranguren Roldán, un hombre cuya hoja de servicio desapareció de los archivos. Alguien atrapado en la estepa del apego a la ley, ese bache que separó a un bando del otro y para el que no hay ni una tapia, excepto la que levanta Silva, encuadernada entre las tapas de este libro.

Hasta ahora, la de Recordarán tu nombre (Destino) parece la de un héroe sin dolientes –son tantas... que se confunden con la costumbre-, de no ser por un gesto: contándola, Lorenzo Silva pone de su pellejo. Tanto Aranguren como Goded se trenzan, sin él saberlo, en la vida del que escribe. Para contar estos héroes –Némesis uno del otro-, el escritor describe desde dónde cuenta, se mete en el relato. Es decir, cómo y de qué forma ambos personajes se adelantaron a su biografía sin él sospecharlo: sus dos abuelos, paterno y materno, Lorenzo y Manuel, ambos militares en épocas convulsas, se toparon con ellos. Por eso este libro está narrado en primera persona. Por eso dice algo… más. ¡Por eso!

Ocho años le tomó a Lorenzo Silva escribir esta historia. Preparaba el novelista una historia de la Guardia Civil, allá por 2008 o 2009, cuando encontró a José Aranguren Roldán

Ocho años le tomó a Lorenzo Silva escribir esta historia. Preparaba el novelista una historia de la Guardia Civil, allá por 2008 o 2009, cuando encontró a José Aranguren Roldán. Es ahí cuando el lector de Bevilacqua y Chamorro –la pareja de investigadores que ha distinguido la saga detectivesca de Silva- comprende la razón por la cual, en el año 1995 –época de vacas gordas en la que a nadie importaba el género negro-, este abogado escritor o escritor abogado decidió hacer una novela policíaca cuyos héroes fueran guardias civiles. Incluso, y para más señas, el propio Silva cuenta cómo en La marca del meridiano, novela con la que ganó el Planeta en 2012, asomó la historia de Aranguren, por aquello de arrojar luz en la neblina del prusés.

Todo esto lo cuenta Silva en las páginas de este libro y lo repite en una comida de prensa, acompañado por el nieto y bisnieto de Lorenzo Aranguren, quienes colocan comillas a un árbol genealógico que Lorenzo Silva siguió hoja a hoja. Una primavera de la memoria. Llevar la contraria al otoño, a la gravedad del olvido -o la propaganda- que amarillea y despluma las copas de los árboles. Así, Silva vuelve sobre Aranguren y Goded, nombres ignorados que se jugaron el destino de una nación en una conversación telefónica el 19 de julio de 1936. "Dos héroes secundarios de la Historia, llamados, por eso mismo a convertirse en literatura", escribe Lorenzo Silva, a la manera de Enmanuelle Carrère, dando un paso al frente, dando de sí en una historia colectiva.

"Tenemos una gran memoria de la barbarie, pero no de la civilización. José Aranguren Roldán nos enseñó que la barbarie no era un imperativo”

"Yo no conseguí a José Aranguren Roldán, él me consiguió a mí. Es un personaje que me interpeló. Fue de esos momentos en los que una historia te agarra por las solapas. Eso es la historia del general Aranguren. Quizá, en buena medida, porque yo vi en ese hombre a mi abuelo Manuel”, dice Silva . "La historia de este país se ve en las personas derrotadas, de ambos bandos, y especialmente a los que se quedaron sin bando, que fue justo lo que ocurrió en el 36. Tenemos una gran memoria de la barbarie, pero no de la civilización. José Aranguren Roldán nos enseñó que la barbarie no era un imperativo", explica Silva ante una copa de agua de la que no ha bebido ni una gota.

Imagen de Aranguren (a la derecha),  destinado a La Coruña como jefe del Tercio de la Guardia Civil, con Manuel Azaña ( con sombrero en la mano) junto a Franco, en 1932.

Resulta frívolo resumir en un texto de pocos párrafos los 50 capítulos de uno mayor. Uno que cuenta cómo un escritor rescata a un héroe, cómo en ese proceso es contactado por sus familiares y cuánto tiempo invirtió en recomponer la trenza, bien apretada en la vida, con la que esos hombres se unieron a la suya y probablemente a la del lector. En las páginas de Recordarán tu nombre, Lorenzo Silva rescata muchas estampas: un Aranguren caballeresco –puro Quijote en la España de comienzos de siglo-; un Francisco Franco con ojitos de traidor, retratado junto a Manuel Azaña en 1932 o acaso el abuelo materno –el del escritor- que por regalo de Reyes tuvo una naranja, una sola naranja. Por eso, cada mañana, Lorenzo Silva exprime con las manos su ración de zumo. Por eso aprieta y exprime Silva, hasta la última gota, en las páginas de esta historia.

Un detalle de la portada de 'recordarán tu nombre', el más reciente libro de Lorenzo Silva publicado por Destino.

Ya no se pueden votar ni publicar comentarios en este artículo.